17.

51 3 8
                                    

A veces, Sergio se veía a sí mismo esforzándose más de lo que tal vez debía. A veces, sobre todo los últimos meses, trataba de recordar los motivos por los cuales amaba a Luka... y solía saber responder bien, al menos al inicio, pero esa mañana no lo hizo.

Mirando el techo, incómodo por la posición que tenía sobre la cama, no encontró respuesta. Y la idea lo desesperó, y le llevó a pensar con más fuerza, como si dependiera de él... pero no se le ocurrió nada. Por el contrario. Atacaba cada una de sus memorias: Luka no lo abrazaba tanto. Luka no lo escuchaba tanto. Luka no lo amaba tanto...

Suspiró. Ese día en particular, a pesar de tener algunas cobias encima, tenía frío. Chasqueó la lengua, y, aunque estaba demasiado enojado, no pudo continuar pensando que no amaba a Luka. Odiaba siquiera la idea de no hacerlo, porque lo hacía... pero temió que ahora no se sintiera enamorado por algo dependiente de él. Es decir... ¿y si antes lo amaba porque tenía la fuerza para aguantar sus actitudes? ¿Y si Luka, en realidad, siempre lo había mirado así, pero esta era la única vez en la que Sergio lo notaba? De verdad, temía que la respuesta fuera positiva. Igual temía que solo lo amara porque ya tenía un compromiso. Joder. Buscó sentarse con cuidado, tratando de no hacer demasiado esfuerzo, aunque eventualmente terminó suspirando con pesadez. Joder, cómo odiaba los mareos matutinos. . .

Invariablemente, Sergio extendió su mano a la mesita de noche: no quería hablar con nadie. Por eso se había quedado en un hotel. Habría ido con sus padres, o a casa de sus amigos para pasar la noche, pero no quería conversar. No quería explicar cómo se sentía. Estaba sobre estimulado, y no deseaba pensar en nada... aunque ya era tiempo de prender el celular. En parte, una vocecita en su cabeza, le gritaba que, aunque sea, viera los mensajes de Luka, que no lo torturara así... y Sergio odió estarse preocupando por él, porque siempre lo estaba haciendo, y comenzaba a sentirse agotado. Tal vez, era porque ahora peleaban más seguido... Sergio, en lo que prendía su celular, bajó la vista. No podía ver, por el grosor de su sudadera, cómo los bebés se movían, pero podía sentirlos: estaban inquietos, y Sergio pensó que estaban extrañando a Luka; a pesar de no escucharlo siempre, Sergio sabía que Luka les hablaba por la noche. Pensaba que Luka les hablaba a diario, pero no tenía nada confirmado... aunque habría tenido razón, de preguntar.

Llevó una mano a su vientre. Invariablemente, toda la idea de dejar de vivir con Luka, comenzó a perturbarlo... aunque igual lo hacía el vivir con él.

Herido. Estaba herido. Por su cabeza comenzó a revivirse todo el monologo del mayor, la honestidad que sacaba a cada palabra... Sergio lo odió un poquito (pero no en serio, jamás lo habría odiado de verdad) por hacerlo llorar tan temprano. Igual lo odiaba porque le estaba haciendo desconfiar, porque le hacía sentir frustrado. Triste. Inseguro. Otra vez. Y Sergio no tenía idea de qué emoción detestaba más, pero tenía la certeza de que, parte de su enojo se debía a lo mucho que Luka le hacía dudar de las palabras que tanto había prometido eran verdad en el pasado. Era curioso. Sergio sabía que tal vez estaba actuando como imbécil, pero verdaderamente le dolía la forma en la que Luka, a veces, lo trataba, o las cosas que le decía. Tal vez, en otras oportunidades, no le habría afectado tanto, o lo habría dejado pasar... pero es que ese día estaba muy cansado.

Sergio suspiró. Continuó pensando en ello, antes de leer los mensajes: sabía que, al verlos, sentiría más enojo, que pensaría que él era un hipócrita...

Y, aunque eventualmente, ese fue su pensamiento inicial, la realidad era que también podía verlo en su cabeza: imaginaba a Luka solo, o, en medio de la suave luz amarilla rodeado de sus amigos, en el gran sillón sentado sin nadie al lado, escribiendo los mensajes mientras movía sus piernas, y tamborileaba uno de sus pies contra la alfombra costosa que la madre de Sergio le había regalado hacía años... y conforme más se fijaba en las horas de los mensajes, más podía verlo solo sentado. Ansioso. Y Sergio odió pensar que Luka se sentía así.

Maybe I'm the problemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora