Capítulo XXIV

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Sentías el pecho apretado de la emoción mientras se encaminaban a la misión.

Al parecer, lo que sea que hubiera hecho la señora Gloria, había funcionado, porque no llevabas un día fuera de la enfermería y ya te habían hecho parte de varias misiones importantes.

Ibas en el vehículo con el equipo asignado, no conocías a nadie, los habías visto anteriormente en el cuartel, sabías que a veces andaban con Konig, pero nunca te habías detenido a hablar con ninguno, sinceramente, se veían intimidantes y  todos eran de alto rango, eso te daba una idea del nivel de la misión.

A Konig no le permitieron asistir, ya que su herida no estaba completamente sanada (De hecho, el día anterior tuviste que volver a vendarlo varias veces, pues después de la situación que tuvieron en su cuarto, le había empezado a sangrar nuevamente. También estabas segura de que le dolía, pero no decía nada al respecto.)

El enmascarado golpeó y pateo muebles sillas y paredes apretando la mandíbula con rabia al a pesar de haber insistido varias veces, no le permitieran ir.

Te removiste en tu asiento un poco nerviosa, tratando de tragarte la inquietud. La última vez que habías asistido a una misión de ese nivel, te sentías en parte resguardada porque habían varios compañeros cercanos contigo en esa ocasión.

En esta oportunidad, te encontrabas sola.

No en el sentido literal, claro está, pero se sentía así un poco.

Llegaron al lugar, todos bajaron del vehículo, y tú crujiste los dedos de tus manos, ansiosa.

El líder del equipo le dio brevemente instrucciones y se adentraron al lugar.

Finalmente, la misión concluyó exitosamente, fue menos complicado de lo que pensaste. Tus nervios iniciales se disiparon después de que la acción empezó y comenzaron a hacer uso de las armas, lo que te puso en tu elemento automáticamente.

Tus compañeros quedaron impresionados con tus habilidades, tanto manejando las armas como en los momentos en que tuviste que usar la fuerza bruta, o ser ágil. Ninguno dijo una palabra, pero al volver al cuartel, el líder solicitó que te incluyeran al equipo en las próximas misiones.

-Ellos saben que yo no recomiendo a cualquier persona –dijo Gloria con una sonrisa orgullosa-. Desde que te ví por primera vez, sabía que había algo especial en tí.

Sonreíste un poco sonrojada.

-Vaya, gracias. –Respondiste un poco tímidamente.

-Felicidades T/n, ten por seguro que te ganaste un lugar en ese equipo –dijo Terrance entusiasmadamente-. Te lo mereces, hermosa.

Estaban platicando en el comedor que quedaba al lado de la enfermería, todos parecían estar muy alegres por tí, incluso Laura que aunque permanecía callada con una cara indiferente a un lado de la mesa, te felicitó después de escuchar la narrativa de Gloria.

Agradeciste sus felicitaciones con una gran sonrisa en tu cara, que se desvaneció un poco cuando notaste que Konig se encontraba del otro lado de la mesa con mala cara.

Quizás los demás no lo notaban, ya que este portaba su máscara como usualmente, pero tú ya lo conocías lo suficiente para saberlo tan solo con mirar sus ojos. No estaba para nada feliz.

Esperaste que todo el mundo se disipara, y pudieran volver a su habitación para poder estar a solas y preguntarle.

-¿Qué ocurre?

-¿Qué ocurre de qué? –respondió este un poco secamente.

-¿Por qué estás molesto? –volviste a preguntar.

-¿A qué te refieres con molesto? –frunció las cejas-. Estoy igual que siempre.

-No. Estás molesto.

-No estoy molesto, no sé de qué hablas.

Lo miraste fijamente, frustrada. ¿Por qué fingía que no ocurría nada cuando era evidente que sí?

-¿Qué te pasa Konig? –volviste a insistir.

-No me pasa nada. Suelta el tema ya. –Dijo girándose, yendo en dirección al baño.

Antes de que pudiera escapar te abalanzaste sobre él y le quitaste la máscara, revelando su cara con el ceño fruncido. Esto tomó por sorpresa al hombre, que se tambaleó sobre sus piernas.

-¿Ves? Estás súper molesto. No me mientas.

El hombre apretó la mandíbula y se dirigió a ti tratando de quitarte su máscara para volver a ponérsela, pero lo esquivaste varias veces manteniendo distancia.

-¡Regrésamela! ¡No estoy jugando!

Después de perseguirte un rato tratando de recuperar su máscara se rindió, y pateó la pared para seguidamente sentarse en su cama frustrado con los brazos cruzados.

Te acercaste a él lentamente y extendiste tus manos para regresarle su máscara.

-Da igual, con máscara o sin máscara, te conozco, sé que no estás de buenas.

El hombre te dirigió una mirada que no supiste leer. Una mezcla de frustración, enojo y vergüenza. Suspiró.

-Lo siento, tienes razón.

Pusiste tus manos sobre sus hombros, y lo miraste inclinando un poco la cabeza.

-¿No estás feliz por mí? –preguntaste haciendo puchero-. Pensaba que estarías tan emocionado como yo.

-No es eso...

-¿Entonces qué? –Frunciste el ceño también.- ¿No puedes simplemente felicitarme como los demás? Hasta Laura se alegró por mí.

Una punzada de rabia recorrió al hombre y te apartó, haciendo distancia entre los dos.

-¿Y a mí me tiene que importar lo que hagan, piensen o digan los demás? –dijo alzando un poco el tono de voz.

-¿Y lo que yo pienso? –Recriminaste herida-. ¿Tampoco te importa?

König x lectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora