Capítulo VIII

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Octava situación:

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Octava situación:

No le gustaba esa sensación.

Sus ojos viajaban a cada parte de la calle mientras caminaba para llegar a su hogar, realmente no era un tramo tan grande, solo eran diez minutos desde la parada del autobús hasta su hogar, así que solo debe ser rápida y olvidar esa sensación que sentía.

Los audífonos ahora reproducían música en un bajo volumen para que pudiera estar atenta a cualquier cosa.

Bueno, nunca le ha pasado algo malo caminando a su hogar, así que es probable que solo fuera su mente tratando de asustarla por volver más tarde de la escuela. Ya que había estado limpiando el salón donde pintaba.

Usualmente la calle principal estaría llena de ruido, algo bulliciosa para su gusto, pero eso sería lo que necesitaría para sentirse más tranquila. Lamentablemente para ella, ese día no había ruido, ni gente o algo que le dijera que aún eran las ocho de la noche.

No sintió realmente el momento en el que el ambiente comenzó a ser pesado. Diferente comparado a la calle anterior.

Un extraño aire la recorrió y se sintió observada. Se asustó y quiso regresar,pero fue imposible.

Detuvo su andar cuando escuchó algo metálico siendo deslizado por el suelo. Como si la estuvieran acechando.

Miró hacia atrás. No había nada y eso la puso más nerviosa.

—Okey, T/N, solo es tu imaginación... Si, eso debe ser. –

Siguió caminando, intentando que su propia mente se despejara de ese molesto ruido.

Hasta que sintió un escalosfrios al oír una voz gruesa y rasposa hablándole.

—Es perfecta para mi sopa, el dulce aroma de una adolescente asustada. – Tropezó con sus pies.

Era un tipo inmenso, de muy gran cuerpo, muy corpulento. Patas de cerdo, con pezuñas incluidas, ropa sucia y llevaba puesto un mandil blanco con unas manchas como de grasa.

El hocico de él se ensañó en una sonrisa socarrona, burlándose de ella. Burlándose de su presa. Dientes filosos cuando su sonrisa aparece en su rostro riéndose de ella por el terror que causaba y sus ojos rojos la miraban como un cazador a punto de cometer un crimen atroz.

Ella no lo pensó bastante, corrió con fuerza más allá de su hogar. Tenía mucho miedo y realmente pensó que sería su final.

Su respiración comenzaba a faltarle y sus piernas ya estaban cansadas de tanto correr, aún así lo intentó hasta ver un callejón en donde decidió ocultarse.

Como -NO- Enamorarse de Alguien en Treinta Situaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora