Maybe I'm the problem

3.

Algo tan simple como tocar la puerta, le tomó más de cinco minutos: Luka había permanecido con la mano levantada, frente la entrada, hasta entonces. Miraba la madera, y quería pensar que, si tocaba con suavidad, y nadie le abría, entonces lo intentaría otro día, y que otro día tal vez estaría mejor... pero era sábado. Llevaba casi dos semanas lejos de Sergio... y no sabía qué otro día, a qué otra hora, Toni iba a estar en el gimnasio. Cris le había proporcionado la información. Es que quería hablar solo con Sergio, y eso lo animó a tocar la puerta. . . aunque nadie le abrió.

Luka sintió demasiada ansiedad. Sintió que Sergio sabía que estaba ahí, y que por eso no quería abrirle... pero tocó otra vez, con la misma suavidad, sin recibir respuesta. Soltó un gran suspiro. Solo quería dejar de sentirse ansioso, joder.

Bajó la vista, y buscó entre los bolsillos de su sudadera la copia de llaves que Sergio le había dado.

Bien, si Sergio no estaba (improbable, al menos en la cabeza de Luka), nadie se enteraría de que había estado ahí. Solo tenía que salir con naturalidad, después de todo, la persona que cuidaba el edificio ya lo conocía bien... y pensándolo, Luka imaginó que verlo salir tan rápido, si Sergio estaba fuera, haría asumir al portero que lo había ido a buscar. Él le informaría a Sergio, y Sergio le mandaría un mensaje. Entonces arreglarían las cosas y se casarían, y todo estaría bien mientras terminaban durmiendo con el bebé en la misma habitación. Que bien sonaba compartir habitación con Ivan, Sergio, y un bebé. Joder. El sueño.

Luka soltó un suspiro.

—Solo abre ya. — murmuró para sí mismo, en su lengua natal, girando la llave, escuchando perfectamente el click de la puerta que empujó una vez tomó el pomo y lo giró:

La ventana de su derecha, a la que tenías acceso subiendo dos escalones, mismos que había subido la última vez para alcanzar la mesa para dejar la comida, no estaba cubierta por las cortinas: iluminaba entonces la cocina, el comedor, y la sala, a la izquierda. Luka tenía las manos vacías, y las restregó en las laterales del pantalón para calmar su ansiedad... y volvió a tocar, solo por si acaso, antes de cerrar la puerta tras de sí. Dio un paso, tímido, sus grandes ojos enfocados en cualquier señal de movimiento, todos sus sentidos alertas apreciando el ligero movimiento proveniente de la sala:

—¿Luka? — la voz de Sergio, en un hilo, volvió a paralizar al croata, que se había olvidado de tragar saliva, pero que descubrió ni siquiera tenía. Se relamió los labios. No pudo moverse.

—Sí...— murmuró. No entendía cómo era que Sergio sabía que él estaba ahí.

Sergio no dijo nada, y eso preocupó al mayor, que apenas y se había alejado de la puerta. Pensaba que Sergio lo estaba ignorando así hubiera pasado solo un segundo... y ante su silencio, optó por acercarse (porque tampoco lo había corrido del departamento) solo para encontrarse con Sergio acostado en el sofá, el que estaba frente al televisor (y que tenía el respaldo cubriéndole el cuerpo, desde la perspectiva de quien entra al departamento), en el que tantas veces había estado con Luka. Tenía el gorro de la sudadera, y una de sus manos acunaba su mejilla. Tenía los labios entreabiertos, y Luka pensó que parecía un ángel. Lucía demasiado tranquilo, pero agotado. El croata hizo una mueca, sentándose a los pies del español, en uno de los brazos del sofá. Llevó una mano a su pantorrilla, la suave tela del pants entreteniendo sus dedos mientras Luka consideraba si irse, y dejarlo dormir, o quedarse. Porque sí, seguía considerando el irse, a pesar de que Sergio se removía con delicadeza, como para despertarse.

—¿Qué tal te fue en el gimnasio? — murmuró Sergio, quien ya estaba un poco más consciente, y como siempre, no recordaba que creía que había sido Luka quien había entrado al departamento.