𝑬𝒑í𝒍𝒐𝒈𝒐.

50 2 1
                                    

Luka recordaba constantemente que tenía que cortarse el cabello. Era como un mantra que se repetía, aunque no constantemente. Solo en momentos importantes, como si las palabras de su abuelo, y la necesidad por cortarle el cabello, fuesen un refugio, un alivio, si era que se le podía decir así a hundirse en aquella memoria.
Cuando llegó al nuevo país, Luka, entonces, se lo repetía tan seguido, o se lo decía con tanta frecuencia, que a veces ya era más simple acceder al recuerdo de su abuelo mirándolo con el cabello ligeramente largo, y andando por toda su casa para buscar una tijera, y cortar ese cabello rubio por él mismo.
A Luka le gustaba ese recuerdo. De alguna forma, sentía que era algo que lo acercaba a su abuelo, como si mantuviera la memoria de aquel hombre al que tanto había querido, y que tanto lo había amado, viva. . .
Aunque cada vez era más difícil. Recordaba que, para acceder a esa memoria, a veces tenía cierto tipo de complicaciones, aunque eran complicaciones conscientes: él no quería recordar ninguna cosa buena, claramente del pasado, y menos de su abuelo, porque sentía que, si lo mezclaba con el mal sentimiento, entonces mancharía esa memoria... pero se sentía orillado. Atrapado. Era una estupidez no saber qué hacer, pero simplemente tenía el dilema... hasta que llegó Sergio.
Ni para Luka, ni para Sergio, el tema del bullying era extraño... la diferencia era que ambos reaccionaban de formas distintas. Y Luka recordaba que cuando Sergio había llegado a su vida, no lo veía como un chico al que pudieras joder bajo la idea de que, por su físico, te encontrabas en desventaja, porque de hecho Sergio no es que fuese el más alto, o el más fuerte. O no lo parecía, no en ese entonces. De hecho, él sí llevaba el cabello largo, y era demasiado delgado... pero no tanto como Luka, que a pesar de ello jamás vio a Sergio como alguien que pudiera defenderlo, porque jamás se había imaginado que lo haría... pero lo hizo. Y muchísimas veces.
Recordaba una en específico, y la forma en la que Sergio había empujado a aquel otro chico que era más alto que Luka, pero no más que Sergio... y Luka tenía esa memoria grabada porque él se había sentido terriblemente diminuto. Ni siquiera había considerado intervenir, pero es que él no sabía cómo defenderse, porque tampoco era que quisiera: sabía que era pequeño. Sabía que no tenía mucha fuerza. Sabía, también, que podía soportar todo tipo de insultos, porque estos no le afectaban nunca. Ya no. Entendía bien que cualquiera podía decirle lo que fuese, y se había asegurado de tomarlo de una manera diferente a la intención de la persona de la que venía, pero no para no darles el gusto... solo era que no tenía otra forma de lidiar con todo eso.
Recordaba que, cuando era niño, lloraba demasiado. . . la primera vez que Sergio lo defendió, Luka había estado a punto de ser ese niño de nuevo.
Recordaba, también, que estaba solo, en una banca, al borde del campo donde ese día un montón de chicos estaban jugando un partido. Como Luka era nuevo, evidentemente no iba a jugar: estaban completos, y no le agradaba a nadie, incluso si reconocía que había chicos de su salón, ninguno se había esforzado por incluirlo. No era que importara. Estaba solo mirando, aprendiendo del estilo de juego, e ideando qué haría él en el lugar de aquellos chicos, buscando picotear el desayuno que se había hecho en "casa" (la habitación que rentaba junto con un compañero con el que no hablaba). Estaba concentrado, pero no evitó levantar la vista ante el comentario:
—¿Tú familia es igual de fea que tú, o tienes algún problema aparte, pero igual congénito? —
Luka frunció el ceño. No recordaba jamás haber recibido un comentario tan despectivo.
—Ni idea. — murmuró. No continuó comiendo. Iba a ser más vulnerable si comía, o seguía en lo suyo.
—Igual y no lo sabes porque apenas pudieron te abandonaron. — El croata no conocía a mucha gente, pero estaba seguro de que a nadie le gustaba la idea de ser abandonado... y a veces se sentía así. Abandonado por todos. —¿Sí van a regresar por ti, o crees que ya se hayan muerto por la guerra?
Para entonces, la idea del abandono se había desarrollado demasiado rápido. Demasiado intenso. Demasiado potente como para ponerle un freno...

Sergio no había ido a desayunar con Luka ese día, porque estaba en la dirección. No por nada serio. Solo tenía que mejorar sus notas un poco, sobre todo en una materia que, según él, parecía menos importante de lo que era... y, al salir por fin de la dirección, había ido a buscar a Luka.
Lo buscó en el salón, pero apenas no lo encontró ahí, fue camino a la cancha, porque sabía que a Luka le gustaba el futbol, y pensaba que, tal vez, sin su compañía, igual y a Luka se le había salido un poco lo extrovertido, incluso si Sergio bien sabía que Luka era todo, menos eso. Pero estaba bien en su cabeza pensarlo, así se convencía más rápido de ir a ese lugar, eventualmente viendo a Luka en la banca, con los ojos llorosos y la mirada enfocada en el chico que estaba frente a él... Claramente Luka sin detectar que Sergio ya estaba ahí, hasta que lo vio empujar al otro chico, este cayendo de lado, y casi tirando a Sergio, de no ser porque él se había plantado bien sobre el pasto.
—Dime que sí estaba haciéndote sentir mal, porque si no, quien se va a sentir mal voy a ser yo. — dijo a modo de juego Sergio, extendiéndole la mano a Luka para que él se levantara de la banca, Luka no solo haciéndolo, sino que también, acobijándose detrás del gran cuerpo del español.
—No es nada. — murmuró el mayor, aunque evidentemente sentía miedo.
—Solo estaba diciéndole a su novio, el miserable, que es miserable, tampoco es para que vengas a confesar tu amor aquí, o que le haya estado diciendo mentiras, Sergio. — dijo el chico, levantándose casi en una pieza, y sacándose el pasto con las manos sobre los muslos.
— Para la próxima sería bueno que buscaras a gente que sí quiere escucharte, y no solo a quienes no tienen de otra. . .—
—Te van a expulsar.
—Ve a acusarme. — Sergio se encogió de hombros... y esa pelea no avanzó porque él se veía demasiado despreocupado... y eso, aunque fuese gracioso, preocupó a Luka, porque presentía que no iba a pasarla nada bien si expulsaban a Sergio. Igual preocupó al otro chico, que conocía bien a Ramos: en la escuela había todo tipo de rumores... uno de ellos era uno que lo haría sentir mal, pero el otro trataba sobre cómo, a inicios de año, Sergio había callado a una persona que le había insultado con ello, y no sonaba emocionante meterte con un tipo así.
Es que en efecto, los dos tenían diferentes formas de defenderse... aunque lo de Luka era protegerse, si se le podía llamar así a lo que hacía.
Sergio no. Sergio comprendía que jamás iba a volver a permitir que le insultaran con el tema... porque era un tema que le daba inseguridad, y ya no quería sentirse más así. Es decir, sí, lo insultaban todavía, o lo trataban diferente, pero ahora sabía que podía defenderse, y los demás lo sabían... pero no lo había necesitado porque desde que había conocido a Luka, no solía necesitar de nada, ni nadie más.
—No deberías de meterte en problemas por esto, See. Estoy bien.
—No lo hice, Lukita...— el croata levantó la vista. Ahora solo caminaban. Luka le había convidado la mitad de su sándwich, y Sergio había aceptado, porque nunca aceptaba, y tampoco quería ser grosero... y también, porque le había dicho que, en todo caso, lo invitaría a comer saliendo de clases.
—Pero podrías.
—Pero no lo hice. — Sergio se encogió de hombros, y le rodeó con el brazo de la mano libre, este cayendo sobre el hombro del croata. —Además, eres mi amigo. Y no hay nada que no haría por ti, Lukita. No fue nada, aparte.
—Fue todo, Sergio. — Luka buscaba minimizar todo. No quería quedar como un frágil. Odiaba que Sergio lo hubiera defendido porque no entendía por qué. Es que esa había sido la primera vez que Sergio, o alguien, había intervenido... es decir, recordaba que, en cierta ocasión, una vez, lo había hecho su padre... Luka ese día se había sentido cuidado, pero en una ciudad nueva, en un país nuevo, a kilómetros y kilómetros de esa figura, era desconcertante encontrar a alguien que quisiera hacer lo mismo por él.
—Pues que sepas que lo volvería a hacer, pero espero que no vuelva a pasar. —
Aunque volvió a pasar. Y en todas estuvo Sergio. Era más alto, más grande, más fuerte que Luka... pero incluso sin eso, le habría dado lo mismo, si con eso podía arrastrar a Luka a un lugar mejor.
Es que Sergio, a sus 15 años, adoraba al croata. Lo hacía entonces tanto como ahora... aunque ahora adoraba a otros tres Modric más. Y Luka podía apreciar ese amor siempre, pero aquella mañana era particular, porque, mientras buscaba guardar algunas cosas, había encontrado una nota de Sergio fechada de cuando iban en la preparatoria.
—¡Por fin dormí a Ale! Joder, qué tema con ese niño, eh...— murmuró Sergio, pasando a la habitación, y tirándose en la cama donde Luka estaba sentado. —¿Qué haces?
—Te leía.
—¿Y qué te decía, aparte de que siempre te iba a amar? — inquirió el español con calma. Tenía los ojos cansados, pero solo necesitaba reposar un poquito.
—Es de preparatoria...
—Oh... ¿de primero?
—Ajá.
—¿Cómo disfrazaba mi enamoramiento?
—No lo disfrazabas, amor, desde aquí sí se nota que hacías caridad. — bromeó el croata, dejando la nota, con cuidado, en la cajita que tenía para ellas, buscando acostarse al lado de su novio.
—¿Hacía? — Sergio volvió a jugar, dándose media vuelta, para quedar frente a frente con su novio, que no evitó sonreír ampliamente, y acercarse para darle un besito rápido en los labios.
—Haces. — corrigió, algo que llevó a Sergio a abrazarlo con fuerza.
—Ya, ya... nunca hice, que eras guapísimo entonces, casi tanto como ahora, mh. — Sergio coló las manos debajo de la playera del croata, un acto casi instintivo que llevó al mayor a apretar los labios, pegándose más al cuerpo del español.
—Caritativo, y mentiroso.
—Tu hija es igualita a ti, cuidado con lo que dices. — atacó Sergio, encogiéndose para darle besitos suaves en el cuello a su novio.
—Eres un tramposo.
—Pero uno que te ama muchísimo. —
Luka apretó los labios, una de sus manos levantándose para acariciar el cabello del menor.
—Y yo te amo a ti. —
—¿Qué tanto? — el español le habló en contra de la piel, sus grandes manos buscando levantarle la playera al croata, este retorciéndose bajo el tacto, mientras buscaba la forma de reacomodarse.
—Dame un segundo para quitarme la ropa y ya te muestro, si quieres. —
—Te lo doy porque curiosamente, igual yo quiero usar ese segundo para lo mismo. — Sergio se relamió los labios de ansiedad: era enero. Tenía meses que no se acostaba con Luka, y entendía bien por qué... pensándolo, eran tantos meses que se explicaba de forma simple su nerviosismo, aunque dejó de sentirlo al ver la disposición del croata, el solo verlo sacarse la playera, embobando al español, como si nunca lo hubiera visto de esa forma, a pesar de que lo veía a diario, cuando bañaban a los niños, y Luka se quitaba la playera mojada una vez que terminaban... pero bueno, la admiración era infinita, no había mucho qué hacerle, mientras solo lo observaba... Luka reacomodándose para alcanzar los labios de su novio de nuevo, Sergio aferrándose a su espalda desnuda, mientras buscaba que su pecho se pegara al del mayor, este aprovechando los suaves movimientos provocados por las caricias que se daban con los labios, para buscar quitarle la camisa a Sergio, un trabajo en el que el español colaboró de buena gana, recostándose apenas pudo. —¿Todavía recuerdas cómo? — inquirió con cierta diversión, la risa de Luka destensando el ambiente.
—Todavía. — murmuró con su marcado acento croata, uno que siempre lograba situar a Sergio en su realidad, y mismo que lo animó, gracias a toda la emoción que sentía por Luka, a besarlo de nuevo, la diestra acomodándose en la cabeza de Luka, el cabello rubio que tomó entre sus dedos y al que se aferró mientras atendía a las caricias que cada vez se hacían más intensas, y le obligaban a mover su cuerpo con suavidad en contra del mayor, buscando más de él, tratando de encontrar la forma de pegarse más a él, como si no fuera ya suficiente tener la lengua de Luka atacándole, Sergio correspondiéndole con la misma pasión, una pelea que le hacía probar de nuevo con esa intensidad a su novio, que se le escurría entre la boca, e, invariablemente, llevaba a Sergio sentir más calor, mientras la dureza de Luka ahora le golpeaba ocasionalmente el muslo debido a las suaves estocadas que ya le estaba dando, la humedad casi haciendo sonreír al español.
—¿Te tengo que rogar? — murmuró, en el segundo que Luka usó para tomar aire. El croata se acomodó el cabello detrás de la oreja, y bufó: estaba igual de nervioso.
Tenía mucho tiempo que no se sentía así... Luka recordaba en ese momento, con cierta gracia, que lo más próximo que había tenido a la actualidad, había sido la primera vez que había estado con Sergio de esa forma.
Había sido en ese mismo departamento... pero igual recordaba que Sergio no parecía tan nervioso como ahora. Es decir, lo hacía... pero bromeaba más.
—Asumo que nos tenemos que quitar la ropa. — había murmurado para entonces, al borde de la cama, al lado de Luka, que se limpió la saliva de su novio con el pulgar paseando sobre la propia comisura de sus labios: tenía las mejillas coloradas, y realmente se había detenido solo porque le avergonzaba sentir que estaba duro... y pensaba que solo necesitaba un segundo antes de continuar besándose con Sergio.
Como sea, había bufado, casi riéndose, pero sin atreverse a mirarlo.
—Eres un tonto. — jugó, levantando la vista, la amplia sonrisa de Sergio llevando a Luka a relajar los hombros.
—Espero que no me ames menos por ello. —
Luka podía apreciarlo tan próximo, que por un segundo, sintió que podía llorar. Era estúpido pensar en algo así estando ligeramente caliente, pero es que tenía demasiado amor por Sergio. Al verlo con las mejillas rosa, los labios entrabiertos, más hinchados, brillantes de una saliva que no le pertenecía, despeinado, Luka sintió una oleada de amor. Era casi indescriptible, debías sentirlo para comprenderlo... y era una de las pocas veces, hasta ese entonces, en las que reconocía la emoción... es que veía a Sergio, y sabía que lo amaba. No podía explicar en ese instante cómo, o por qué, no comprendía cómo alguien podía sentir una cosa así por otra persona... pero entendía que era real, porque lo estaba experimentando. Y se sentía afortunado. Y se sentía especial... tal vez, porque sabía que solo pocas personas podían vivir lo que él. Y por ese instante, amó ser él. Amó ser la persona que era, porque solo era gracias a eso que conocía a Sergio... y pensó que habría vivido todo de nuevo si eso representara estar ahí, con él, escuchando sus bromas inocentes, y un tanto bobas, o simplemente viéndolo reír.
Entonces Luka estaba nervioso... pero feliz por compartir ese momento con Sergio. Y lo sintió en ese tiempo como lo sentía ahora, buscando repetirle entre besos, y sus jadeos, cuánto lo amaba, y cuánto adoraba cada parte de él.
Luka, consciente de toda esa sensación, más allá del placer, buscó grabar cada instante como si fuese a ser la última vez que lo veía... incluso al terminar, como si la simple idea de estar con Sergio fuese irrepetible, y demasiado maravillosa como para que fuese real.
No podía describir el amor. Solo comprendía, mientras lo abrazaba, y ahora le llenaba de besos la frente, que había tenido suficientes motivos para estar asustado: ¿cómo alguien no iba a estarlo, si la vida era de posibilidades, y el futuro completamente incierto? Tenía motivos para estar ansioso, e incluso, aterrado, porque comprendía que un día podía dejar de tener todo eso... pero en ese instante, mientras Sergio suspiraba, y lo abrazaba con toda la paz que el sueño le otorgaba, Luka pensó que, hasta entonces, a todo lo que le había temido no había pasado. Y pasaría. Estaba seguro de ello. Y si en ese momento no se le pasaba ni remotamente la probabilidad de separarse de Sergio, sabía que la vida se terminaba... pero igual comprendía que, una vez que lo hiciera, se llevaría con él la invaluable e irrepetible felicidad de haberla compartida con el amor de su vida, y eso era algo que poquísimas personas vivían.

Agradecía que le hubiera pasado a él.

Maybe I'm the problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora