Capítulo 42: ¿Dónde está la distancia?

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Alerta de contenido muy explícito. MUCHO. Por favor, leer con discreción.


—Ayúdame a esconder el cuerpo.

—¡¿Lo mataste?!

—¿Me ayudarás o no?

—¡Santo Dios!, ¡acabas de matarlo! ¿Ahora qué haremos?

Artem acababa de cerrar la puerta nuevamente con pestillo, para después inclinarse en el suelo y dejar sus dedos en el cuello del hombre. Su boca se torció en su ceño fruncido, luego miró a Alyssa, un poco de culpabilidad brillaba en sus ojos, y luego tiró al suelo los nudillos de material duro en el suelo.

—¿Qué haremos? Pues, yo creo que sumarlo a la lista —en sus manos tomó ambas piernas del cadáver en el suelo y lo arrastró hasta la alfombra a un lado de la cama. Alyssa seguía conmocionada en su sitio—. Con él serían nueve, aunque no está del todo muerto-muerto.

—¿Nueve? —Alyssa lo supo un momento después, el número resonando en su cabeza: aquel hombre tirado en el suelo era uno de los líderes de alguna mafia que Alyssa desconocía.

—Martin Alfaro —para esas alturas, Artem estaba enrollando el cuerpo de aquel hombre en la alfombra, ahora todo el suelo estaba manchado con una larga y gruesa línea de sangre. Cuando Artem quiso secar el sudor de su frente, también provocó que su rostro se llenara de un poco de sangre—. Es uno del más reciente miembros de los líderes de la mafia, su padre se retiró hace unos pocos años y le dejó todo el negocio de las ventas ilegales a él. Según mi padre, era inofensivo hasta donde lo conocíamos, pero parecía que no iba a dudar en matarte. Era la única oportunidad que íbamos a tener de verlo sin guardias alrededor, probablemente —aquello hizo que Artem se detuviese un segundo y abriera sus ojos con miedo—. Por cierto, hay que encontrar una forma de sacarlo de aquí sin que sus guardias o alguien más lo vea. No es que sea muy importante, como algún otro líder que mataron. Pero sí sería escandaloso sacarlo enrollado como tapicería.

Alyssa frunció el ceño, ignorando por completo lo que Artem había dicho—. ¿Cómo abriste el pestillo de la puerta?

Artem gruñó—. Te sorprendería saber que Eros fue quien me enseñó a violar la simple seguridad de una puerta.

Eros...

Alyssa sintió su estómago revolverse y querer devolver todo lo que contenía. Ella se odiaba por haber querido irse y no llevarse a Eros con ella. ¿Qué hubiese pasado si él se hubiese ido con ella? Hubiesen podido sacar a Babi de allí sin inconvenientes y Alyssa no estaría en problemas en ese momento. De hecho, Artem tampoco hubiese tenido que matar a Martin y tuviesen un cuerpo menos. Pero valía la pena el sacrificio por haber huido de ahí cuando había posibilidad.

—Eros. ¿Él...?

—Estaba en la barra aun cuando subí a buscarte —las mejillas de Artem se ruborizaron, parecía que haber confesado que seguía a Alyssa lo hizo avergonzarse—. No te tienes que preocupar, Alyssa, no creo que él te vaya a querer cambiar por alguien más. Lo digo de verdad, en sus treinta años de vida, nunca lo había visto tan enamorado.

Si él de verdad estuviese tan enamorado como decía Artem, no la hubiese llevado a una fiesta de intercambio para empezar. Y, así, Alyssa no estuviese en problemas y no se preocuparía por la integridad física de su amiga.

Aquello le recordó algo más a Alyssa, algo que era un poco más importante—. Babi... —suspiró—. ¿Conoces a Babi? Cabello negro y largo, piel blanca, como un poco más baja que yo, sexi y de ojos amables.

Artem frunció el ceño, mientras gemía del esfuerzo por hacer rodar al tal Martin por la alfombra—. ¿Bárbara Bianco? Sí, la vi con un par de chicas en una habitación antes de entrar en la tuya. Creo que se estaban poniendo de acuerdo para huir, o para comprar una finca. El punto es que está ocupada ya.

LA ASESINA DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora