7.

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Sergio evitó respirar pesadamente cuando buscó a Luka por el departamento. En realidad, más que buscarlo, era seguirle el rastro: estaba bañándose, y Sergio acababa de salir por algo para cenar. Todavía era temprano, pero tenía demasiado antojo de un pan con Nutella, y eso se había servido. Había comido viendo por el gran ventanal la ciudad, mientras se acariciaba el abdomen con delicadeza... y todo había sido silencioso, hasta que su celular, a un lado del plato, vibró. La conversación había sido corta, pero había sido suficiente para que Sergio no dudara en buscar a su novio...

Se sentó en la cama, y cuando Luka salió, y le sonrió, el menor decidió que no podía esperar un instante más.

—Recibí una llamada. — comenzó. Luka tenía la toalla cubriéndole de la cintura para abajo, pero se secaba con otra toalla el cabello. Miró a Sergio, deteniendo esta acción apenas detectó aquel tono.

—¿Sí?

—Era la doctora...— murmuró Sergio. Tenía un nudo en la garganta. . . y Luka no se atrevió a interrumpir. Podía ver el dolor en la cara de Sergio, y aunque eso le preocupó, no pudo moverse. No pensaba que existiera forma de hacerlo. —Dijo que si podíamos ir mañana. — agregó. Luka tragó saliva.

—¿Por qué?

Sergio se encogió de hombros. Bajó la vista. Sintió la garganta arder, y cómo las lágrimas se acumulaban en sus ojos.

—No lo sé...— acertó a decir, verdaderamente dolido. —No tengo ni idea...—

Luka sintió que se iba a desvanecer. Culpable. Demasiado culpable, porque pensaba lo peor.

Sergio se secó las lágrimas con la manga de su sudadera. —Solo dijo que tenía que vernos. — agregó. Odiaba estar llorando, pero estaba preocupado...

Tenía alrededor de nueve semanas. . . y bien sabía él todos los riesgos que conllevaba tener un bebé. En realidad, podía desarrollar demasiado con esta idea, pero ya se encontraba perdido, buscando mantenerse en el presente solo porque reconocía que el miedo era un poquito irracional. O bueno, pretendía que lo reconocía. Levantó la vista. Luka seguía en su lugar, estático, como perdido.

—¿Mañana a qué hora? — fue lo único que se le ocurrió preguntar.

Sergio tragó saliva con dificultad, buscando seguir limpiándose la cara.

—A las diez de la mañana. — murmuró. —Luka...

—Todo va a estar bien. — interrumpió el croata. Continuó su paso para tomar su pijama. Sergio lo miró desde abajo. Joder...

El español relamió sus labios, que temblaban con insistencia. Veía borroso, y ahora tenía mucho calor.

—¿Y si no? —

Eso llamó poderosamente la atención de Luka. Se giró. Para cuando lo hizo, ya tenía el pantalón que se había puesto casi en automático, sin pensar. Ni siquiera recordaba cuándo lo había hecho.

—Todo va a estar bien. — repitió. Se puso la playera de pijama. En realidad, no lo sabía. . . todo lo que pasaba en su cabeza eran cosas malas: tenían esa consulta programada para dentro de unas semanas. Eran consultas mensuales, según entendía... y no podía imaginar por qué la doctora los había citado. No quería imaginar. Solo sabía que era una mala señal. . . y no le gustaba ver a Sergio alterado.

Sergio sintió que las mejillas le ardían. Por algún motivo, sentía fatiga... y esta incrementaba demasiado rápido. No podía explicarlo, pero sentía que no podía pensar en nada que no fuese una cosa puntual:

—¿Qué vamos a hacer si algo le pasa al bebé? — murmuró.

Luka se encogió de hombros. No quería pensar en eso.

Maybe I'm the problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora