Jimin
Alumn le dijo que no estaba hecho y él le dijo que ya había hecho suficiente. Pero ese no era el final. Su piel se estremeció como cuando se despertó de los latigazos, se estremeció como lo hizo cuando los dedos de Jungkook lo acariciaron y sujetaron. Parpadeó ante la oscuridad, pero descubrió que no estaba todo oscuro donde yacía, sino sólo húmedo y tibio. Incorporándose, palpó distraídamente el desgarre en su chaqueta. Sangre seca se desprendía de sus manos. Revisó dentro, sus dedos tocando la piel, buscando el corte profundo. Pero su piel estaba suave. La herida había sanado. Él vivía. No estaba seguro de cómo, todavía no, pero respiraba y su corazón latía...
Y un dragón lo ahogaba, pero el dragón era suyo.
Un ala lo cubría arriba, sellando a Jimin dentro de un refugio diminuto y tranquilo, arropado contra cálidas escamas. El enorme corazón de Jungkook tartamudeaba con un latido irregular en la oscuridad. Jimin pasó la mano por la escama más cercana. La respiración de Jungkook se hizo difícil. Las escamas eran más ásperas de lo que recordaba Jimin, con cicatrices de suciedad y polvo. Algunas tenían rasguños profundos y pedazos faltantes. Jimin acarició a los que pudo alcanzar y luego deslizó sus manos por la mandíbula de Jungkook.
La cuenca irregular del ojo mostraba la fea verdad del sacrificio de Jungkook y el pecho de Jimin se hundió al verlo.
—¿Me salvaste de nuevo, dragón? —él susurró.
Jungkook gruñó. Luego se escuchó un ronroneo y Jimin se pegó a las escamas de Jungkook. —Lo siento mucho.
En respuesta, Jungkook apretó el hueco entre sus patas y el ala en el que había atrapado a Jimin.
Jimin presionó su frente contra una escama. —Te he fallado.
Los gruñidos de Jungkook estallaron. Estuviera de acuerdo o no, era la verdad. Donghae había llegado a Jungkook de nuevo y le había quitado la vista. La muerte del bruto no era suficiente. Jimin mataría a cada uno de los dragones que le hicieran daño a Jungkook, y nunca lo compensaría.
—Dongwook… —Jimin cerró los ojos con fuerza y extendió las manos sobre las cálidas escamas. Dongwook le había hecho daño a Jungkook de muchas maneras, pero al final, luchó por Jimin y Leah—. Tu hermano está muerto. Murió protegiéndonos a Leah y a mí.
La respiración de Jungkook se aceleró. Acercándose más a Jimin, buscando su toque, y Jimin respondió pasando las manos por su hocico.
—¿Leah está bien?
Jungkook gruñó y levantó lentamente su ala, desplegándose lejos de Jimin, revelando a los elfos que esperaban. Leah corrió hacia él como un ariete, se arrojó a sus brazos y lloró contra su hombro. Temblaba como una cosa diminuta. Él la abrazó, abrazándola de corazón a corazón y tragó la gran oleada de emociones. Nunca había estado más orgulloso de nadie y más honrado de tenerla como amiga.
El abrazo duró un minuto antes de que ella de repente se liberara y lo fulminara con la mirada. —Park Jimin, no vuelvas a joderme con morirte de nuevo.
Algunos de los guardias centinelas se rieron y luego se quedaron en silencio mientras ella les lanzaba a todos una mirada fulminante.
Jimin se aclaró la garganta y luchó por ocultar su sonrisa. Se frotó la cara, sacudiendo barro y sangre seca. El resplandor de haber sido curado zumbaba a través de él, pero el agotamiento aún persistía, y detrás de él, Jungkook todavía estaba sufriendo. —¿Donghae está muerto? —preguntó, con voz gruñona y cruda.
Leah asintió. —Y hay un... hay alguien... —Agitó una mano, instando a Jimin a mirar detrás de ella.
Jimin rodeó el cuerpo de Jungkook y parpadeó ante el enorme dragón Plata que descansaba sobre la hierba. Sus escamas parecían lo suficientemente afiladas como para cortar, cada una con el borde de una navaja letal, pero había bondad en sus ojos oscuros. Una amabilidad que reconocía.
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Elfo y Dragón #3 Kookmin
CasualeEl príncipe Jungkook Amatista sabe que toda esa paz no durará pero trata de tomar todo lo bueno de ello que pueda, entonces las cosas se derrumban de nuevo más rápido de lo que espero. El príncipe descubre lo que es ser un esmeralda y el poder de es...