Capítulo 43: Sangre Fría

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Alyssa desvariaba entre el mundo real y sus sueños sobre el hombro de Eros, mientras que algunas luces pasajeras iluminaban el rostro de adormilado de Alyssa brevemente contra la oscura noche. El auto se mecía suavemente, y él era plenamente consciente del suave ronquido de su esposa, haciéndolo sonreír por la inocencia que vibraba en ella incluso por sobre todas las cosas que ambos habían hecho.

Y Eros no solo pensaba en los acontecimientos de esa noche.

A su mente llegaba cada imagen de docenas de cuerpos que habían arrastrado hasta la inexistencia; cada muerte, cada cadáver y cada bala manchada de sangre. Él sabía que existía un límite para la cordura, toda su vida había visto a las personas a su alrededor enloquecer después de un tiempo en el mundo del sicariato. Eros agradecía que su Alyssa era más fuerte de lo que aparentaba físicamente y que ella no había sucumbido ni una pizca a esa psicosis del que todos sufrían después de tanta sangre en sus manos. Él estaba consciente que, si en algún momento a Alyssa le sucedía, Eros sería capaz de mover cielo y tierra por buscarle ayuda profesional o psicológica.

Pero, fuese como fuera, él también estaba consciente de que pronto tendrían que empezar a ponerle límites a sus propias vidas. Desde el asunto de la misión, del que estaban siendo prácticamente obligados a retomar por culpa del grupo de aficionados, hasta el hecho de ser tan abiertos a las demás mafias.

Eros amaba a Artem como a un hermano, quizás más que a un hermano si había algún vinculo fraternal o filial más poderoso que existiese. Pero, cuando todo estuviese hecho, Artem tendría que seguir su camino y ellos, el suyo.

Y Eros quería dejarle eso en claro a Alyssa antes de que fuese tarde.

—Mi amor —le susurró al oído. Ella estaba aún muy cansada, su rostro dormitado se levantó muy ligeramente del hombro de Eros, pero él sabía que ella lo oiría y podría recordar un poco al día siguiente—, quiero decirte algo: estuviste estupenda hoy, y te admiro por ser tan valiente y tan divina. Eres tan hermosa que deberías ser reverenciada y adorada, como el hermoso ángel que eres. Pero esta será la última vez que lo hagamos, ¿está bien? No quiero ser posesivo, pero eres mía, Alyssa, tanto como yo soy tuyo. Y Artem es un buen amigo, pero ese será nuestro límite con él.

Alyssa tragó en grueso. Por supuesto que ella se esperaba que eso tenía que pasar, pero oírlo de la voz apretada por un poco de celos de Eros era diferente a pensarlo. De hecho, sintió un escalofrío recorrerla y él apretó el abrigo a su alrededor para ella.

—Te refieres a mantener la distancia con él, ¿no? —Eros asintió, parecía evaluar la reacción de Alyssa en silencio. Ella le sonrió, lo más sincera que pudo—. Estoy de acuerdo, si eso nos hace sentir paz.

Entre ellos la conversación murió. El camino hacia el aeropuerto fue directo, las maletas ya estaban esperándolos ahí por un grupo de soldados que ya tenían el avión preparado para ellos. El abordaje fue silencioso y el camino hacia Sacra Corona fue ligero. Alyssa dormía unos pocos minutos de vez en cuando, tratando de recuperar energías para lo que sabía que vendría.

Al aterrizar en el aeropuerto de Sicilia, un auto deportivo también estaba allí aguardando por ellos. Eros lo conducía, pero una caravana de tres autos más lo seguían. Los soldados Caruso parecían negarse a separarse de ambos demasiado tiempo. Al menos, parecía ese ser el caso desde la muerte de Emma y Alessandro.

Eros y Alyssa se mantuvieron juntos hasta llegar a la hermosa mansión remodelada. Se veía más lujosa que antes, más moderna también, aunque Alyssa debía admitir que la ausencia del tercer piso era extraña. Sin embargo, al entrar en la casa, descubrió que, por lo menos, ahora se sentía más cálida y habitable.

La pequeña Lana, junto a su institutriz y Made, la cocinera, habían tenido todo preparado para su llegada. Las habitaciones, ropa y comida, solo que Eros negó con su cabeza antes de que la mucama continuara.

LA ASESINA DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora