La campana sonó a las seis y al abrir los ojos estaba agotada, la fiesta había estado bien, pero necesitaba dormir por lo menos una semana. Me levanto sin deseos de la cama y me miro al espejo, recordando la noche anterior, sonrío, termino de acicalarme y abro la puerta de la habitación buscando mi dulce despertar de todas las mañanas y allí estaba la rosa y una tarjeta:
Para la chica que brilla como la mejor de las estrellas. Buenos días.
Mi mañana no podía ser más perfecta, mientras me vestía sentí unos toques en la puerta, abrí y veo a la mujer del comedor con una bandeja.
- Eh... -
- Buen día, desayuno especial para usted señorita - dijo con una sonrisa.
- ¿No te equivocaste de habitación? -
- No, eres Ámbar Cruz ¿cierto? -
- Si -
- Que disfrutes -
Dijo la mujer entregándome la bandeja, entre y coloque y la sobre la cama, al quitarle la tapa me quedo impresionada, era mi desayuno favorito y en una buena cantidad, había una tarjeta.
Come para que tengas energía.
Obviamente había sido Leonardo, era bonito que se preocupara por mí.
Mientras caminaba por el pasillo directo al salón cuando me encuentro con lo que arruinaría mi buen humor.
- Vaya, vaya, pero si es la joya de Leonardo, me alegro de encontrarte esta mañana - dijo Humberto con una sonrisa que me causo repugnancia.
- No puedo decir lo mismo -
- Que grosera, anoche te portaste muy bien, me tuve que contener mucho para no besar esa linda boquita -
- Apártese viejo asqueroso -
- Sin embargo, ahora que estamos solos, no veo razón por la cual contenerme-
Humberto me acorrala y sujeta con fuerza mi pelo, el dolor se hace presente en mi cabeza, lo piso fuertemente y él me suelta gritando.
- ¡Maldita perra! -
Salgo corriendo y al doblar la esquina del pasillo choco con Jorge.
- ¿Ámbar? ¿Estás bien? -
- S-sí, lo... lo s-siento profesor - dije agitada por la carrera.
- No deberías correr así, ¿tu tobillo no estaba lastimado? -
- No se preocupe -
- ¿De qué huías? -
Levanté la vista y dije.
- ¿De qué usted cree? -Jorge me mira en silencio.
- Debo irme con permiso -
Camine rápido a pesar de mi tobillo para llegar a la enfermería.
- ¡Ámbar! ¿Qué sucede?, tu pie aún no está sano ¿Por qué estas tan agitada? ¿corriste? -
- Yo... y-yo... -
- ¿Qué sucedió? - preguntó Beatriz levantándose para ayudarme a llegar a la camilla.
- Humberto, ese viejo intento besarme -
- Dios, ven, siéntate -
Beatriz me ayudo a sentarme en la cama de la enfermería y mientras revisaba mi pie decía.
- Debí imaginarlo, vi cómo te miraba en la fiesta, es muy repugnante -
- Es asqueroso - dije recordando el momento.
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Dulce esclavitud ( ☑TERMINADO )
RomansaÁmbar paso del cielo al infierno por culpa de los vicios de su padre. Atrapada en un mundo donde la oscuridad es tan grande que consume hasta la más pura de las almas, conoce lo que al principio le parece un fastidio, pero luego se convierte en su ú...