Capítulo IV: ¿Rosas rojas para mí?

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[Editado]✔

Emily Walton;

Abro los ojos y me incorporo en la cama con sumo cuidado. Omer está plácidamente dormido, su torso está descubierto al igual que todo su cuerpo. Me resulta imposible no detallarlo con mayor efusividad. Jamás me había sentido tan deseada en mi vida. Recordar sus besos, caricias y la manera en la que me miraba mientras me hacía rozar el cielo con sus movimientos me dan unas inmensas ganas de repetirlo. Meneo la cabeza, ignoro el dolor que tengo en la entrepierna al levantarme. ¿Qué pensaba? Seguramente mi cerebro tenía la estúpida creencia de que no me dolería caminar después de una noche tan movidita. Me coloco las bragas, el brasier y los tacones. Acomodo un poco mi pelo, observo a Omer por última vez. Si lo hubiera conocido antes quizás me habría encantado otro encuentro, sin embargo, estoy en una etapa de mi vida en la que solo me enfoco en mi trabajo y no tengo pensado cometer la estupidez que sería enamorarme. Tropecé con esa piedra dos veces y no tengo intenciones de agregar otra caída a la lista. El enorme florero de rosas rojas llama mi atención, observa la cama y sonrío de lado. Tomo una rosa en mi mano y la coloco en el mismo lugar en el que dormí.

El auto de mis guardaespaldas está estacionado afuera, como imaginaba. Me subí en este sin decir una palabra. El camino hacia mi casa fue un buen momento para organizar las ideas. Acabo de tener sexo con el peor enemigo de mi ex y no me estoy arrepentida por ello. No tengo la menor idea de si Omer tiene novia. Llevaba demasiado tiempo fuera del país, y no he tenido tiempo para empaparme de todo lo que ha sucedido con la alta sociedad, así que es preferible mantener su identidad en el anonimato. El vehículo se detiene frente a mi mansión. Los periodistas están afuera, observo mi atuendo, dándome cuenta de que no es el apropiado. Tengo una camisa de hombre puesta y no tengo ganas para lidiar con cotilleos en mi contra.

—Lléveme a la casa de Lia, por favor. _Ordeno y el hombre que sostenía el volante asiente. Veo mi casa alejarse, lo único que quería era darme una ducha y descansar un poco. Hoy tenemos que hacer la prueba de los vestidos que utilizaremos en Miami. Karina me ofreció un contrato bastante atractivo. En dos semanas se realizará un desfile en Miami, toda la clase alta y muchísimas empresas de prestigio estarán presentes. Abriré muchas puertas ese día. A pesar de ser rica, Lia vive en un departamento, asegura que comprará una mansión cuando tenga con quien compartirla.

Me bajo del auto, los chicos también lo hacen y me custodian hasta la puerta de mi mejor amiga. Doy leves toques en esta, bufo por lo bajo. Debí haber llamado antes de venir. Busco en mi cartera la llave que la misma Lia me entregó y entro en el lugar.

—¡Dios mío! _Exclamo con sorpresa al ver una escena bastante incómoda y personal. Tanto Lia como su acompañante, el cual me resulta bastante conocido, debo decir, detienen sus movimientos. ¿Alguna vez han sorprendido a su mejor amiga en pleno acto? Pues.... Yo acabo de pasar por eso y lo único que quiero es que la tierra me trague. Fue una mala idea haber venido.

—Lo siento, lo siento, continúen con lo que estaban haciendo. Voy al baño... —Ellos parecen haber perdido la inteligencia. Entro al baño, humecto un poco mi rostro. Me cepillo los dientes y arreglo el nido de pájaros que era mi cabello. Es una suerte que tenga todo lo necesario aquí. En mi casa Lia tiene una habitación, ni hablar del closet lleno de ropa que no ha utilizado. Media hora después escucho leves toques en la puerta del baño, la abro y encuentro a mi mejor amiga con una enorme sonrisa en el rostro. —¿Ya se fue? _Cuestiono y ella asiente. Parece estar en una nube, toma mi mano y me guía hasta su habitación.

—¡He pasado una noche increíble! ¡Ese hombre es un maldito dios en la cama! Creo que jamás había tenido orgasmos tan buenos. —Hago una mueca al sentarme en la cama. ¡Maldición! Lia se percata de esto y detalla mi atuendo con los ojos entrecerrados. —¡Emily Alejandra Walton Walker! _Masculla con sorpresa y un brillo de maldad en los ojos. La fulmino con la mirada, odio que mencionen mi segundo nombre. No lo considero feo, lo que sucede es que así se llama la mujer que me trajo al mundo para después venderme. Lia comienza a hacer un baile bastante raro, ocasionando que me ría a carcajadas de sus malos movimientos. Digamos que bailar no es una de sus virtudes.

Emily... [Libro #2] [Saga bebé] +18✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora