Capítulo 49: Hasta que el último caiga

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Congelada en su lugar, Alyssa había soltado de forma inconsciente a Elián y solo miraba a su madre arrodillada en el suelo. Alyssa podía sentía su propia sangre drenarse de su cuerpo, su fuerza sucumbir y, literalmente, sentir su corazón rasgarse como una tela. No había sabido qué tan cierto era el dicho de los 'corazones rotos' hasta ese momento, donde Alyssa había confirmado que era posible sentir tu pecho partirse de tal manera.

Con un paso dudoso, Alyssa se acercó a su madre, viendo como el suelo se llenaba con rapidez del líquido escarlata que emanaba de ella. Ni siquiera podía ver bien de dónde provenía el agujero de entrada de la bala, si es que siquiera había entrado una. Pero un costado de su vestido estaba terriblemente empapado, manando sangre como una cascada.

—Mamá... —El susurro de Alyssa se perdió entre los sonidos de peleas, balas y gritos del exterior, apenas amortiguados por la enorme puerta de metal que los aislaba del mundo.

Viena rio sin gracia—. ¿Recuerdas que me dijiste que nos pondríamos al día? —Alyssa vio como los dientes de su madre estaban manchados con sangre cuando volvió a sonreírle—. Tendremos que cancelarlo, hija.

Y finalmente, Alyssa vio como su madre perdió su fuerza y cayó hacia un costado. Sin embargo, ella fue rápida y trató de saltar hasta el suelo para, al menos, proteger el cráneo de su madre. Cuando la idea de que eso no impediría su muerte la chocó, Alyssa sintió su cuerpo agitarse y su garganta cerrarse.

—¿Mamá?, ¡mamá! —Alyssa comenzó a agitarla, logrando que poco a poco los ojos de Viena se abrieran y fuera meramente consciente de su entorno de nuevo. Arrullándola en sus brazos y pecho, Alyssa levantó la glock hacia la primera persona que halló. Realmente buscaba a Elián, pero cuando su prima apareció en su campo visual apretando a su bebé en brazos, Alyssa no estaba viendo claro—. ¡Abre la maldita puerta o disparo!

Elián rápidamente saltó frente a Livia, abriendo sus brazos y mirando con unos ojos incrédulos a Alyssa—. ¡Baja la puñetera arma, por el amor de Dios!

Viena se removió, Alyssa recordó los cientos de veces que ella le reprendía por decir el nombre de Dios en vano. Sin embargo, en aquella situación, no era divertido recordar a su madre en pasado.

—Entonces abre la puerta —Alyssa menguó su voz, sabía que no era necesario gritar para hacer que alguien hiciera lo que tú querías. Con un simple movimiento, le quitó el seguro al arma—. ¡Ahora mismo!

Elián negó con su cabeza, una mirada de pesar cruzaba su rostro—. Alyssa, esta no eres tú. Por favor, podemos encontrar otra forma.

Apartando a Livia del camino, Elián se quitó su chaqueta de traje y se arrodilló frente a Alyssa en el suelo.

Ella no baja su arma; al contrario, mientras más cerca su amigo estaba de ella, mejor apuntaba el arma para un tiro certero entre sus cejas. Al punto de que Elián tragó en grueso al sentir el cañón frío en su frente, pero sabía que, ignorando ese atroz hecho, él podría ayudar y ofrecerle claridad a Alyssa. Aunque él sabía algo más y lo tenía bastante claro: la madre de Alyssa no saldría de esa.

—Mira, la herida proviene de su costado izquierdo, debajo de la costilla —Elián señaló, aunque la mirada de Alyssa seguía al frente donde su pistola seguía apuntando—. Si haces presión con las manos, detendremos la hemorragia. Y, con la tela de mi chaqueta, lo taparemos para que deje de sangrar. Si detenemos el sangrado, tu madre puede vivir al menos una hora entera hasta que puedan operarla y sobrevivirá.

Aquello fue lo que despertó a Alyssa, aunque no del todo. Pero, al menos, fue un alivio para Elián darse cuenta que aquello desvió su atención y la hizo bajar poco a poco su arma. Así que, para el momento en que Elián comenzó a aplicar presión utilizando la tela de su chaqueta, Alyssa se le unió para ayudarlo.

LA ASESINA DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora