15.

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A veces, Sergio pensaba que de preparatoria, a la universidad, no había aprendido mucho de nada. Es decir, solía ser la misma persona que se apasionaba, la misma persona que, eventualmente, conseguía demostrar su inconformidad, o, por la parte buena, su felicidad. Sentía que era lo mismo con el amor...

Igual pensaba que adoraba estar encinta. No de una manera tan romántica como para decir que "el embarazo era precioso", pero sí como para apreciar los momentos agradables que la experiencia le daba... sobre todo cuando eran suficientes, pero a veces, poco notorios por el cansancio, o por los mareos. . . o por su sensibilidad. Sobre todo, consideraba que eso era lo que más le pegaba en toda su persona, aunque en silencio, regreso a casa, pudo pensar que en realidad esa era la primera vez en la que el ser tan hormonal no le gustaba. En general no le importaba llorar, era apasionado... pero ese día había sido diferente, y ni Luka ni Toni se habían atrevido a hablar por ello: asumían que era mejor el silencio. Que, invariablemente, la regla de no hablar, si no se tenía nada bueno que decir, podía ser una regla de oro en el camino regreso, e, incluso, en el departamento, donde Sergio automáticamente se encerró en su cuarto.

Toni bufó, con cierta paciencia, pero evitó hablar muy alto, cuidando el nivel de sus murmullos porque incluso sentía que murmurar estaba mal... como si fuese de mala educación, o algo.

—Yo creo que es mejor si tú le ofreces de cenar, Luka... haré de comer, pero ve pensando en ello. —

Luka tenía los ojos bien abiertos, como siempre... y se atrevió a tomar aire con pesadez, porque sabía que Toni no lo juzgaría nunca.

La realidad era que se sentía demasiado afectado... pero tal vez solo era porque su ego se veía un poco herido. Igual y no era su ego, pero le gustaba pensar que así era, solo para ponerle un nombre... porque sentía algo, solo no sabía qué, mientras estaba frente al espejo echándose agua fría, y mirando la suave marca rojiza que todavía decoraba la palidez de su mejilla.

Joder.

Suspiró.

Luka había notado el problema cuando Sergio bajó de las gradas. Habían ganado, y Sergio había ido a abrazarlo.

—Que bonitas asistencias diste, guapo. — murmuró, tocándole la cara, y pegándola a sí para darle un beso en la mejilla. —Me alegra que ganaran...

—¿Cómo se sintió no haber pisado banca hoy, Luka? —

Sergio se giró dirección a la voz. Sonaba agresiva... pero el rostro era tranquilo. O casi.

—¿Qué se sintió que tus tres goles no te hicieran ganar, Kylian? — inquirió Sergio, Luka inmediatamente tomándolo del brazo, porque lo conocía: sabía bien que Sergio encaraba... y así lo hizo, caminando en dirección al francés.

—Bueno, he metido más goles que tu novio, entonces creo que mucho mejor. —

A Luka le había sorprendido la cantidad de gente, del otro equipo, que comenzaba a acercarse, como si olieran la pelea inminente... y se percató de ello, pero no de que estaba tras de Sergio, como ocultándose.

Luka suspiró. Cerró los ojos con fuerza. Joder, joder, joder. Se odió. Se volvió a mirar al espejo... y pudo apreciar la razón que había tenido el otro equipo, sobre él: ni queriendo habría podido obtener el valor de defender a su novio. Luka no había tenido forma, y había odiado demasiado no poder hacerlo, porque, eventualmente, él no era quien la había pasado peor: por algo Sergio se acababa de encerrar en su cuarto.

Luka sabía el tipo de cosas que le afectaban a Sergio, incluso cuando parecía que él no se inmutaba por ellas..., una de ellas, era el poder embarazarse. Luka reconocía que incluso ahora iba a dolerle, porque Sergio constantemente evitaba hablar de la primaria. Ese grado escolar, junto con la secundaria, eran temas que normalmente no solían tocar nunca... y Luka lo aceptaba: el no hablar igual era estar comunicando algo.

Maybe I'm the problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora