XVIII

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- ¿Qué decís, alteza? - Preguntó Evelyn alarmada, deteniéndose de golpe y girándose al príncipe. Su mano se escapó del agarre de Kristian y salió de la calidez de su bolsillo.

- Ya está pasando Evelyn. Yo fui el que mandó eliminar a Dahlia y despedir a su cámara, yo fui el que mandó que recibiese latigazos y que ella lo presenciase todo. No les ayudé, hice lo que mi padre habría hecho.

- No, no, vos no lo hicisteis. Bueno, sí lo hicisteis, pero fue bajo coacción. Básicamente lo hicisteis obligado, por vuestro padre.

     Kristian sonrió a la joven con tristeza, y quiso sujetar su rostro con ambas manos, aunque no llegó a hacerlo. Su cuerpo parecía decirle que anhelaba el contacto de su piel, pero su mente impedía que hiciese los movimientos necesarios.

- Podría haber dicho que la mera expulsión era castigo suficiente. Y no lo hice. Fue culpa mía, la situación que estén enfrentando ahora, su desdicha... es todo culpa mía.

- No, no sois responsable de su felicidad. Además, no sabéis cómo se encuentran, tal vez hayan salido adelante. Dahlia era habilidosa e inteligente y el joven parecía serlo también.

     La sonrisa triste que Kristian había esbozado seguía adornando su rostro. Él ya se había intentado convencer de aquello, se había repetido mil veces que no era culpa suya, que Dahlia y su amado estaban bien.

- Sé qué intentas hacer. Yo también lo probé, he estado... varias semanas intentando convenceme de lo mismo de lo que intentas convencerme ahora.

- Si hay que culpar a alguien, es al rey.

- No quiero ser como el. - Susurró Kristian al mismo tiempo que dejaba escapar un suspiro. Su cabeza cayó hacia abajo, al mismo tiempo que él entrecerraba los ojos.

     Ambos estaban tan cerca el uno del otro que a punto estuvo la frente del príncipe de reposar en el hombro de la seleccionada. Pocos centímetros les separaban.

- No eres como él. - Evelyn vio al príncipe tan vulnerable, tan... humano. Sintió cómo el corazón se le encogía y parecía que la pena que Kristian estaba experimentando pasaba a ser su propia emoción.

- Me acabaré conviertiendo en la marioneta que él quiere.

     La seleccionada alzó las manos con lentitud, sin ser del todo consciente de sus movimientos. Colocó las palmas en ambas mejillas del príncipe y le elevó la cabeza con delicadeza. Sus ojos se encontraron, y los azules iris de Kristian se veían oscuros. Parecía que la esperanza, y con ella la vida, escapaba de sus ojos.

- Acabaré siendo igual que él... - El príncipe se detuvo. El frío que dejaban las manos de Evelyn en sus mejillas comenzaba a ser sustituido por una agradable calidez.

     Veía en sus ojos y en su entrecejo fruncido que estaba preocupada, contenía la respiración expectante a cada palabra que él decía. Y... podía sentir cierto cariño. Las comisuras de los labios se le elevaron inconscientemente y la vista se le volvió borrosa. Quería tanto a aquella chica... Acarició las manos de Evelyn y a punto estuvo de quitarse los guantes solamente para sentir más todavía el contacto de su piel. La esperanza, y con ella la vida, volvían a sus ojos.

- Si no... Si no hago nada al respecto. No quiero ser cómo el, Evelyn. No quiero.

- No lo serás, no serás como él. Lo sé, porque ya me lo has demostrado. - La seleccionada se descubrió sonriendo y olvidado las formalidades que debía guardar pues, al fin y al cabo, estaba hablando con un miembro de la familia real.

     El vacío que había estado sintiendo las últimas semanas... La sensación de encontrarse perdida... Ya no la recordaba. En su interior estaba creciendo un fuego que le calentaba por dentro y disipaba el frío que aprisionaba sus pulmones. Deseaba seguir con Kristian y ver cómo cumplía sus palabras, sabía que él no sería tan cruel como su padre, que no cometería los mismos errores.

     Una felicidad insospechada y que parecía haberles abandonado desde el día en el que Dahlia y el muchacho se fueron de palacio se apoderó de ellos en pocos segundos. Y Kristian no pudo evitar rodear a Evelyn de la cintura y elevarla unos pocos centímetros del suelo.

     Giró con ella sobre el frío césped y continuó abrazándola cuando volvió a depositarla en el suelo. La joven le correspondió el abrazo, y escondió el rostro ligeramente en el cuello del príncipe. Buscaba proporcionarle calor a la nariz, aunque acabó calentando el interior de su pecho sin apenas ser consciente.

- Quiero... quiero proponerte algo. - Comentó Kristian con una expresión completamente diferente en el rostro. Una sonrisa honesta, de oreja a oreja y los ojos achinados a causa de la misma.

     Evelyn sintió el corazón palpitarle con fuerza al ver aquella imagen. Era la primera vez que veía al príncipe sonreír de tal manera, o eso recordaba ella. El pelo rubio caía con gracia sobre su frente, el azul de los ojos apenas se podía distinguir a causa de la sonrisa. Sus labios se estiraban tanto que formaban una fina línea y podía ver la mayoría de los blancos y perfectos dientes de Kristian.

     En la tersa piel se formaban arrugas, unas más grandes y otras más chicas, a lo largo de toda su cara. Parecía varios años más joven de lo que aparentaba siempre en su estado de seriedad. Y Evelyn no pudo evitar pensar... qué se veía realmente atractivo.

- Mañana. Los reyes van de viaje a uno de nuestros reinos vecinos, no puedo darte más información. Eso significa... significa que no estarán aquí en los próximos dos días.

     La seleccionada asintió volviendo a prestarle atención al príncipe. Se había quedado realmente perdida con su sonrisa y necesitaba recobrar el sentido antes de poder razonar por su cuenta lo que aquello quería decir.

- Yo... Te prometí hace mucho tiempo que te dejaría ver a tu familia. No lo cumplí, y lo lamento tanto... Quiero cumplir mi promesa ahora. Evelyn... ¿Vendrías conmigo... a Iretia? Mañana.

     La boca de la joven se abrió de golpe. No buscaba responderle, su mente aún procesaba lo que acababa de escuchar, no era capaz de pronunciar palabra. Las nubecitas de vaho que se formaban frente a ella delataban cómo la respiración de la joven iba acelerando progresivamente.

     Su entrecejo permaneció fruncido varios segundos más, hasta que fue plenamente consciente de lo que Kristian le había propuesto. Sus ojos se abrieron de golpe y la felicidad que asaltó su cuerpo fue tan abrupta que sintió ganas de llorar.

- ¡Sí! ¡Sí! ¡Madre mía! - Gritó, tan fuerte que le dolieron las cuerdas vocales, y no le importó. Tampoco le importó rodear el cuello del príncipe y abrazarle con fuerza.

     Kristian le devolvió el abrazo dejando escapar una corta pero significativa risa. Hacía mucho tiempo... que no se sentía tan feliz.

     A cierta distancia, el cámara de Evelyn había grabado todo. Acabó conmoviéndose de tal manera que los ojos se le pusieron llorosos y se prometió eliminar lo que había captado la cámara antes de entregar la cinta de grabación, para que aquello fuese un recuerdo íntimo de Kristian y Evelyn.


Ohhhhhhhhh, qué bonitooooo!!!! (Perdón, este capítulo me ha parecido tan bonito que tenía que ponerlo jajajaja). No sé vosotros, pero yo estaba esperando un momento como este, un antes y un después en la relación de estos dos, y ha sido tan preciosoooo (al menos para mí, espero que para todos mis adorados y preciosos lectores también jejejeje) ❤️

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