19.

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Sergio sentía frío. Frío en los pies. La idea de tenerlo le hizo bufar, pero la idea de estar consciente, abrir los ojos con cuidado, las luces blancas haciendo que, más bien, entrecerrara los parpados: lo primero que miró fue su abdomen, que seguía abultado... y eso lo llevó a mirar alrededor, eventualmente encontrándose a Luka a su lado, sentado, con uno de los bebés entre los brazos; Luka tenía el índice acariciando la carita del bebé, trazando sus facciones con cuidado, sonriéndole como si fuera el amor de su vida... Y Sergio no evitó sonreír también, buscando concentrarse en los labios de Luka, que indicaban estaba diciendo algo, poco a poco comprendiendo que estaba hablándole en croata.

Luka no tenía mucho tiempo hablando con ella, que apenas había terminado de ser revisada: todos sus bebés estaban bien, aunque el último todavía seguía en revisión, porque eran prematuros... pero estaban bien, sorprendentemente fuertes, y grandes, demasiado listos para la vida.

Hola, bebé... eres demasiado bonita. — había murmurado apenas cuando se la dieron en brazos, su lengua materna resbalándose por sus labios sin que Luka lo notara. —Yo soy tu papá... y ahí está papi Sergio. Espero que ya sientas cuánto te amamos...— la acercó a sí, y le dio un besito en la frente. Es que no podía dejar de verla. Eventualmente se sentó para contemplarla, y pensar una y otra vez que ella era perfecta. Era la niña más hermosa que jamás había visto... y la amaba. La amaba con toda su fuerza, la amaba como jamás había amado... y ella todavía tenía los ojitos cerrados, pero Luka volvió a llorar cuando la pequeña manita le sujetó el pulgar: estaba calientita, su tersa piel acunando a Luka.

Te amo demasiado...— murmuró. —Me siento como si te hubiera estado esperando toda mi vida... y me alegra que hayas llegado. Creo que ahora puedes estar segura de que no existirá un día de mi vida en la que no te ame, e incluso, más allá de eso... no habrá día de tu vida, incluso si yo no estoy, en el que no te vaya a amar... te voy a amar siempre. — Era pequeñita. Era frágil. Era realmente perfecta, y aunque Luka buscaba más adjetivos, todos se resumían en que ella era perfecta. Su belleza era inefable.

—Hey, Lukita...— Sergio sonreía apretando los labios. Luka levantó la mirada, poniéndose de pie apenas vio a Sergio, sonriéndole ampliamente para acercarle a la bebé.

—¡Mírala! Es nuestra hija, See See...— dijo, demasiado emocionado, sin intenciones de soltarla, solo acercándola a Sergio, que sí que extendió los brazos... y volvió a sostenerla, pero entre los brazos de Luka.

—¿Nosotros hicimos a este bebé? Porque creo que nos quedó linda...— Sergio expresó su buen humor con la voz frágil, invariablemente tratando de levantar una mano para poder tocar el rostro de la niña. En efecto, ella era preciosa... —Se parece mucho a ti. — agregó. Levantó la vista, y volvió a apreciar la forma en la que Luka la miraba. Mostró los dientes al sonreír, y Sergio supo que Luka jamás había estado tan feliz... y es que así era.

—También a ti...— agregó. —Tiene...—

—¿Mis ojos? — jugó Sergio, algo que llevó a Luka a sonreír.

—El color...

—No ha abierto los ojos, mi amor.

—Pero eventualmente lo hará. — se encogió para darle un besito en la frente a la bebé.

—¿Y los demás?

—El primero está en la cuna... está dormido, ¿quieres que lo traiga?

—Por favor... ¿y el otro?

—En revisión, pero todas las enfermeras dicen que están bien, seguro que no tardan. — Luka decidió dejar a la bebé en los brazos de su novio, solo para cargar al primero, un niñito rubio que, una vez que Sergio tuvo en brazos, le hizo levantar la vista buscando al mayor.

Maybe I'm the problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora