Capítulo 1

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La vida sigue, no importa que pase, el tiempo nunca se detiene. Observo por la ventanilla del coche como las casas desaparecen para dar paso a uno, dos y muchos más árboles, hoy dejo atrás todo lo que conozco por un error de mi padre, y voy en camino hacia una nueva vida.

Quizás no sea tan malo, es una nueva aventura, debo ser valiente por mi madre, ella no soporta verme triste y yo no soporto verla sufrir por mi causa, así que acepto mi nueva realidad esperando encontrar la felicidad.

—Baja ya de las nubes Ámbar, hemos llegado —.

La voz de mi padre resuena en mi cabeza sacándome de mis pensamientos, cierro mi cuaderno y miro por la ventanilla, es grande este lugar y un poco siniestro, respiro y abro la puerta para bajar del coche. Mi padre saca mis maletas y las pone junto a mi mientras dice serio y autoritario.

—Sabes bien lo que nos ha costado conseguir una escuela para que sigas estudiando ¿verdad? —.

—Si papá, lo sé —dije mirándolo para luego centrar mi visita en la escuela.

—Bien, no lo eches a perder —amenazó y se volteo para entrar nuevamente en el coche, me gire rápidamente para preguntarle.

—¿Cuándo vendrás a buscarme para ver a mamá? —.

—Ahí dentro te dirán lo que tienes que hacer —exclamó sin contestar y se alejó en el coche como si hubiese entregado un paquete.

Respire tomando mis maletas y entre. Acostumbrada a colegios privados y uniformes estilizados me sentía como pez fuera del agua, hasta ahora todo lo que veía eran chicas vestidas de manera muy extrañamente provocativa y todo parecía como si el edificio tuviese mil años de antigüedad y desde entonces nadie hubiese habitado en él.

Junto a mi había cuatro chicas más con maletas, supuse por sus rostros asustados que también eran nuevas y empecé a dudar de si lo que me rodeaba era realmente bueno.

De pronto aparece frente a nosotras una señora refinada con unos tacones altísimos y de punta muy fina, la observe bien, parecía una muñeca, las cirugías estéticas en su rostro podían ser notadas a kilómetros de distancia.

—Soy la directora Marcia, les doy la bienvenida a su nuevo hogar, yo seré la responsable de ustedes ahora, así que les daré un consejo, sean buenas con nosotros y nosotros seremos buenos con ustedes —señaló con un tono de advertencia.

Mire a la demás para comprobar que no era la única confundida con todo esto, sus rostros estaban cada vez más tristes y asustados, seguía sin comprender, cada célula de mi cuerpo me decía que estaba en el lugar equivocado.

—Tomen sus maletas y síganme, las llevare a sus habitaciones —indicó la directora mientras se daba la vuelta para empezar a caminar rumbo a las escaleras.

Todas comenzamos a seguirla mientras observábamos a nuestro alrededor, ese lugar era deprimente, la falta de estética reinaba en cada rincón al igual que la higiene.

Al llegar al cuarto piso la directora fue dejando a cada chica en su habitación, todas teníamos una compañera de cuarto que obviamente llevaba más tiempo que nosotras dentro del internado. Mientras nos repartía nos comentaba que nuestras compañeras se encargarían de explicarnos las reglas del internado y que clases daríamos, algunas parecían amables, otras muy estiradas.

Fui la última en llegar a mi habitación la 13, genial, era el número de mala suerte, no era supersticiosa, pero mi madre si creía en eso y siempre me pedía que tuviese cuidado, supongo que aquí eso no funcionaria.

Al abrir la puerta casi me desmayo del impacto, la habitación estaba vacía, pero parecía sacada de una película de terror. Todo olía a humedad, los barrotes de hierro de las ventanas estaban oxidados por el salitre del mar que quedaba a pocos metros de distancia. Las esquinas de las paredes que se unían con el techo estaban verdes por el moho, y este estaba todo quebrado pareciendo que se iba a caer en cualquier momento, terrible, como si no hubiese vivido nadie allí por décadas.

Dulce esclavitud ( ☑TERMINADO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora