Capítulo XII

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Duodécima situación:

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Duodécima situación:

Angelo abrazó a la chica, tomándola por sorpresa. Riendo con fuerza mientras celebra el que hayan logrado salvar a esas extrañas criaturas.

—¡Eso fue genial, T/N! –

Algo avergonzada, T/N negó.

Y Donatello desde atrás miraba a la chica despreocupada luego de hacer semejante tontera.

Sin embargo, ella estaba bien, así que se gira un poco nervioso antes de sentir el brazo de Leonardo en su hombro.

—¿Con que nada que ver con T/N? – Se burló él. Pero Donatello solo se intenta alejar de su gemelo porque sabe que él puede leerlo con facilidad. No por nada es su gemelo.

—No. – Respondió tajante.

—¡T/N, estás sangrando! –

Donatello levantó su mirada hacia la chica, volando con su battle-shell para llegar a ella y notar que tenía una pequeña cortada en su mejilla y la rodilla raspada.

Suspiró, como una muestra de que al final no estuvo realmente a salvo. Sintiéndose extraño al respecto.

Tomó la muñeca de ella, guiándola hasta un lugar donde podría curarla a pesar de que no era realmente grave. Pero quería evitar a toda costa que lo fuera si no la trataba ya. La sentó en silencio, solo dándole pequeñas indicaciones de que hacer, lo cual solo implicaba que se quedará quieta para que pudiera hacer su trabajo.

No era malo en realidad cuando se trataba de curar heridas, fue uno de los primeros en aprender luego de Raphael que tomó esa decisión como el hermano mayor. Obviamente Donatello terminó aprendiendo porque era el genio de la familia más que por un gusto propio. Pero ahora agradecía saber de esas cosas.

Con cuidado limpió la rodilla, con un poco de agua antes de aplicarle antiséptico y una venda que pudiera hacer respirar la herida y que no estuviera tan apretada. Era sencillo a decir verdad.

Luego, limpió una vez más sus manos, sintiéndose ahora más nervioso.

Era la mejilla lo que tocaba esta vez. De reojo observó su otra mejilla, no estaba roja como la última vez. Incluso pudo notar, al estar tan cerca de ella, que sus ojeras se veían un poco más oscuras. Eso era algo preocupante.

Con cuidado limpió la sangre. Sujetó el rostro de ella con su otra mano. Pudo sentir en tacto de su piel, era suave y ella tenía mejillas abultadas, sus dedos con cuidado se hundieron en su piel y pudo sentir como se calentaron ante su tacto.

Como -NO- Enamorarse de Alguien en Treinta Situaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora