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Décima situación:
Y ahí estaban ellos dos otra vez. Gritandose de quién sabe que cosa.
Realmente April no sabía que ocurrió para que volvieran a gritarse, pero incluso Leonardo se reía detrás de ella al ver a su hermano tan exasperado por lo que sea que haya hecho T/N, si es que había hecho algo. Porque sabe como a veces podía llegar a ser Donatello. Y sabes que a veces es un cascarrabias si se trataba de sus inventos.
Él hacía ese extraño gesto de rodar sus ojos mientras ella intentaba explicarle algo.
La chica suspira derrotada—¡Bien! ¡¿Sabes qué?! No me importa. ¡Siempres eras tan egocéntrico! Y jamás escuchas a los demás. –
—¡Como si fueras experta en esto! Te digo que así no se hace, pero eres terca, testaruda, obstinada y orgullosa para admitirlo. –
—¡Ja! – Rió ella —¿Yo soy la terca? Tu eres el que... Ugh, no se porque acepté tu ayuda. –
—¡Y yo no sé porqué te ofrecí mi ayuda! –
—¡Eres un muy mal compañero! Egoísta, pretensioso y egocéntrico que cree saber la verdad de todo. –
—¡Y tú! ¡Eres solo una aficionada! ¡Terca, enojona y torpe! –
Ella lo empujó. El cuaderno cayó al suelo. Donatello la miró sorprendido, viendo como el rostro de ella se ponía rojo por la rabia.
—¡¿Sabes que?! No me importa. – Y ella se fue.
Dejando un extraño silencio en la sala. Donatello bufó molesto, levantando el cuaderno y dejándolo en la mesa por si ella volvía.
Pero luego de unos cinco minutos ella no lo hizo.
—Eso fue... – Leonardo negó antes de que April dijera algo.
—¿Te parece si mejor nos vamos? – Le preguntó, Donatello asintió dejando las cosas allí.
No le importaba.
No le interesaba ella de todos modos, así que no entendía porque se sentía tan raro.
...
Volvió por el cuaderno, llevándoselo para que no estuviera solo.
⊹⊹
Donatello volvió a la escuela una semana después, replanteándose si era una buena idea o no. Realmente no era bueno con las palabras y tampoco con los sentimientos, mucho menos comprendiendo al resto de la humanidad.
