Naruto: Origins Reborn

Camino al final 12: perdida

Atsume desapareció repentinamente de la vista de todos y solo Naruto y Sasuke levantaron la vista como siguiendo un objeto en movimiento. Zabuza, Haku e Itachi tomaron las esferas rápidamente, ambos sabiendo que ya no había más tiempo para pensar. Era hora de darlo todo. La sensación de poder fue casi inmediata. Sintieron los sentidos agudizarse al máximo y de pronto el mundo pareció revelarse ante ellos en una explosión de percepciones. Pero, tan rápido como había llegado se sintió oprimida. Por encima de ellos una gran presencia invadía y aplastaba todo lo demás. De él emanaba una sensación de peligro que era muy difícil de poner en palabras.

—Aquí viene—dijo Naruto.

Por un momento pareció que iba a decir otra cosa, pero no tuvo tiempo de más. Atsume cayó sobre ellos rápidamente. Por reflejo, todos saltaron en diferentes direcciones alejándose uno del otro. La única que no tuvo oportunidad de reaccionar fue Hinata, ella no había recibido una de las esferas de poder. Naruto la tomó instintivamente y la alejó del peligro. Cayó a escasos metros de donde había aterrizado Itachi. El Susanoo debería protegerla, pensó y volvió a centrar su atención en el enemigo. Atsume aterrizó en el lugar preciso donde Naruto estaba parado justo antes de saltar. Las distancias que recorrieron con aquel salto fueron inesperadas para casi todos, así como la propia reacción. Al tocar el suelo, como si ya estuviera preparado para ello, Sasuke salió despedido hacia Atsume con la espada desenvainada. En menos de un parpadeo, el arma brillaba intensamente con los rayos que la cubrían lanzando destellos de luz eléctrica que se reflejaban tanto en la lluvia como en el río. Un sonido particular inundó el lugar. Era como mil aves gritando a la vez.

Zabuza y Haku quedaron anonadados mientras veían al anciano atacar. Pero, el sonido aquel los sacó del ensimismamiento. Zabuza, por instinto, supo que tras aquel arrebato de poder que lo llenaba en ese momento perdería el conocimiento. Sentía todos sus sentidos agudizados a niveles casi absurdos, eso no podría mantenerse durante un tiempo muy largo. Era ahora o nunca.

-¡Haku!-dijo Zabuza- ¡vayamos con todo!

-¡Si!

De inmediato, Zabuza hizo unos cuantos sellos y la lluvia cambió de dirección y se intensificó. Toda la tormenta ahora caía en dirección a Atsume. Esperaba más poder, pero aquello era casi ridículo, Zabuza esperaba centrar parte de la lluvia en Atsume para dificultar su visión y potenciar sus técnicas de agua. Sin embargo, había cambiado la dirección de toda la tormenta. Aún así, sabía que no era suficiente poder para estar al nivel de aquellos tres. Se preparó para combinar sus movimientos con los del anciano, había que esperara a ver cómo y cuál era el siguiente movimiento de él. Haku, como haciendo eco del pensamiento de Zabuza, se preparó para lo mismo. El anciano y Naruto eran más fuertes que ellos, más fuertes que cualquiera que hubiera conocido. Estaba seguro de que con esa esfera él mismo había alcanzado el nivel Kage de poder. No podía ni imaginar qué nivel de poder estaban manejando ellos. Lo mejor sería funcionar como apoyo. No quería arriesgarse a interponerse en el camino de Naruto y Sasuke, podría perjudicar en lugar de ayudar.

Sasuke sintió el cambio de la lluvia y lo utilizo de manera instintiva. Abalanzó el movimiento de la espada acompañándolo de una descarga eléctrica mucho más poderosa de lo que había conseguido en mucho años. El gritar de las aves de convirtió en un aullido que opacaba todo. A último momento vio también a Naruto. El también había saltado hacia Atsume desde el lado opuesto, cortando así el posible escape del Otsutsuki. Siempre se les había dado bien combatir de manera coordinada. No había notado cuando extrañaba aquello. Sin embargo, fue en vano. Cuando ambos ataques estaban a escasos centímetros de él fue como si el aire se hubiera solidificado. Los ataques se detuvieron en seco. Naruto estaba suspendido en el aire, como en medio de un salto, intentando inútilmente de alcanzar a Atsume con un Rasengan qué rotaba en su mano abierta emitiendo pequeños y suaves reflejos de luz azulada a su alrededor. Un segundo después ambos se desvanecieron, tanto el Chidori como el Rasengan se diluyeron como si se hubieran quedado sin la energía que les daba vida. Junto con ellos, el sonido de las aves se evaporó como si estas se alejaran.