Pasó el fin de semana, y todo fue perfecto. En la mañana del lunes bajo a desayunar cuando un olor intenso a chocolate inunda mi nariz.
-Alguien se está superando -dije acercándome a la mesa y viendo las delicias que había sobre ella.
-Te mereces solo lo mejor -dijo él tomando mi mano y acercándose para abrazarme.
Una sensación distinta recorrió mi cuerpo con ese abrazo, parecía más intenso, luego depositó un beso en mi frente tan delicadamente que me enterneció.
-Te quiero -
Lo observé sorprendida y dije
-Okey, ¿Que sucede? -
-¿A qué te refieres? -preguntó disimulando.
-Estás muy diferente está mañana -
-¿No puedo decirle a mi novia que la quiero y mimarla un poco? -
-No, es decir, claro que puedes, es que... olvídalo, cosas mías -dije rindiéndome al no saberme explicar.
Leonardo me beso nuevamente y volví a sentir lo mismo, era un sentimiento tan poderoso que me hacía temblar.
-Vamos, tenemos que ir al internado -
Asentí con la cabeza y nos sentamos a desayunar para luego cambiarnos y salir.
A primera hora de la mañana me tocaba deporte, lo cual estaba bien para poder despejarme un poco. Pude percibir que la mano de Leo apretaba con más fuerza la mía.
-Tranquilo, me se cuidar -
-Lo sé, solo quisiera sacarte de este infierno -
-Estaré bien, nos vemos luego -Le di un beso rápido en la mejilla y sonreí alejándome rumbo al gimnasio.
Al llegar Jorge ya estaba ahí así que me apresure para cambiar mi ropa.
Después de unos estiramientos y un poco de gimnasia la clase acabo con tranquilidad, casi no me percate de las típicas miradas de odio que atravesaban mi cuerpo como cuchillos, estaba muy centrada en dejar esto como el precio que debía pagar por mi felicidad al lado de Leo.
En el pasillo rumbo a mi siguiente clase me encontré con Humberto, el estómago se me retorció.
-Bien, que tenemos aquí -
-Tengo prisa así que apártese -dije con tono serio.
-Desde que Leonardo te saco del internado te has vuelto más engreída, piensas que estas a salvo con él, pero no tienes ni idea de lo que te puede llegar a pasar -dijo rodeándome como un buitre y tocando mi cabello, me gire rápidamente para que dejase de hacerlo.
-No me amenace rector, yo se defenderme muy bien sola -dije sin vacilación.
Humberto se acercó sonriendo con malicia.
-Cuando amenazas estas más sexi -
Intento tocar mi cara, y en un movimiento rápido le mordí con fuerza la mano sacándole sangre. Él gritó de dolor y me pego en la cabeza contra la pared para que lo soltara, deje de morderlo y le di un rodillazo en la entrepierna, él me soltó y yo salí corriendo por el pasillo.
Me detuve agotada cuando ya había recorrido una buena distancia, la cabeza me dolía tanto que todo comenzó a dar vueltas y acto seguido me desmayé.
Me despierto confundida y cuando veo alrededor estaba en la enfermería.
-¿Ámbar, puedes oírme? -preguntó Beatriz al verme abrir los ojos lentamente.
-Dios, ¿Qué ocurrió? -me pasé una mano por la cabeza al sentir un poco de dolor.
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Dulce esclavitud ( ☑TERMINADO )
RomanceÁmbar paso del cielo al infierno por culpa de los vicios de su padre. Atrapada en un mundo donde la oscuridad es tan grande que consume hasta la más pura de las almas, conoce lo que al principio le parece un fastidio, pero luego se convierte en su ú...