Capítulo XXIX: Desde otra perspectiva.

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[Editado]

[Maratón: 3/5]

Ethan;

La observo de soslayo, ella finge que no nota mi mirada, y yo hago lo mismo cuando ella me mira. ¿Por qué tenía que ser precisamente Emily Walton? Existen más de ocho mil millones de personas en el mundo, y yo me vengo a enamorar de la única que no me puede corresponderme. Intento engañarme y pensar que nuestros juegos llenos de sarcasmo, intensidad y algo de tensión sexual pueden llegar a convertirse en lo que realmente deseo. ¿Será posible que ella llegue a verme de la misma forma con la que solía ver a Omer? Soy un maldito egoísta, tanto que critico a Rinaldy y es de mi conocimiento que una vez las cartas estén sobre la mesa, mis esperanzas se reducirán a cero. Estaciono el auto frente a la mansión Walton. Emily se ha quedado completamente dormida a mi lado, sonrío como un completo imbécil al verla respirar de manera pausada, tan relajada e inocente; ajena a todo lo que la rodea. ¿Cómo pudo esta mujer lograr que yo sintiera amor por ella? ¿Por qué le estoy permitiendo ver lo que nadie puede ver? Siempre muestro el lado frío, déspota, arrogante, narcisista, y ese que la misma Emily describe como: "alguien carente de emociones humanas."

Salgo del auto, y la levanto en brazos con extremo cuidado. Está realmente cansada, y no es para menos. Verla así, tan indefensa e inocente me causa unas inmensas ganas de crear una burbuja de cristal para que ella esté alejada de todo lo que pueda hacerle daño, aunque eso me incluya. La herida me duele, pero no pienso despertarla; subo las escaleras con ella en brazos. Abro la puerta de su habitación y la deposito en la cama. Susurra cosas inentendibles para mí. ¿Qué estará soñando? Seguramente con Omer Rinaldy, ya que está sonriendo. Salgo de la habitación con extremo cuidado.

—¿Cómo está? —Pregunta Lia, levanto la vista, su mirada refleja preocupación; me costó mucho convencerla para que se fuera antes que nosotros del Hell.

—Dormida. —me limito a responder, no tengo deseos de hablar, tengo claro que debo liberar la frustración que siento y qué mejor manera para ello que emplear mis conocimientos de lucha para lograrlo. Esta vez debo ser más discreto, no quiero que Emily observe las heridas con las que termino. Y aunque finjo ser seguro de mí mismo, jamás le había mostrado mis cicatrices a nadie, al menos no por voluntad propia. Sí, soy patético, cuanta razón tenía mi madre al decirme que iba a enamorarme aun cuando no quisiera hacerlo, puesto que esto es algo que no podemos controlar. Me volteo, con la clara intención de marcharme.

—Tiene suerte de tenerte en su vida, Ethan, y ella lo sabe. —agrega, ¿tan patético me veo que hasta la mejor amiga de Emily siente lástima por mí? Esto sí que es denigrante, quisiera alejarme; pero la necesidad que siento de protegerla y otras cuestiones terminan impidiéndomelo.

—El agradecimiento es lo último que deseo que sienta por mí, prefiero que me odie. —le hago saber lo que pienso, considero que el agradecimiento genera cariño, el cual da paso a que se forme una amistad, y vuelvo y repito, soy un egoísta, jamás podría conformarme con su amistad.

Salgo de la mansión sin escoltas, solamente con mi moto; jamás llevo casco, el aire que golpea mi rostro me hace sentir libre; algo irónico para alguien que estuvo encerrado la mayor parte de su vida. Necesito arrancar esto de mi pecho, este sentimiento que no puedo describir y que detesto. Cuando ella está cerca, no puedo pensar, mucho menos actuar con frialdad. ¡Joder! Acelero un poco, logrando llegar a mi destino con mayor rapidez. Este lugar no es nada seguro, aun así, es el único sitio donde me siento yo al cien por ciento. Las chicas se acercan a mí y las rechazo, no soporto ver la mirada de asco en las mujeres al ver la cantidad de cicatrices que hay en mi cuerpo; algunas casi imperceptibles gracias a los tatuajes que me vi obligado a hacerme. Pensé que Emily sería igual que las demás, pero una vez más terminé equivocándome con ella. ¡¿Será posible que pueda sacármela de la cabeza por dos malditos minutos siquiera?! Me despojo de mi camisa y subo al ring de boxeo que hay en el lugar, los gritos alabando mi nombre elevan mi ego, sonrío de medio lado con arrogancia al ver a mi oponente. Soy más alto que él, puede que tenga más músculos; pero jamás me superará en rapidez. Los golpes descuidados por su parte comienzan y acabo con él sin siquiera despeinarme. Sigue uno detrás de otro comenzando al fin la diversión. Algunos son más ingeniosos que otros; aunque lo parezco, no soy un Dios y varios logran propinarme golpes en el torso y en mi labio inferior. Cuando considero que ha sido suficiente salgo de aquel lugar, evidentemente clandestino. De haber tenido el conocimiento que ahora poseo, estoy seguro de que no hubieran podido infringirme tanto dolor, con el propósito de hacerme más fuerte.

Emily... [Libro #2] [Saga bebé] +18✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora