Capítulo 11: Tienes que vivir

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Lo prometido es deuda, gracias por los comentarios. Subiré el próximo capítulo cuando el libro llegue a 20 comentarios. 😁

Alyssa se puso en pie un segundo después que los tres se acercaron hasta ella y Elián. Evitó a toda costa la mirada de Eros, pero eso solo significaba encontrarse con la mirada confundida de Fernando o el rostro decepcionado de Darío. Fuese como fuera, era mejor que encontrarse con el rostro inexpresivo de Eros.

Fue Elián quien rompió el silencio. – ¿Qué hacen aquí?, nadie invitó a los tres chiflados.

– Ah –exclamó Fernando, acercándose hasta Alyssa y atrapándola en un abrazo. Elián enrojeció violentamente. Aunque, sin embargo, Alyssa no se sentía tan incómoda en los brazos de Fernando como lo hubiese sido el día anterior–, nosotros solo somos el séquito. Vinimos a dejar a Eros aquí, y mi amigo, Darío, y yo seguiremos hasta la habitación de unas señoritas por aquí cerca.

– Eso es mentira –Darío giró sus ojos–, al menos la parte de las señoritas. Sí es cierto que vinimos a acompañar a Eros y a saludar a Alyssa.

Alyssa se tensó en el acto. – Hola.

– ¡Hola! –Exclamó Fernando, pasando su mano desenfrenado por el cabello de Alyssa–. Misión cumplida.

– ¡Genial! –Dijo Darío con fingida sorpresa, tomando a Fernando por el brazo y obligándolo a separarse de Alyssa–. Ahora, vámonos.

– No quiero, ¿puedo quedarme con Ferrara un minuto más? –La falsa bobería de Fernando era muy evidente: él quería quedarse a ver el desenlace.

Pero Darío tenía la suficiente fuerza como para arrastrar a Fernando hasta la salida.

– Disfruta tu cena, Alyssa. Hasta pronto, Elián. –Y, tras eso, Darío salió de la habitación, arrastrando a Fernando con él.

La puerta se cerró y la habitación se llenó de tensión. Era asfixiante. Alyssa no podía levantar la mirada del suelo y Elián solo miraba con irritación el lugar donde Darío y Fernando acababan de salir.

Él respiró profundo, harto hasta la cabecilla, y después miró a Eros. Este solamente le movió las cejas en un fluido movimiento de cinismo.

– ¿Quién te invitó? –Le preguntó Elián, quien ni siquiera ocultó un poco el desagrado en su voz de encontrarse con su hermano allí.

– Carina solamente me dijo que la cena estaba lista y que viniera hasta acá –Eros se encogió de hombros, movimiento que llevó a Alyssa a mirarlo. Y, por primera vez, ella pudo ver su rostro y evaluar su expresión fría como una máscara que solo intentaba ocultar algo: dolor–. No sabía que era una cena solo para dos.

– ¿Es una cena solo para dos?

A Alyssa le estaba cansando que quien sea pudiese entrar como si nada y oír las conversaciones. ¿Las paredes acaso eran más delgadas que un papel?

La puerta se abrió por última vez y por ella entraron Alessandro y Emma tomados de las manos. Ambos iban elegantes, no como si viniesen a una cena muy formal, pero sin duda no andaban como Alyssa y Eros quienes estaban, sin duda, fuera de lugar.

La pareja se acercó hasta sus hijos y saludaron a ambos con una sonrisa desde su posición, sin abrazos ni besos.

– Qué linda cena, Elián –comentó Emma, mirando por sobre ellos la mesa puesta–. ¿Qué tal si nos sentamos a comer de una vez por todas?

Elián lució consternado, pero no puso mala cara ante la sugerencia de su madre.

– Sí, claro. La cena no puede estar más comprometida –aquello último fue un susurro de sarcasmo de Elián–. Le diré a Carina que llame a los camareros.

LA ASESINA DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora