8.

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Cuando Luka llegó ese mismo día al departamento, ni Toni ni Sergio siquiera imaginaron que había regresado a su habitación dos veces... no había dicho mucho. Ivan ya no estaba... pero Luka le había enviado un mensaje indicándole que no regresaría por la noche, y que había sido él quien se había llevado algunas cosas...

Y ese fue un día agradable, a pesar de todo. Toni se quedó a cenar, y a dormir, acomodándose en el sillón de buena gana, y deseándoles buena noche.

Sergio evitó decir mucho... al menos hasta que terminó de ponerse la pijama.

—¿Quieres hablar de lo que pasó hoy? — murmuró. No quería ver a Luka... sobre todo porque, aunque había sido una tarde tranquila, se sentía inseguro. Luka ya estaba sentado en la cama. Miró hacia arriba, y apretó los labios.

—Creo que es algo que tenemos que hacer. — agregó. Se hizo a un ladito, Sergio acomodándose inmediatamente en ese espacio de la cama.

—No sé cómo empezar...— confesó. Giró la cabeza, para poder ver a Luka. Sergio, por su parte, ya tenía los ojos llenos de lágrimas. —Solo... mira, Luka... lamento si sueno demasiado egoísta, pero a pesar de la noticia, quiero seguir teniéndolos. Te seré honesto... estoy muy, muy nervioso. Demasiado nervioso, pero parte de esos nervios nacen de ti. De que todo el día estuve pensando en cómo hablar contigo... cómo abordar el tema, y creo no hay mejor forma de hacerlo que no sea recordándote que te puedes ir cuando quieras... solo, por favor, sé honesto. — bajó la vista. Se acomodó el cabello. Para entonces, Sergio ya lo podía acomodar detrás de su oreja.

Luka volvió a levantar la mirada. Se sentía ligeramente culpable, pero no se sentía mal. No sentía que fuese a llorar, o a salir corriendo de ahí. No sentía ganas de gritar, o de evadir el tema. Se descubrió a sí mismo, por lo que admitía era la primera vez, con ganas de estar conversando de algo que podía ser incómodo. Se relamió los labios.

—Yo no creo que sea egoísta... es tu cuerpo. Si quisieras tomar la decisión de abortar, te apoyaría tanto como te apoyo con la decisión que estás tomando ahora. — confesó. Lo miraba a los ojos, y pudo ver una gota de extrañeza en el español. Luka volvió a relamerse los labios. —Y quiero decirte que es mi decisión favorita. — agregó. Apretó los labios en una sonrisa... pero Sergio no.

—No quiero que te sientas forzado a estar, Lukita... mira, solo... es que quiero que estés seguro de lo mucho que te amo, y de que, si no quieres ser papá, te entiendo. Yo sí quiero... y he pensado toda la tarde, y estoy muerto de miedo... pero la idea de tener una familia así de grande me emociona. Lo único que encuentro desalentador es que tú no quieras formar parte de esto, y que no me lo digas. — casi se repitió, pero Sergio necesitaba aclararle: —No tienes que estar como padre, si no quieres... ni como proveedor, ni educador, o cuidador, ni en mi vida, ni en la de estos niños. No te lo pediría nunca... lo sabes, ¿verdad?

Luka suspiró. Creía que lo sabía.

—No quiero ser tu amigo, a menos que tú quieras que lo seamos. Y te lo dije entonces... te lo digo ahora. — Luka buscó tomarle la carita a Sergio con la diestra, la zurda buscando una mano que se aferró de inmediato a él. —Te seré honesto... la idea de tres bebés me aterra muchísimo también. . . Pero lo he pensado, y ayer estaba demasiado asustado. Ayer todo lo que quería era que el bebé estuviera bien, y hoy sé que lo está. Que lo están. Ellos me importan, y tú me importas. Me es muy difícil expresarme bien, y también reaccionar a esto con calma, porque no estoy listo para cuidar a tres niños, y muchísimo menos educarlos...— Luka levantó las cejas. —No quiero que te sientas mal, pero debo de ser honesto, porque te cuento todo desde hace cinco años: lo tomé mal. Inicialmente, estaba...— negó con suavidad. —Sergio, tú no sabes el tipo de hombre que realmente soy. Creo que estás demasiado enamorado de mí, y decirte esto, va a sacarte de la idealización en la que me tienes, pero joder, yo... es que sentí que era una carga gigante... no tú, o ellos, sino ellos y yo para ti. A veces...— Luka sintió cómo la garganta se le cerraba, y tuvo que bajar la mirada. —A veces siento que solo soy eso en tu vida... y preferiría irme, y no molestarte, a quedarme, y no aportarte, solo estorbar. — confesó. Claramente no podía decirle todo. No tenía el corazón para siquiera sugerirle que, por un instante, había sentido que lo había dejado de amar.

Maybe I'm the problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora