CAPÍTULO 35
Los días transcurrían y Silvio en penumbras no hacía más que limitarse a pensar y perfeccionar los detalles que debía de considerar para terminar de desaparecer a cada uno de los hombres que aparecían poblando esa larga lista de su libreta. Hasta el momento, había podido avanzar, junto a Alex, con su cometido, pero había algo que lo oprimía día a día y eso era el no tener con él la certeza que esos eran todos.
Sin querer dentro del bajo mundo del narcotráfico, se había corrido la voz de la presencia de un cazador nocturno de elegante atuendo, que se dedicaba a dejar cuerpos inertes de narcos, abogados corruptos, traficantes, tratantes de blancas y todo ente que de alguna manera se había involucrado con Leticia. Y habían empezado a aparecer pequeñas sumas de dinero en torno a su captura vivo o muerto. La suma de dinero ofrecido por la captura de ese misterioso hombre que algunos llamaban el cazador, sombra elegante o vengador adjuntaba como único dato que este personaje, aparecía de noche y solo vestía de negro de la cabeza a los pies. Unos decían que era un hombre grande de casi dos metros de alto, otros decían que no lo era tanto, incluso decían; los de mucha imaginación debido a sobredosis que se parecía a esos superhombres que hacían brotar chispas de los ojos, y rayos de las manos, que era rápido y escurridizo...
—¡Ni hablar!, ¡traigánme a ese hombre!, lo quiero aquí mismo mañana ¡vivo o muerto!. Lo más rápido posible, y si es hoy que así sea. No puedo creer que invierta tanto en matones a sueldo, ex guerrilleros y soldados para que un simple cazador huevón elimine a mis hombres diariamente. ¡Que mierdas les pasa! es que acaso estoy rodeado ineptos. A este paso perderemos fuerza en los conos y en el puerto.
— Señor ...permítame.
—¿Qué carajos quieres?, ¿acaso vas a pedir permiso para ir a cagar?—Expresa con acidez el hombre de traje elegante y cabellos canos, delante de la veintena de hombres a su cargo.
—No, ...es es... que yo... decía si... si puedo quedarme hoy a observar las cámaras de videovigilancia. —Expresa timorato un jovencito, dentro de los hombres más jóvenes.
—Ah, así que quieres quedarte a rascarte los huevos, pues no. ¡Ni hablar! Ya que te me marqueteas como vista de águila, hoy te quiero de campana en el puerto.
—Está bien señor, usted manda.
—Qué bueno, que reconoces a la autoridad aquí. El resto los quiero 4 en el puerto junto a este huevón, 5 en los galpones, 7 custodiando la mercadería que hoy se distribuye, 3 en el acceso de ingreso y los otros 5 se quedan aquí conmigo —Dando una palmada en el aire en señal de dispersión; los 24 hombres salieron a ocupar sus puestos, mientras que el viejo como lo conocían algunos pasaba al gran salón de apuestas del recinto.
...Al otro lado de la ciudad...
—Y bien bombones ¿cómo están?, ¿Ya listos para esta noche?—Comentaba Alex ubicándose en la silla frente al escritorio y revisaba las tachas hechas por Albert en el listado de los hombres que se supone ya habían eliminado los últimos días.
—¿A qué has venido Alex?, nuestros encuentros son sólo por las noches, no durante el día, te lo dejamos claro. —remarcaba Albert sobando sus sienes con una exagerada expresión de cansancio e impaciencia.
—Quién lo diría eres un ermitaño y como yo no estoy dispuesta a soportar malas caras me voy. A ti te veo a las 9:30 en el lugar de siempre, Albert y tu ya sabes lo tuyo ¡eh!. Sólo vine temprano porque quiero dejarles este nuevo silenciador para estos nuevos juguetitos.—Decía Alex entregándole a Albert y Silvio un arma de mediano tamaño y largo alcance, e inmediatamente se paraba dándoles la espalda con desdén.
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ÁNGEL O DEMONIO
Truyện Ngắn¡Alguna vez te has sentido sólo? y te han dado ganas de gritar: "Give me love". A Silvio le pasó el día que conoció a Lucero. Él nunca se puso a buscar el amor, incluso llegó a pensar que eso no era para él. sólo le interesaba tener amigas con dere...