ESPECIAL DE HALLOWEEN

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Holisss, este cap es un regalo para ustedes, lo hice con motivo a especial de halloween y también como una disculpa por tardar tanto en actualizar jiji  (Sinceramente, no tengo una buena excusa para no haberlo hecho,  planeaba hacerlo el fin de semana pero me fui de fiesta, me emborraché y tuve resaca como 3 días :x )

En fin, el contexto es, los sueños locos que tuvo Konig mientras estaba dopado con todos los medicamentos que le pusieron cuando llegó medio muertito a la enfermería. 

Ya lo saben, no tiene secuencia con la línea de tiempo de los anteriores capítulos, para que no se sientan perdidas.

¡Espero les guste!
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Se sentía un poco raro ver los alrededores tan animados. Y más cuando todos estaban en llamativos disfraces de halloween.

Era la primera vez en mucho tiempo que les daban autorización para hacer una celebración de ese tipo, pero dado que no habían muchas cosas que hacer en esos momentos, y recientemente habían salido de una misión bastante exitosa, sus superiores decidieron dar el brazo a torcer, lo que trajo como resultado una fiesta de disfraces con todo el escuadrón esa noche.

Todos estaban emocionados por la celebración, la idea de estar todos reunidos en graciosos disfraces les causaba risa, pero el principal motivo de la emoción de todos era que habría alcohol.

Konig decidió no disfrazarse, no tenía ningún disfraz ni interés de conseguir uno, sin embargo se encontraba en el comedor sentado, junto a todos los demás, sin dejar de mirar en dirección a la entrada, pues no podía calmar sus ansías de ver te.

Después de un largo rato, casi tiene que recoger su mandíbula del suelo al ver como una muy sexy caperucita roja entró al comedor, junto a un grupo de personas bastante animadas que te hacían cumplidos.

Decidió tomarse un par de tragos después de verte.

La noche fue avanzando cuando ambos terminaron sentados uno ecasi en frente del otro junto a un grupo de personas que tenían una ánimada charla entre todos.

No era su entorno, a Konig no le gustaba estar cerca de grandes grupos de personas, y menos cuando estaban siendo así de ruidosas, pero no era  la conversación  en lo que tenía interés, sino en lo que estaba sentado justo delante de él.

Casi se arrepintió de no haberse disfrazado igual que los demás, pensó en que debió de haberse disfrazado de lobo feroz, porque te quería comer.

Su mirada estaba fija en tí, se preguntó de dónde pudiste haber sacado tal disfraz, y cómo era posible que le gustara y lo odiara tanto al mismo tiempo, pues estaba consciente de que no era el único que tenía sus ojos sobre ti. Apretó la mandíbula y trató de calmar su ira con otro vaso de alcohol.

Se dio cuenta de que empezaba a estar un poco mareado cuando se descubrió a sí mismo paseando la mirada descaradamente por tus desnudas piernas, removiéndose incomodo en su asiento, tratando de acomodar la punzante erección que sentía en sus pantalones.

Pero cuando subió la mirada a tu cara, se dio cuenta de que también lo mirabas, en tu cara, se delataba que también llevabas un par de tragos, pues hiciste una sonrisa tonta de medio lado cuando encontraron miradas y te mordiste el labio.

Había algo en el alcohol que nunca fallaba, siempre terminabas tan caliente que sentías que te quemabas por dentro. Y tenías justo frente a ti la solución para ese problema.

«Vamos.» Pudo leer Konig en tus labios mientras le hacías una seña con la cabeza hacía el baño.

El hombre miró a los lados nervioso, viendo si alguien se había dado cuenta de tu señal, y cuando volvió a voltear a tu dirección, ya ibas a mitad de camino hacía el baño.

Se levantó lo más disimuladamente que pudo rápidamente y se dirigió en tu dirección.

Antes de entrar al baño, miro en varias direcciones asegurándose que nadie los estuviera viendo y entró, las luces estaban apagadas. Cerró el pestillo de la puerta y pudo oír una pequeña risa en el fondo.

Encendió la luz y ahí estabas, sentada en la tapa del excusado con una sonrisa de oreja a oreja, la manga del vestido un poco bajada descuidadamente, abriste las piernas en su dirección para que pudiera ver que no tenías ropa interior.

El salto de su erección en sus pantalones fue inmediato.

-Ven. –ronroneaste al verlo ahí parado.

Konig no lo pensó dos veces, se quitó a máscara y la tiró tras de sí dirigiéndose a ti. Automaticamente se arrodillo y empezó a besarte impacientemente, poniendo una de sus manos entre tus piernas, mientras que con la otra apretaba tu cintura.

Un gemido salió de tu boca en respuesta.

Pudiste sentir como acariciaba tu humedad delicadamente con sus dedos, aumentando el ritmo poco a poco, haciéndote no poder evitar cerrar las piernas atrapando su mano un par de veces.

El hombre se separó de tu boca un momento y empezó a besar tu cuello, bajando hasta tus clavículas y luego a tu hombro desnudo, dio un pequeño mordisco, no lo suficientemente duro como para lastimarte, pero si para dejar marca. Jadeaste en respuesta, ahogando un gemido en su oreja, que fue como música para los oídos del mismo

Queriendo hacerte repetir ese sonido volvió a morderte, un poco más fuerte, en el mismo lugar, luego subió al cuello, donde pasó su lengua, mandando escalofríos por todo tu cuerpo y luego mordiendo.

El hombre se separó un poco de ti y empezó a bajar la parte de arriba del vestido, dejando tus senos al descubierto.

Al verlo de frente pudiste detallarlo, tenía la cara roja, las pupilas dilatadas, respirando fuertemente por su boca.

Aventuró su boca a uno de tus senos mientras masajeaba con su mano el otro, trazando círculos con su lengua  alrededor de tu pezón, mordiéndolo un poco y luego succionando con fuerza. Luego repiió lo mismo con el otro, haciéndote gemir repetidamente, y mirándote desde abajo.

De repente, se levantó y e jaló del brazo, haciéndote levantar también. Te empujó hasta el lavamanos y empezó a desabrocharse el pantalón.

-Rápido, date la vuelta. –dijo con la voz grave.

Obedeciste sin dudarlo, poniendo ambas manos en la cerámica del lavamanos y quedando frente al espejo del mismo, sentiste como te subía el vestido y acto seguido pudiste ver a través del espejo como se pasaba la lengua por la mano llenándola de saliva y luego pasando su húmeda mano por tus pliegues.

Gemiste ante la sensación.

-Sujétate fuerte,  Mein Rotkäppchen –susurró en tu oído.

Entonces antes de poder introducir su palpitante miembro en ti, se despertó.

Lo primero que vió fue la arrugada cara de Gloria con una brillante sonrisa de lado.

-Buenos días grandulón –dijo riendo-, ¿estabas teniendo un buen sueño?

Konig la miró con e ceño fruncido un poco confundido cuando miró abajó, tapó rápidamente su erección que levantaba la sábana de la camilla que lo tenía abrigado, sintiendo como la vergüenza le recorría completamente.

-Vaya, si fuera unos años más joven...

König x lectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora