Llevabas ya un tiempo compartiendo habitación con Konig, al principio la idea no te había convencido del todo, pues se suponía que la distribución de los compañeros de habitación no eran mixtas, pero al ver que el hombre no protestó en ningún momento ni hizo ningún movimiento para ser cambiado, tampoco dijiste nada; las habitaciones eran escasas en esos tiempos y solamente estar en una ya era un privilegio, habían muchos camaradas que les tocaba dormir en el frío piso de los pasillos mientras se desocupaban habitaciones.
Inicialmente te fue difícil acostumbrarte a la presencia del hombre, ya que honestamente sólo ver la altura del inmenso individuo era suficiente para hacerte sentir intimidada y eso sin contar la espeluznante máscara que nunca se quitaba ni para dormir, aunque claramente, te imaginabas que se la quitaba cuando estaba a solas en el baño.
Las cosas se calmaron cuando te diste cuenta de que el enmascarado ni se hacía notar, rara vez decía algo y solamente aparecía tarde en las noches para dormir y se iba temprano en las mañanas, ya que siempre le encargaban muchas misiones, así que era como si la habitación fuera para ti sola la mayor parte del tiempo. No te quejabas. Nadie iba nunca a molestar, porque sabían que él era de esa habitación y todos le tenían mucho respeto.
Para ti, la percepción que tenías del hombre había cambiado de intimidante a incluso un poco tímido en el tiempo que llevabas compartiendo espacio con él, y eso te ayudó a relajarte lo suficiente como para sentirte cómoda en ese entorno. Además, estabas segura de que era una buena persona, ya que lo había reflejado en pequeñas acciones en el tiempo que llevaban juntos; como la vez que te enfermaste tanto que no te podías ni levantar de la cama, Konig te llevó la comida a la habitación siempre que se encontraba en el cuartel y se aseguró de que tuvieras todo lo que necesitabas, cuando nadie más pareció notar tu ausencia.
-¿Y cómo es compartir habitación con el grandulón? –Preguntó uno de tus compañeros con una risa burlona en una ocasión mientras desayunaban en las amplias mesas de metal del comedor- ¿Le has visto la cara?
-Hmmm –Sopesaste mientras terminabas de masticar lo que tenías en la boca-, es... tranquilo. Y no, no le he visto el rostro.
Lo último que dijiste era mentira, sí que le habías visto el rostro un par de veces, una vez cuando se le había movido la máscara mientras dormía, otra ocasión dónde no se había dado cuenta de que la puerta del baño estaba un poco abierta mientras se lavaba la cara. Sin embargo, eso no era asunto tuyo, y lo respetabas.
-¿Tranquilo? –Lanzó otro tratando de aguantar una carcajada- No sé cómo haces para no cagarte de miedo cada vez que lo ves. Yo no podría pegar el ojo en toda la noche si tuviera que dormir en la misma habitación que ese monstruo.
El primer sujeto asintió dándole la razón.
-¿Han visto como se pone en batalla? -Preguntó a modo general- Es como un puto terminator, ni siquiera duda un momento antes de disparar, dicen que es el que más muertos tiene encima en toda la base. Digo, entiendo que somos soldados pero..
-Bueno, a mí me parece que se ve bastante cool en batalla –lo interrumpiste-, al principio me sentía un poco intimidada, no les voy a mentir –hiciste una pausa-, pero ahora que he pasado un buen tiempo con él, me parece un tipo bastante agradable, la verdad. –los chicos se veían un poco sorprendidos al oírte decir eso- Y ya me gustaría tener esa precisión de tiro en el campo... Seguro que a ti también, envidioso.
Sonreíste burlonamente.-¡Jo! –Exclamó el otro burlándose también- Es que no le atinas ni a una vaca muerta.
De repente sentiste una mirada clavada en la espalda, toda tú piel se puso de gallina por un momento, y tuviste que obligarte a girar la cabeza para ver de dónde venía la sensación. Era Konig mirándote fijamente desde el otro lado del comedor. Instantáneamente miraste en otra dirección nerviosamente.
-Uy –susurró uno de tus compañeros frente a tí, que parecían haberse dado cuenta también de la mirada del encapuchado-, parece que nos tira cuchillos con los ojos, que miedo ¿crees que se haya dado cuenta que estábamos hablando de él?
Tragaste saliva. Te regañaste a ti misma por hablar en voz alta tan descuidadamente. No habías dicho nada malo, pero si no había oído la conversación completa quizás y hasta se escuchaba como si se estaban burlando de él.
Te sentiste incómoda y pensaste si debías de explicarle en la noche sobre lo que estaban conversando para que no hubiera ningún malentendido, pero abandonaste la idea inmediatamente al darte cuenta de que ni siquiera estabas segura de que en verdad los había escuchado; además, siquiera habían intercambiado más de 4 oraciones en el tiempo que llevaban compartiendo habitación.
Era un hombre de pocas palabras. Se la pasaba la mayor parte del tiempo leyendo libros (Los cuáles no tenías ni idea de qué eran porque estaban todos en Aleman) o simplemente durmiendo, abordar un tema así de repente sería raro.
Suspiraste.

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König x lectora
FanfictionLlevabas ya un tiempo compartiendo habitación con Konig, al principio la idea no te había convencido del todo, pues se suponía que la distribución de los compañeros de habitación no eran mixtas, pero al ver que el hombre no protestó en ningún moment...