Capítulo 34

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Jungkook


La muerte. El no conocía nada más, sólo el impulso de aplastar el cráneo de Donghae y abrirlo en dos, pero el vuelo hacia el norte y el regreso le había costado mucho. Sus mandíbulas se estremecieron, sus músculos gritando en agonía. Todo le dolía. Le quedaban fuerzas suficientes para zambullirse y se había asegurado de que esa zambullida asestara el golpe mortal. El grito de Alumn en el último segundo sólo lo había salvado de lo que habría sido un impacto paralizante. Un impacto que tenía paralizado a Donghae. La espalda del líder se había destrozado. Y ahora Jungkook lo tenía debajo de él. El bronce era débil, podía oler la muerte. Sangraba, jadeaba y gruñía por su debilidad y Jungkook saboreaba cada respiración forzada, cada estremecimiento. ¡Muere! Apretó sus mandíbulas cerradas. El cráneo de Donghae se resquebrajó y sus huesos se rompieron. El dragón se sacudió, se retorció y luego, con un aplastamiento final y quebradizo, el cráneo del dragón se rindió y los dientes de Jungkook se hundieron, matando finalmente al monstruo que había atormentado sus sueños durante demasiado tiempo.

Alumn rugió por los años que había estado atrapada, por la pelea que nunca había terminado, y rugió por él, porque Jungkook ya no tenía nada dentro de él.

Tropezó con el cadáver, ciego y desorientado, hasta que ese olor dulce y maravilloso de Jimin lo enganchó, atrayéndolo hacia adelante. Entonces olió la sangre. Tanta sangre. Y escuchó los sollozos de Leah. No necesitaba su vista para reconocerla.

Su corazón se hundió.

Jungkook inclinó la cabeza, rozando su barbilla contra el suelo, acercando la cabeza lentamente. Aspiró grandes bocanadas de olor élfico. Estaban por todas partes, pero sólo había uno con el que quería estar cerca.

Una diminuta mano le tocó la nariz. Leah. Sus lágrimas olían como el aire limpio del mar. Ella lo guio hacia adelante y allí, en el suelo, su barbilla rozó al elfo. Olía a muerte. El susto lo ahogó. No podía ser. No era su Jimin. Nunca él. Le dio un golpecito al cuerpo, pero no se despertó. Pero olía a cálido y suave.

Oh dioses, él no podía soportarlo.

Un gemido comenzó cerca de su corazón y encontró su camino a través de su pecho.

No Jimin.

Nunca él.

¿Qué es lo que sucede entre nosotros? Lo es todo.

Jimin lo era todo.

Alumn, había regresado demasiado tarde.

Empujó su cuerpo, incitándolo a despertarse de nuevo. Si tan sólo pudiera ver, sólo quería ver a Jimin... verlo sonreír y decirle que todo estaría bien, porque Jimin siempre estaría con él. Esa había sido su promesa. Jimin nunca se daría por vencido. Ni con el mundo, ni con sigo mismo, ni con Jungkook. La muerte se lo había llevado demasiado pronto.

Su gemido se hizo más fuerte. Provenía de ese lugar junto a su corazón, donde palpitaba la magia. Su verdadero corazón. Dolía, por las estrellas, dolía tanto que no podía respirar a su alrededor.

—Lo siento... lo siento mucho, —la vocecita de Leah cayó-. Lo intenté, Jungkook. Traté de mantenerlo a salvo para ti. Sabía que regresarías. Siempre regresas. Y él también lo sabía, pero fue... demasiado. No pude detener la sangre...

Resopló, llenándose los pulmones con el olor a hogar, a su elfo. Tanteando a su alrededor, curvó sus garras alrededor del cuerpo y apretó a Jimin contra su pecho. Su elfo había dormido contra él en el prado. Ahora pensaba en ese momento tranquilo y gentil. Mantendría a Jimin a salvo del mundo que no lo había merecido, a salvo bajo su ala donde nadie pudiera lastimarlo de nuevo.








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Elfo y Dragón #3 Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora