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Vigésima octava situación:
—Deberías decirle... –April con suavidad tocó su hombro, dándole así algo de apoyo. Ya que, como era Donatello, se alejaría un poco por su aversión al contacto físico.
Aún así, cerró sus ojos, dejando que su hermana le diera aquel suave cariño.
Sunita llegó también con ellos, dejando la taza con té a un lado antes de abrazar a April y mirar a Donatello con una sonrisa cómplice.
—Yo... Le gusto... – Dijo entonces. Su corazón latía con fuerza y una sonrisa nerviosa aparecía en sus labios. Una boba sonrisa que solo mostraba lo ilusionado que se sentía al respecto.
April rió al oírlo. Sonaba tan ilusionado, pero a la vez, parecía querer hacer que no le importaba. Obvio que ella podía leerlo con facilidad y podía ver qué realmente estaba feliz.
—Debes decirle también lo que sientes entonces. –
Donatello la miró con ojos brillantes. Quería hacerlo desde hace tanto, pero no sabía cómo hacerlo.
April sonrió con tranquilidad, sin poder creerse que su hermano estaba enamorado. Y ahora no lo negaba realmente.
El día anterior, cuando escuchó aquel portazo pensó lo peor. Había preguntado por T/N y pudo notar ese brillo en sus ojos cuando él respondió que estaba bien, que todo parecía realmente estar bien.
"—Me dijo que le gusto...–" Dijo Donatello en un suave suspiro.
"—¿Entonces ya no están enojados?–" Había preguntado.
Él sonrió y negó.
"—Ella dijo que le gusto... –"
⊹⊹
T/N dejó de lado los pinceles, dejando también el bastidor a un lado, miró los colores morados en él. Diablos... No se había dado cuenta de la clase de morado que era. Era el mismo tipo de morado que tenía él en su bandana. El mismo tipo de morado que le recordaba a él.
¿Por qué tuvo que decirle que le gustaba?
Tonta, tonta, tonta...
Era una tonta por hacerlo.
Ahora él lo sabía... Donatello sabía lo que ella sentía por él.
¡¿Por qué tuvo que decírselo?!
Apretó con fuerza sus labios, se levantó y caminó hasta su cama, tirándose en ella antes de suspirar.
