Capítulo 9: Soy tu jefe

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La noche finalmente acabó, la pesadilla se terminó. Al día siguiente, Alyssa volvió a salir de su habitación para descubrir que todos estaban hablando sobre los cadáveres que encontraron en la puerta del edificio.

Alessandro, en un acto de drama pura, salió despavorido y fingió cerrar la sala por cuarentena. Llamó "investigadores privados" que "inspeccionaran" los cuerpos. Incluso el mismo Elián salió con su bata de biología y fingió darles un vistazo a los cuerpos.

Todos los que habían "inspeccionado" los cuerpos salieron con la misma conclusión: Bart y Rupert fueron torturados y asesinados a sangre fría. Ante esto, muchos querían retirarse de la fiesta para encontrar un lugar seguro donde esconderse. Alessandro les pidió que se quedaran, pues con un rostro ridículamente entristecido les argumentaba que aquel era el lugar más seguro para ellos en aquella misteriosa y precaria situación.

Alyssa, honestamente, no comprendió el truco de Alessandro de mostrarle a todos el cadáver de dos de ellos. Todos estaban ahora en alerta y matarlos se complicaba cuando todos lo esperaban. El factor sorpresa había sido perdido y Alyssa no comprendía por qué Alessandro permitiría (e, incluso, organizaba) aquel movimiento.

Pero era evidente para ella que Alessandro no estaba más que jugando sobre un tablero de ajedrez. Todo movimiento simbolizaba una jugada perversa de su plan, y tocaba analizar bastante bien qué piezas él querría sacrificar en el futuro para que todo saliera bien.

Pues, a diferencia del ajedrez, en la vida real si perdías, morías.

Después de desayunar todo lo que le cabía en su estómago, Alyssa miró de lejos a Elián junto a su padre. Ambos no se parecían mucho físicamente, pero tenían la misma mente macabra.

Alyssa no hablaba con Elián desde esa noche cuando le propuso casarse. Él no la estaba evitando, exactamente, más ella si evitaba en ocasiones coincidir con él.

Ella se estaba arrepintiendo, por supuesto que sí. Pero su orgullo no le permitiría echar para atrás el avance que había logrado. Estaba a un paso de obtener su matrimonio por conveniencia y, por ende, su protección y libertad. Apenas todo hubiese pasado (la boda, la matanza y la vida de Alberto), Alyssa buscaría a su madre y huirían al otro lado del mundo.

Pero, fuese como fuera, ella no estaría nunca más relacionada con los Caruso.

Un siseo salió inconscientemente de sus labios cuando, tras ser invadidas por esos pensamientos intrusivos, Alyssa volcó su café caliente sobre la mesa donde estaba comiendo.

Los demás comensales del cafetín la miraron con burla, pero ella no tuvo tiempo de girarles los ojos, puesto que el ardor en su piel se volvió evidente cuando sus brazos se enrojecieron.

Como pudo, con servilletas a montón, Alyssa secó el lugar donde el café se había volcado sobre su piel y la mesa. Era tarde para pedir un reembolso, en especial porque no se lo darían ya que fue su entera culpa, pero era más triste saber que ahora se quedaría sin su café.

Alyssa resopló, mientras deslizaba la taza por la mesa con rabia. Tras ese gesto, una risa divertida se oyó a una mesa de distancia.

Alyssa ya se estaba preparando para lanzar un comentario sarcástico para la persona que estaba burlándose de ella, cuando al girar su mirada solo se encontró con el hombre que la noche anterior le había brindado un vaso de whisky.

Fernando.

No podía recordar su apellido, pero Alyssa estaba segura que él le cautivaba más que provocarle ganas de girarle los ojos. Sentía mucha curiosidad por este hombre.

En un rápido movimiento, Fernando se levantó de su mesa y le ofreció su última servilleta de su desayuno a Alyssa. Ella no la tomó.

– Buena suerte en tu primer día, la necesitarás –Fernando dejó caer la servilleta hasta el suelo cuando Alyssa no la quiso tomar, y ella simplemente le miró con una ceja alzada sin saber a qué se refería él–. En el gimnasio inferior B, a las 11:35 en punto. Ni un minuto más, ni un minuto menos. A Eros no le gusta esperar.

LA ASESINA DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora