Capítulo 51: Eres como yo

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Cuando Eros regresó al primer piso de la mansión tras dejar a Elián en la seguridad de un auto vigilado por guardias, él no se imaginó encontrarse a su esposa apuntando con un arma a su propia prima. Él la miró de lejos, estudiando y evaluando la situación. Eros estaba más que seguro que su esposa era mortífera y que, por más amor que sintiera hacia su prima, si se encontraba en peligro, Alyssa estaría dispuesta a sacrificarla de ser necesario.

Ya Eros lo había comprobado al ver cómo Alyssa permitía el asesinato de su propio tío y estaba dispuesta a continuar con el de su padre.

La sala se encontraba oscura y la muerte volvía opulento el aire. Apenas perceptible en la densa oscuridad de las paredes de la cámara del pánico, Eros vio a Livia Russo arrodillada en el suelo, su rostro sumiso al suelo ante el arma de Alyssa. El silencio era pesado entre ambas, cargado de tensión y una grave molestia.

Alyssa, con su porte majestuoso y mirada penetrante, Eros observó como temblaba ligeramente contra el cañón de su arma. Pero, sin importar qué, se mantenía impasible, esperando sus palabras.

—Hazlo.

Eros vio a Livia, con la cabeza inclinada y las manos sujetas entre sí, tomando aire para hablar. Su voz, aunque suave, resonaba con una determinación inquebrantable—. Alyssa Ferrara, hoy me arrodillo ante ti para rendir homenaje y lealtad de sangre a la familia Caruso. Reconozco su poderío y soberanía sobre todas las demás mafias de Italia. Bajo su liderazgo, prometo mi sumisión y respeto, aceptando su autoridad sin cuestionamientos.

El corazón de Eros latía con rapidez, él miraba a su esposa con la boca abierta, sorprendido de lo que su esposa era capaz. Por su parte, Alyssa solamente asintió levemente, sus ojos nunca apartándose de Livia, evaluando cada palabra y gesto.

—Sin embargo —continuó Livia, levantando la mirada para encontrarse con los ojos de Alyssa—, debo expresarte mi decisión de evitar cualquier matanza innecesaria de ahora en adelante. No busco ser parte de una guerra, pero si la familia Caruso decide desatar una algún día, deben saber que mi lealtad y apoyo estará con ustedes, aunque mi corazón anhele la paz y mis armas no se levanten para derramar sangre.

El silencio volvió a llenar la sala, Eros veía como Alyssa respiraba de forma agitada. Pero esta vez, estaba cargado de una nueva comprensión. Alyssa, con una sonrisa apenas perceptible, extendió su mano goteando sangre hacia la de Livia, la cual también tenía una herida palpitante, sellando así ambas el juramento con un gesto de aceptación y respeto mutuo. Con un respiro de alivio, Eros miró todo a la distancia, sonriéndole a su esposa cuando se ella se giró y lo encaró.

Ambos compartieron una mirada significativa, sabiendo lo que aquel trato simbolizaría para ellos: era el inicio del final. Con la última mafia sometida a su autoridad, ellos literalmente acababan de convertirse en la mafia más poderosa de Italia. Y Eros comenzaba a sentir el peso, así como Alyssa sentía el apretón en su pecho que le indicaba lo mismo.

Solo faltaba hacer caer la mafia de Alberto y no habría nunca más competencia para la mafia Caruso. No a partir de ese momento.

Con un asentimiento, Alyssa abandonó la sala, dejando a Livia aún en el suelo con su palma llena de sangre, y se unió a Eros en el pasillo.

—Es hora —dijo Eros, haciendo un ademán en dirección hacia la salida de la habitación del pánico, señalando hacia el otro lado de la casa.

Alyssa asintió sin decir palabra, su rostro carente de emoción alguna y su mirada perdida. Eros sintió temor repentino en su corazón. Él sabía que aquella situación le estaba partiendo el corazón a su esposa, sabía que la había quebrado de afuera hacia dentro. Todavía no sabía bien qué había pasado con Viena exactamente y tampoco sabía qué tanto había conversado Alyssa con Liam o con Livia. Pero Eros podía reconocer el rostro de alguien destruido cuando lo veía.

LA ASESINA DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora