Capítulo 24: El fuego se lo llevará

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– ¡Vamos, vamos, vamos...!

Alyssa soltó el arma vacía que aún tenía en sus manos junto con el comunicador, para después emprender una larga carrera por la sala de la mansión Dragone. Giulia tardó tan solo unos segundos en comprender lo que había sucedido y lo que Alyssa estaba haciendo, pero apenas la vio correr en dirección contraria a la puerta, ella le siguió. El ruido de pasos y órdenes duras y firmes se oían desde todas direcciones de la mansión, y aunque todos los guardias dentro y fuera de la casa Dragone se aglomeraron en la entrada donde Alyssa había vaciado el cargador de su arma, todo el mundo descuidó la zona del comedor.

Ella supuso que habían también otros guardias protegiendo las habitaciones donde Luke y Eros estaban en ese momento, pero, justo como Alyssa supuso, nadie se preocupó por las habitaciones de los empleados.

Alyssa vio el pasillo oscuro y pequeño donde había varias puertas envejecidas y poco lujosas en comparación con las del resto de la casa. No hubo necesidad de adivinar que, detrás de ella, Alyssa y Giulia encontrarían muchas chicas jóvenes y viejas escondidas dentro de ellas. También había algunos chicos, todos desnutridos y quemados por el sol.

Eran alrededor de unos doce o poco más, y, aunque no estaban armados, cuando vieron a Alyssa y a Giulia bajo su disfraz de soldado, todos se armaron para abalanzarse sobre ellas. Los hombres estaban encadenados a las paredes y las mujeres a las camas, pero Alyssa supuso que ni sueltos podrían ser oponentes de ella o de Giulia. No solo porque ellas mismas tenían preparación en la lucha, sino también por el tamaño de aquellos chicos. Eran jóvenes, pequeños aún para su edad, y la mayoría tenían una mirada de horror que no venía solo al caso de la repentina balacera exterior.

Alyssa levantó su arma hacia ellos, indicándole que hicieran silencio. Giulia cerró la puerta con suavidad, vigilando que nadie entrara por el pasillo tras ella.

Cuando Alyssa quitó su pasamontaña y miró a cada joven allí, la primera en hablar fue Giulia.

– ¡Ponte el maldito pasamontaña ahora, soldado! –Le reprendió Giulia.

Alyssa simplemente la miró, pero ignoró por completo lo que ella le dijo. – Todos aquí trabajaban para Onell, ¿cierto? –Les preguntó en un susurro.

Fue uno de los chicos, el más alto de ellos, quién infló el pecho y dio un paso adelante hasta que sus restricciones vibraron. – ¿Quién es usted?

Alyssa negó con su cabeza. No perdería su nombre por segunda vez en su vida por un descuido.

– Eso no importa –recordó sin querer las palabras de Eros, cuando él le dijo que sus sentimientos no importaban–. Necesito encontrar a Lana, la hermana de Rue, es una niña pequeña.

Una de las chicas, una que tenía un rodete gigante y un vestido de mucama, tembló en su posición. Ella protegía a cuatro chicas más pequeñas bajo sus brazos. Aunque era muy joven, daba la impresión de que era la madre allí.

– ¿Rue? –Preguntó con esperanza en su voz–, ¿ustedes la tienen? No la vemos desde hace semanas. Ella era siempre quién nos protegía de Onell, y tomaba el peor castigo cuando una de nosotras se equivocaba. Por favor, dígame que está bien y que volverá.

Alyssa sintió su labio inferior temblar, preguntándose a qué se refería con "peor castigo". Con un escalofrío, Alyssa miró a cada uno de los esclavos allí. Eran muy jóvenes, unos niños aún la gran mayoría, y que les arrebataran de esa forma la normalidad de una niñez, de una vida común en una escuela y con una casa amorosa, era desgarrador para Alyssa. Ella sentía que su corazón en ese momento solo latía por costumbre, porque su propia esperanza se había esfumado por completo ahora.

LA ASESINA DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora