Jungkook
No funcionó.
Las manos sanadoras de Nari no fueron suficientes y sus ojos apenados sólo lo empeoraron. —Lo intentaremos de nuevo, —dijo ella—. Pero como dragón. Debo volver a romper tu ala, príncipe.
Lo habían intentado como humanos, pero el daño era demasiado profundo, demasiado arraigado en la verdadera forma de Jungkook y la curación de Nari era aparentemente más fuerte como dragón.
Frustrado, cansado, dolorido, se movió y miró a la anciana, aparentemente dócil, mientras su figura se hinchaba, mientras la magia la inundaba, estirándola, convirtiéndola en escamas doradas y fuerza feroz. La había visto como dragón en la torre, brevemente, antes de que cayera, pero eso no lo preparó. Ella igualaba a Donghae en tamaño, tal vez incluso más grande. Musculosa, como todos los metales, sólo su corona era enorme. Sus escamas no brillaban. Nudosa y áspera, parecía como si una gran fuerza natural le hubiera dado forma de piedra dorada. Se preguntó, distraídamente, si la plata era igual de impresionante.
Dudaba de sí mismo. Dudaba de su deseo de ir al norte. Dudaba de todo. Confiar nunca fue fácil. Confiaba en Jimin. Confiaba en Leah. En nadie más. Nari sabía mucho y hasta ahora no había hecho nada para herirle, lo que le hacía sospechar aún más.
¿Y ahora esto?
¿Volver a romperle el ala?
Se agachó, su ala lisiada expuesta. La maldita cosa no se estiraba. Nari, el Oro se cernía sobre él, tapándole el sol. Olía a metal y el constante zumbido de su magia le manchó la garganta, avivando las brasas de su fuego. Ella no era de bronce, pero olía como ellos. Y cuando ella inclinó la cabeza, abriendo las fauces, un gruñido por reflejo retumbó en Jungkook. Ella atacó de repente, sin dejarle tiempo para cambiar de opinión. Unos dientes afilados, orientados hacia atrás, se hundieron en su ala, desgarrando membranas y músculos. La agonía ardió, arrancando un rugido de lo más profundo de su ser. Forcejeó, respirando hondo, derramando fuego entre sus dientes apretados. Alumn, suplicó, ¿por qué tiene que doler tanto?
Si ella lo oyó, no respondió.
Los huesos chasqueaban y crujían, se pellizcaban y molían entre las mandíbulas de Nari.
Era demasiado. Demasiado. Gritó y soltó la flama, arqueándola lejos de Nari, abrasando en su lugar los árboles y el suelo cercanos, haciéndolos arder, haciendo arder el mundo entero.
No hay victoria sin sacrificio, Príncipe, dijo una voz suave y fría, o tal vez lo había imaginado porque el dolor se había apoderado de él, sepultándolo bajo su terrible peso. Perdido en la oscuridad, pensó en Jimin, en la forma en que el elfo sonreía sólo para él, en la sensación de su cuerpo bajo sus manos, fuerte, cálido y suave. Seda y acero. Dioses, quería volver a verlo. Sólo un momento, eso era todo lo que necesitaba. Si eso era todo lo que les quedaba, lo tomaría. Pero para hacer eso, necesitaba estar completo, ser fuerte, ser digno. Sobreviviría a esto, como había sobrevivido antes.
—Del mayor de los incendios, se forja la mayor de las armas. —Cayó en los sueños, escuchando su voz, preguntándose si algo de esto era real.
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Elfo y Dragón #3 Kookmin
RandomEl príncipe Jungkook Amatista sabe que toda esa paz no durará pero trata de tomar todo lo bueno de ello que pueda, entonces las cosas se derrumban de nuevo más rápido de lo que espero. El príncipe descubre lo que es ser un esmeralda y el poder de es...