Capítulo 4

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Siento una voz que me llama y acto seguido me despierto.

- Ámbar despierta -

- ¿Qué sucede? - pregunte desorientada, por unos segundos había olvidado donde estaba, me pase las manos por el rostro y mire a Rosa.

- Tienes una cara espantosa -

- Me siento débil - dije sentándome en el colchón.

- Eso es porque no has comido nada seguramente y ya es hora de almorzar, vamos, el comedor aguarda -

Rosa tomó mi mano y bajamos al comedor donde estaban todas las alumnas, yo apenas podía oler esa comida horrorosa, el asco que sentía era más fuerte que el hambre así que me negué a probar bocado.

En la tarde las nocturnas se preparaban para salir a trabajar y las favoritas se dedicaban a complacer a sus profesores, pero las novatas tenían que continuar con las clases y nos tocaba modelaje.

En cuanto Rosa abandono la habitación me puse a organizar mis pertenencias en el armario ya que antes no había tenido tiempo, luego bajé las escaleras como pude, me sentía muy débil.

Al llegar al salón de modelaje que era el mismo que el de baile vimos que la profesora era la misma también, fuimos todas a cambiarnos y yo me quede sin aire al ver lo que debíamos usar. Eran biquinis de color rojo y la parte de abajo era un tanga, ni muerta lo usaría, ya era demasiado.

Todas fueron al salón menos yo, no podía seguir cediendo, esto me sobrepasaba, a los tres segundos aparecieron en el vestidor Alba y Humberto con cara de pocos amigos.

- ¿Por qué no estas vestida para mi clase? - preguntó Alba con una mirada soberbia.

- No voy a ponerme ese traje de baño - respondí frente a ella.

- Señorita Cruz, si no se pone el bikini tendrá un parte y al tercero ya sabe, además, su ropa ya está mal de por si - expreso Humberto escribiendo en una agenda.

- Haga lo que quiera, no me pondré ese traje ni cambiare mi ropa - dije colapsada y molesta.

Vi el asombro en la cara de Alba, sus ojos abiertos como lechuza me indicaban que me había pasado de la raya, pero realmente ya me daba igual, eso era un infierno, pero no estaba dispuesta a entregarme así de fácil al demonio.

- Es usted muy rebelde florecita, veamos si te sientes igual después de un castigo, andando -

Se me acerco para tomarme por el brazo y yo me solté de un tirón para luego empezar a caminar sola, no iba a resistirme, si lo hacía les daría el gusto de que lograron doblegarme y ese no era el objetivo.

Humberto me llevo hasta el sótano del internado, realmente estaba oscuro y más húmedo de lo normal, era una celda de cuatro por cuatro sin ventanas, con un colchón viejo en el piso y una manta con huecos.

- Adentro ahora - dijo y me empujo haciéndome caer - Sabes, no tienes que pasar por eso florecita, si fueras amable conmigo yo también podría serlo contigo -

- Siga soñando - dije asqueada.

- Como quieras, veamos qué tan rebelde eres después de tres días aquí - dijo cerrando la reja y alejándose.

Sólo había una luz tenue de un quinqué que había colgado en la pared frente a la celda, respiré profundo y me acerqué al colchón para sentarme, todo era pura humedad y polvo, hacía frío y podía escuchar las ratas caminar, esto era cruel, inhumano, comencé a llorar nuevamente mientras recordaba por segunda vez mi antigua vida.

Pasaron los tres días de castigo, yo me sentía tan débil que apenas podía mantenerme despierta, siento el sonido de la reja abriéndose y frente a mi estaba Leonardo en cual se agacho para decir.

Dulce esclavitud ( ☑TERMINADO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora