18.

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Aquel día, Sergio pensó que, antes de ir al restaurante en el que Luka lo había citado, iba a pasar por él. Se estacionó frente al hospital, y se sintió feliz solo por ver la forma en la que Luka se sorprendía, le sonreía, y corría al auto para subirse rápido.

—No tenías que venir...

—Pero quise hacerlo, además, me quedaba de paso.

—No lo hace. — respondió Luka, estirándose, antes de ponerse el cinturón, para darle un beso en la mejilla a su novio, este recibiéndolo entusiasta, pero no regresándolo, solo porque ya estaba tomando el camino de nuevo.

—¿Cómo te fue en tu consulta? — Sergio extendió la mano libre, y Luka, ya mejor acomodado (y con el cinturón) la tomó.

—Bien... hoy solo lloré dos veces. — dijo, el tono de broma presente en medio de su honestidad. Sergio apretó los labios, sonriéndole.

—¿Entonces te fue bien?

El croata asintió. No le gustaba mucho hablar de cómo le iba en terapia, y tampoco es que tuviera ganas de hablar de ello, considerando lo bien que se sentía por el detalle de su novio para con él: es que Luka pensaba que lo vería hasta la cena, en el restaurante italiano del que Sergio siempre pedía comida cuando tenía antojos... ese siendo siempre el protagonista.

En general, el día fue bueno, pero Luka manejó de regreso, solo porque Sergio estaba cansado.

—Creo que voy a llegar a bañarme, y después me voy a dormir, amor... pero ya sabes que no tienes que acostarte conmigo.

—Pero quiero... además, ya entregué todo lo que debía hacer, entonces...— Luka se encogió de hombros: él era quien estaba cargando la comida para llevar, que Sergio no se había terminado porque había comenzado igual a sentir demasiado asco por todo, cosa que tampoco era muy nueva.

Sergio asintió... pero fue todo lo que dijo. Es que estaba realmente mareado, y solo quería tomarse ese baño y acurrucarse, entonces, al lado de su novio... eventualmente bañándose con lentitud, sobre todo por el dolor que sentía en la espalda, y en la cadera, que no comprendía bien... solo entendía que era molesto, mientras se ponía la pijama, y se recargaba en una de las mesitas altas de la esquina, la que solo era usada para poner las flores, ese día, las preciosas gardenias blancas decorando... aunque Sergio no es que le hubiera prestado especial atención al aroma, sino al dolor que le recorría desde la espalda alta, hasta la cabeza. Soltó un suspiro... y pensó que tal vez se estaba enfermando por la debilidad en las extremidades.

Caminó con dificultad a la cama... pero no sintió alivio al sentarse. Solo sintió como si todo su abdomen pesara mucho más, tocándolo, y notando lo extraño que se sentía...

—¿Luka? — optó por llamarlo en voz alta, y guardar absoluto silencio... escuchando cómo Luka se movía afuera, Sergio sin definir qué era lo que podía estar haciendo. —Lukita...

—¿Sí? — no tardó mucho en asomarse por la puerta, demasiado atento.

—¿Me podrías traer agua, amor? Creo que me tomaré algo para las náuseas. —

—¿Tienes las pastillas ahí? — Luka se dio vuelta, buscando atender a su novio. Se concentró en buscarle un buen vaso, y moderar la temperatura del agua, porque afuera hacía mucho frío... aunque el silencio lo perturbó. —¿Sergio?

—¿Sí?

Luka tragó saliva. . . pero sujetando bien el vaso, decidió regresar a la habitación, a pesar de que no le gustaba el tono de la respuesta del menor, eventualmente encontrándoselo sentado sobre la cama justo como lo había dejado...

Maybe I'm the problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora