Parte 1. 𝘛𝘩𝘦 𝘔𝘺𝘰𝘴𝘰𝘵𝘪𝘴

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Al abrir los ojos, Sergio supo, como todos los días en los que se despertaba de esa manera, que sería un buen día; el peso a su lado le indicaba que Lukita estaba ahí incluso si todavía no lo había visto.

Soltó un suspiro de alivio, y, sin abrir los ojos, se permitió sonreír.

—Buenos días. — murmuró: podía sentir entre sus brazos el delgado cuerpo, que se movía al ritmo de suaves respiraciones que apenas y resonaban por la habitación. La realidad era que Luka poco sonido hacía, dormido o despierto... pero no en todos los ámbitos, por supuesto. A veces igual podía ser ruidoso. Sergio se relamió los labios. La idea de escucharlo le llevó a apretujarlo.

—Buenos días, See See. — susurró Luka, quien se acercó para darle un beso en la mejilla, y luego otro en el pómulo, y repitiendo en otra zona de la mejilla, Sergio sonriendo más al sentir cómo su rostro se llenaba de labial.

—Mh... nos despertamos muy románticos. — agregó, entonces abriendo los ojos, la preciosa imagen de Luka haciéndole, si era que se podía, más feliz.

—Pues no es cualquier día. — adelantó Luka, ciertamente tímido, Sergio aprovechando se encontraban abrazados para dar media vuelta y quedar sobre su novio, sus piernas rodeándole la cadera.

—No, no lo es. — respondió Sergio con más seguridad, ahora totalmente erguido, Luka con la vista en el menor, relamiendo sus labios ante la preciosa imagen; el croata se atrevió a poner las manos sobre la cadera de Sergio, quien se mordió el labio inferior ante la acción, misma que le dio pie a colarse bajo la camisa de Luka. —¿Y si me llenas más que de besos, Lukita?

—Solo lo haré porque no todos los días son San Valentín. —

El 14 de febrero era un día cualquiera en la vida de mucha gente que, particularmente ese día, parecía estar enojada con la sociedad, pero para Sergio y Luka, desde hacía un par de años, era un día en el que podían justificar su romanticismo habitual.

No desde siempre pasaban esa madrugada juntos, o con las mañanas llenas de ese tipo de intimidad, de hecho, era la primera vez que hacían eso... y tal vez, por ese motivo, ahora era que Sergio se encontraba, al lado de Luka, caminando lo más rápido que podía al salón donde se impartía su primera clase del día. Normalmente se sentaban juntos, y esa mañana, a pesar de llegar justo cinco minutos antes del inicio de la hora, no fue la excepción.

—Gracias, Kroos. — murmuró Luka, el alemán quitando su mochila del lugar, junto con la que estaba al lado, apartando el lugar de Sergio.

—¿Siempre tienen que ser tan presumidos? — la voz de Cristiano interrumpió a los tres, haciéndoles voltear, apreciando cómo él igual llegaba a sentarse, al lado de Kroos, quien invariablemente, como siempre, movía un poco su silla a un lado, para no estar tan pegado a su compañero.

—¿Por? — Sergio frunció el ceño, a pesar de que la pregunta se podía responder de muchas formas: le estaba sosteniendo la mano a Luka, se reconocía a sí mismo con la cara llena de besos marcados por el labial rosa. No era que Luka lo ocupara seguido, de hecho, había sido como una tontería que Sergio había propuesto, y Luka había aceptado, hacía un mes, o una cosa parecida.

—Huelen a sexo, qué asco.

—Que cínicos. — interrumpió Gareth, quien se sentaba con el grupo, en la esquina más lejana de la entrada, pero hasta delante, justo frente a la mesa de un profesor al que probablemente ya le había coqueteado en algún punto de la carrera.

—Y tú también. — reclamó Kroos, llevando a Gareth a sonreír, abriendo los labios, y llevando el índice a la comisura de sus labios donde pretendió que se limpiaba una mancha de labial, que igualmente sí sobraba, pero que no se quitó: se embarró en la mejilla.

Maybe I'm the problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora