CAPÍTULO 38

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CAPÍTULO 38


     Fueron muchos los contratiempos que pasaron los amigos, Silvio Marcelo, y el resto, pero después de los últimos eventos y tras la noticia de la muerte del viejo Louis Anglas y la reciente desaparición de Leticia del ojo público. Todos habían reiniciado sus actividades con normalidad.

     Las cosas en la oficina del bufete simulaban estar en su habitual calma de siempre, aunque con Albert aún recuperándose, Silvio había asumido toda la carga del bufete dándose ciertas licencias para siempre estar rondando por el hospital, precisamente por el tópico o por triaje, con cualquier excusa, desde una supuesta subida de tensión, resfrío, vacunas, etc que se le ocurrían a Silvio. La razón tenía nombre y apellido: Lucero Quiceno

     — Buen día Leyla, algún encargo o pendiente para el día de hoy.

     — Buenos días, doctor Prescott. Toda la correspondencia para el día de hoy ya se encuentra sobre su escritorio, como a usted le gusta. Al medio día tiene una cita con dos empresarios para que usted revise un problema de una auditoría, tiene una negociación con los Jimenes en una disputa civil, ya confirmaron fecha para este viernes a las dos de la tarde en el tribunal, hay una conciliación con los demandantes del grupo INCOT, y no sé como hará pero hay tres nuevos juicios para esta misma semana, y ya archivé el expediente del último caso que me pasó el doctor Contreras.

     — Silvio te necesito, ¿puedes venir a mi oficina, por favor?—Habla Albert

     —¿Escuché bien, o están penando? —Expresa Silvio curioso.

     —Sí, es el doctor Contreras —Responde Leyla, atentamente.

     —Parece que ya se digno a venir don ogro

     —Sí señor, lo hizo desde muy temprano, y en este momento lo puede ubicar en su oficina.

     —¡Eso no lo puedo creer, hasta que al fin aprendió a madrugar!. ¿Será que ya no le han dado hoy el mañanero de costumbre?

     —...

     —Leylaaaa... ¿Dónde se encuentran los expedientes que le solicité hace un rato? Es que no hablé claro... —Decía Albert malhumorado saliendo de su oficina—. Y... baje esas hojitas de la pantalla que dan aspecto de oficina de un preescolar con tanto color que se ve esa pantalla del ordenador.

     —...

     —Llame al gerente de relaciones humanas del edificio INCOT asociados, para esta tarde. Que no se le olvide antes de las dos, sino agéndelo para mañana. Llame al conservatorio y dígales que necesito que reciban un par de cajas a las 10am en punto y que tengan afinado los instrumentos que llegarán para la tarde. No me pase llamadas, no quiero interrupciones de ningún tipo. Bueno si, sólo si llama mi mujer. —Manifestaba Albert dando zancadas hacia el interior de su oficina, no sin antes arrancar los post-it del ordenador de Leyla, estrujarlos y arrojarlos al tacho. Dejando con la boca abierta a Leyla y a Silvio.

     —¡Que feo eres wey! —Manifestó Silvio palmeando a Albert para bajar la tensión del momento.

     —No te preocupes linda, no le hagas caso al doctorcito este, ¿ya recoge esas babas? No ves que ese tipo nunca te pelara los dientes, ni nada, él sólo tiene ojos para su mujercita. Lo tienen embrujado —comenta Silvio guiñándole un ojo a la secretaria de Albert.

     —No se equivoque doctor Prescott, no estoy interesada en el doctor Contreras, lo que estoy es admirada de su cambio. Ya decía yo que lo que este tipo necesitaba era una mujer que lo ponga en orden y le bajara esas malas pulgas que se cargaba, aunque creo que si le decimos a su mujercita que se pasee por aquí de cuando en cuando, podríamos tener al jefe más mansito. Porque aun sigue intenso. Ya me estropeo las notitas que tenía como ayuda memoria.

ÁNGEL O DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora