Elfo y Dragón #3 Kookmin

Capítulo 02

Jimin

El calor se volvía más asfixiante dentro de la sala de entrenamiento de la Orden. Jimin bien pudo ventilar el lugar con solo abrir las puertas y un par de ventanas, pero el verano llegaría en unas semanas. Y los asesinos que se encontraban realizando una rutina exhaustiva, necesitaban ser capaces de luchar bajo las olas de calor al igual que lo hacían durante el frío.

Caminó entre las filas de guerreros, inspeccionando a cada uno de los quince asesinos de la Orden de Cheen, se aseguraba de hacerse presente, de ver cada mínimo detalle, siendo esta una prueba distinta para ellos. Dong estaba entre ellos, sus movimientos iban en perfecta sincronía con los demás altivos. Hacía poco que se había convertido en asesino, pero se adaptó con rapidez.

Taehyung se encontraba al frente de todos los altivos, en el mismo lugar donde Suho una vez estuvo y los observaba con el mismo detenimiento de Jimin. Taehyung se volvió el líder tan pronto tuvo la oportunidad. Se encargó de entrenar a los elfos mientras Jimin se ocupaba de los acuerdos entre los humanos y los ancianos de Cheen. Y Taehyung debía enorgullecerse de sus aprendices. Cada uno era el pleno ejemplo de un asesino de la Orden. Cada uno era una espada moldeada y forjada para convertirse en el arma perfecta. Ahora todo era distinto, la torre había caído y los dragones estaban dispersos, aun así, el cambio convertía a sus enemigos en algo impredecible. El deber de Jimin era asegurarse que la Orden estuviera lista para todo.

Una y otra vez, los elfos repitieron sus movimientos de ataque con tal furia como si fuera su última oportunidad de matar. Sus músculos resplandecían bajo las antorchas del lugar. Sus ojos brillaban con determinación y compromiso. Jimin se movió a la parte trasera de la formación y observó los pasos de cada asesino. Eran perfectos. Incluso llegó a pensar que Taehyung era mejor instructor que él. Los resultados eran la prueba visible.

—Conocemos sus movimientos como la palma de nuestras manos —ronroneó una voz grave y seductora desde la entrada; a espaldas de Jimin. Varias reacciones emergieron a la vez en su interior, la primera fue lujuria, porque el dragón nunca abandonaba sus pensamientos. Sin embargo, el miedo desvaneció su deseo rápidamente cuando una formación de asesinos tropezó con sus propios pies y después se volvieron hacia el intruso. Una le lanzó un cuchillo, su entrenamiento era tan excelente que su primer instinto fue arremeter contra el dragón.

En un abrir y cerrar de ojos, Jimin siguió la trayectoria del arma.

Jungkook se hizo a un lado con pulcra elegancia y provocó que el lanzamiento pareciera lento. El cuchillo pasó a un lado suyo y se clavó en la pared que estaba detrás. Su única respuesta fue enarcar una ceja y colocar ambas manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Aunque vestía ropa de elfo, fabricada con algodón y cuero, su apariencia no era igual a ellos en lo más mínimo, al igual que los humanos que yacían alrededor de la aldea. Y aunque Jungkook podría hacerse pasar por un humano, tampoco pertenecía a ellos. Su semblante estaba rodeado de rasgos bien definidos y sus ojos eran de un tono verde esmeralda tan intenso que era imposible esconder su verdadero ser; un dragón.

—¿Dije algo malo? —preguntó con sarcasmo y sin dejar de caminar alrededor de la sala. Su atención se desvió al estante de armas perteneciente a la Orden y luego volvió a los altivos. Todos estaban entrenados para matarlo: al príncipe Jungkook. El hijo de la reina de los dragones y la dragona más temida en la guerra.

Jimin tenía que decir algo, pero parecía que había olvidado cómo hablar. Ya era demasiado tarde para pedirle a Jungkook que se fuera y a juzgar por la expresión del dragón, era claro que no iba a obedecerlo. Estaba disfrutando este momento. Sus ojos resplandecían con extraño desafío, el mismo que Jimin conocía y le decía que Jungkook caminaba por la cuerda floja, pero que seguiría tentando su suerte hasta saber qué tan lejos podría llegar antes de que la cuerda se rompiera.