Capítulo 29: Decisiones

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En compensación a la tardanza, un capítulo largo. 


—¿Una gala? —preguntó Artem, con una mirada incrédula. Su padre tenía ataques impulsivos extraños, sí, la mayoría eran violentos. Pero Alberto nunca había estado interesado en armar una fiesta o algún alboroto similar. Inclusive, Artem nunca había celebrado su cumpleaños con su padre. Con amigos u otros familiares ocasionales la mayoría de veces, pero siempre lejos de su padre.

Sin embargo, Alberto sonrió como si ese fuese una idea millonaria. Ambos estaban desayunando en la larga mesa del comedor. Artem apenas había llegado de su reunión con Luke y Eros, cuando su padre dijo que quería hablar con él mientras tomaban café.

Artem quiso negarse, el cansancio hacía que su cuerpo se sintiera pesado y flácido. Pero agradeció haber obedecido a su padre. Necesitaba llamar a Eros antes de que hiciese una estupidez.

—Piensa esto, hijo. —Alberto levantó la jarra de café antes de servirse su segunda taza. A esta le añadió un poco de licor desde una petaca que sacó de su bolsillo—: si es cierto que hay una banda terrorista que está matando a todos los jefes de las mafias, con esta fiesta podría atraparlo. La invitación a todos los jefes de familia será solo la carnada perfecta.

Artem gruñó—. Serán muy estúpidos si van. Es más que obvio que los intentas atrapar, padre.

—No —negó Alberto con autoridad—, estúpidos fueron ellos al creer que nadie se daría cuenta de lo que hacían matando a tres jefes en menos de un mes. Además, Martha Botticelli también está perdida. El resto de su familia ya sospecha lo que pudo haber sucedido, lo cual me parece obvio. Aún están en su busca, pero me parece que solo encontrarán un cadáver, a lo sumo. Y no puedo permitir que esto siga pasando, Artem, no cuando mi plan es estar por encima de todas las cabezas de Italia.

Artem tuvo un escalofrío, su piel se volvió de gallina cuando un frío poco agradable le subió por la espalda. Él sabía lo terriblemente malvado que era su padre con el poder de dominar en Sicilia, imaginárselo dominando Italia entera le causaba un poco de presión en el pecho.

—Bien, padre. Pero será peligroso arriesgarlos a todos solo por la ilusión de que el grupo de asesinos se aparezca.

Alberto no estaba escuchando el racionamiento de su hijo—. Haremos una redada justo en medio de la gala, que mis hombres revisen a cada guardia, capo e invitado por igual. —Con un suspiro, Artem se levantó de su silla y dejó a su padre charlando solo en la mesa. Pero no se pudo retirar a tiempo sin antes oír—. Incluyendo a Alessandro, ese idiota sería mi sospechoso número uno.

Artem debía decirle sobre esto a Eros y a Alyssa.

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Cuando Lana despertó, ella y Alyssa salieron de la habitación. Lana estaba asustadiza ese día, por lo que no se separó de la mano de Alyssa hasta que vio que en la cocina solo estaba Made y los lobos, Venus y Júpiter.

Made convenció a Lana de que la acompañara, para permitir a Alyssa reunirse con el señor Caruso que acababa de llegar. Lana se negó al principio, pero fue tentada con jugar con los lobos y comer galletas de chocolate para la merienda, y solo con eso, aceptó.

Alyssa suspiró cuando finalmente las manos pegajosas de Lana se separaron de su pierna—. Gracias, Madeline.

La cocinera asintió, llevándose a Lana en brazos hasta la mesa de la cocina.

Alyssa no perdió el tiempo y cruzó la sala vacía. Había unos cuantos guardias parados en distintas posiciones, todos con expresiones estoicas y cuerpos rígidos bajo el uniforme. Usualmente caminaban por toda la casa y establecían conversaciones ligeras entre sí, siempre en alerta, pero no necesariamente tan protocolar. Y que ese día estuviesen en sus posiciones y uniformados solo indicaba algo: el Don de la casa estaba allí.

LA ASESINA DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora