Capítulo 20

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     Después que Clemente diera el anuncio de su situación esperaron algunos minutos hasta que pronto pudieron salir de esa zona gracias al envío oportuno de una unidad policial y una camioneta de la seguridad personal de la familia.

     Minutos después retornaron a la zona en otra unidad y pudieron continuar en su misión de acercarse al bufete, pero esta vez Albert se unió a Silvio junto a Carlos, el franco tirador.  Y continuaron su ruta hasta llegar a un semáforo que los detuvo algunos minutos. Clemente bajo el vidrio delantero del copiloto para arrojar la colilla de su cigarrillo y de pronto una bala le impactó el brazo derecho. Se trataba de una bala con un orificio de entrada y salida. 

     —¡Mierda! —Gritó Clemente al sentir el impacto sobre su brazo.

     —¡Carlos cierra la ventana de Clemente! —Grito Albert al percibir que un hilo de sangre empezo a salir del brazo de Clemente. E inmediatamente un sonido seco impactó en el vidrio del costado derecho de Silvio. 

     —No sé que es lo que está pasando afuera, pero creo que es necesario que ya mismo lleguemos a nuestro destino porque no es casualidad que  vengan a ayudarnos a llegar rápidamente a llevarnos a un tour cerca al Edén, así es que todos, creo debemos de andar bien prevenidos, porque de lo contrario este Rambo no podrá con todos. ¿No crees Albert? —Dice Silvio, mirando al francotirador.

     —¿Necesito que me ayuden a disparar, de ser necesario, saben usar armas?—Dice el francotirador observando tanto a Albert como a Silvio detenidamente.

     —Bueno yo sólo lo he hecho en esas ferias en donde juegas al tiro al blanco y este wey sólo le dispara a su mujer—Dice Silvio con una sonrisa radiante.

     —Eso no es cierto, yo si sé usar armas, tomé un curso básico para portar armas, aunque nunca gestioné el permiso para portarlas, ni nunca me preocupé por adquirir una. —Comenta Albert un poquitín molesto por el comentario de Silvio.

     —¡Viste Rambo!, así tienes que presionar a este bombón para que te diga algunos de sus secretitos. —Comenta Silvio moviendo las cejas de arriba a abajo.

     —¡Bien! les voy a dar un arma a cada uno para que las tengan consigo, pueda que las necesitemos al momento de bajar de este vehículo. Pues ya han pasado varios sucesos que me indican que ustedes dos son de esos qiueatraen balas, al menos para que puedan estar prevenidos al momento de poner un pie en el piso al llegar. 

     —¿Clemente estás bien?

     —Ha sido una bala que entró y salió. Mira, comentó Clemente mostrando adolorido los dos orificios de la bala en su brazo. Creo que aún puedo disparar, sólo necesito algo con que amarrar y presionar la salida de sangre.

     —Bueno recuerda tener el chaleco antibalas bien cerrado al desender y el arma sin seguros a mano pues estos dos son un imán para las malas vibras, dice Carlos, el francotirador, de un modo reflexivo mirando a ambos amigos sentados en el asiento trasero preocupado. Observando como Silvio se estaba quitando la corbata para brindársela a Clemente y con ella hacer un torniquete que le permita detener el sangrado.

     —Carlos la verdad creo que esto no es más que una emboscada orquestada por alguien que a lo mejor nos conoce. Por lo general el enemigo siempre está muy cerca de uno, y si es uno muy cercano, no llegaremos ni a la esquina si está al tanto de nuestros pasos. —Comenta Albert.

     —Muy cierto, señor —dice el francotirador.

     —Albert quien sabía que estamos dirigiéndonos por esta ruta sólo eran los seguridad de la casa y Ellen. Así que... si Ellen no es el enemigo, tenemos dos o tres alternativas en las que pensar. Ellen está en peligro con ese hijo de puta al lado. El enemigo sólo te quiere a ti, o es que nos han intervenido el teléfono. —Dice Silvio.

ÁNGEL O DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora