8.

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Bale tomó aire. Soltó un gran suspiro. Levantó la mirada, sus penetrantes ojos azules recorriendo la puerta de entrada. Bajó la vista. Miró las llaves que reposaban entre sus dedos: estos temblaban. . . pero pudo elegir la llave de la entrada principal. Fue firme al girar el pomo para entrar, y encontrar silencio.

—¿Papá? — su voz resonó por las habitaciones de la casa. Era una casa de un piso. Había vivido en ella hasta los 13 años. Luego había ido a vivir con su madre, hasta los 15, que fue cuando pudo regresar a la casa donde había crecido, y cuando por fin, y gracias a dios, ellos se divorciaron.

Gareth se asomó por la primera puerta, la que sabía que daba a la cocina: tenía dos sartenes, una mesa demasiado vieja, y una silla. La silla se veía bien. La había comprado él recientemente. No hacía falta prestar mucha atención a la cocina, era pequeña, un pasillo de unos tres metros por seis. Había un refrigerador pequeño, pero no necesitaba asomarse para buscar. Dio vuelta.

Al lado derecho, casi inmediatamente, encontró lo que antes había sido la sala. Tenía un sillón largo, que, como la mesa, igual era algo viejo. Habría comprado otro, pero se habría podido vender... y no, no podía permitir que nada en esa casa tuviera esas condiciones de uso, entonces esa habitación estaba completamente vacía.

Sintió cómo la garganta le ardía. No quería seguir caminando. Quería darse vuelta, e irse, y que los vecinos se enteraran, no él... pero bajó la vista, y volvió a tomar aire, siguiendo por el pasillo.

El baño estaba vacío. Lo que era el comedor, también. Ese último estaba literalmente vacío por completo: era otra habitación que ya ni siquiera almacenaba recuerdos, porque nadie quería recordar nada allí, y a nadie le importaba pretender que jamás había existido. . .

Dio otro paso. Se asomó a su habitación, con la que usó otra llave: su habitación sí tenía algunas cosas en buen estado, pero solo porque de vez en vez, se quedaba a dormir ahí... aunque lo odiaba. Casi no lo hacía. Lo evitaba demasiado. Le daba asco siquiera pensar en la posibilidad de que todo eso ocurriera. Tragó saliva con dificultad. . . y se asomó a la última habitación, donde sabía que encontraría una mísera cama individual de soportes rechínales, de sábanas sucias, y jamás tendidas. Las cortinas cerradas, la pintura desgastada. . .

No recordaba una sola visita, o un solo día después de los (casi) 16 años, en esa casa, cuando fue que su padre se quedó con su custodia, en la que no temiera asomarse, y encontrar a su padre colgado. Le asustaba muchísimo la idea antes... y le asustaba ahora, aunque ahora ya no lloraba por ello. Ahora no revisaba su celular para nada. Ahora lo visitaba ocasionalmente. Ahora esperaba que fueran los vecinos, y no él el que lo encontraran sin vida... porque le asustaba.

Soltó otro suspiro, y dio pasos rápidos, grandes, hacia el cuerpo inerte del hombre recostado en el piso. Estaba boca arriba, y Gareth se tuvo que poner de rodillas para ponerlo de lado, a ver si así no se bronco aspiraba. Era más grande y fuerte que su padre, podía subirlo incluso a la cama... pero no quería que él se enterara de que lo había ido a ver. Le mandaría un mensaje preguntando... y Bale no tenía ánimo para ello. No quería hablar con él, aunque igual se debatió: su padre estaba inconsciente por alcohol. No lo recordaría. Ya poco recordaba él.

Bale lo odiaba... y odiaba también a su madre. Los odiaba demasiado a los dos. Tal vez, la palabra sonaba demasiado extrema, pero no se merecían compasión. Ellos jamás la habían tenido para con ellos mismos, ni para con él. . . Pero les agradecía, ellos le habían enseñado cómo se veía el amor. Y el amor lucía horrible. Lucía doloroso. Bale no se imaginaba confiando en alguien, o amando a alguien, como su padre había amado a su madre, o como su madre había pretendido que lo amaba, porque honestamente, quien te ama, no te engaña con el director de la escuela en la que das clases. . .

Maybe I'm the problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora