CAPÍTULO 3

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Verde esmeralda

Sr. Odioso

Cuelgo nuevamente la llamada por no sé cuánta vez en el día, y me aflojo un poco la corbata que siento que me asfixia.

Día de mierda.

Solo quiero salir de una vez por todas de esta ciudad cuyo aire siento que me asfixia, para poder irme a la mía, pero tengo que quedarme por mis asuntos sin resolver y por ella, que dentro de nada, volverá a marcharse a Paris para seguir con su trabajo.

Tengo que aprovechar el mayor tiempo posible con ella, por eso mismo me dirijo a la parte trasera de mi Range Rover negra.

—A casa —le ordeno en ruso a mi chófer que me lleve a la mansión que tengo a las afueras de Cambridge.

No tarda en cumplir mis órdenes mientras yo por mi parte ignoro todas las llamadas que no dejan de molestarme una y otra vez. Mi humor se estropea al ver quién me llama esta vez, persona que ignoro y que no deja de llamar una y otra vez.

Miro por la ventanilla las calles de la ciudad incomparables con las de New York. El asunto de los negociantes con los que trabajo aquí, no dejaban de proponer ideas sin novedad que yo escuchaba indiferente. Sus ideas no tienen aquello que yo busco ni por lo que trabajo. Por eso mismo he rechazado, antes de salir de la empresa, todas las reuniones que tenía aquí en Cambridge que ya sabía que solo me harían perder el tiempo.

Mientras intento olvidar la jaqueca que me están causando ver todas las llamadas perdidas de las distintas personas, apago el móvil abriendo la ventanilla para que entre algo de aire dentro del coche.

Necesito una distracción.

Se empieza a escuchar mucho jaleo, y me pregunto que será hasta que veo que pasamos por al lado del gran patio verde de la universidad de Harvard. Al parecer, hoy es la ceremonia de graduación y lo confirmo cuando escucho ligeramente algunas palabras de un discurso que parece ser de una mujer:

—...Y a pesar de todas las dificultades que tenemos aún por delante, jamás lleguéis a dudar de todo vuestro valor y potencial —dice como el típico discurso que das en este tipo de eventos—. Jamás agachéis la cabeza ante alguien, sea quien sea, jamás permitáis que os digan que no sois capaces de hacer algo, y en vez de hacer caso a todos aquellos que os subestiman porque ellos no han sido capaces de hacer todo aquello que tú sí estás haciendo, levantad la cabeza y decidles con voz firme sin lugar a dudas: "siéntate y obsérvame ganar el juego que no te atreviste a jugar" —dice eso último, impulsándome a observar en su dirección—. Gracias a todos.

Se despide y no logro verla adecuadamente debido a la velocidad de mi vehículo. La firmeza de aquellas últimas palabras, denotan tanto poder que hasta a mí me sorprende.

A mí.

Que llevo todo el día intentando sorprenderme por algún proyecto que me persuada lo suficiente como para gastar un gran presupuesto. Y ahora llega una simple graduada y me hace sentir sorprendido por unas palabras que expresan una autoridad que yo conozco muy bien.

Sería una buena reina dando órdenes.

Dejo de divagar y me concentro en el camino hasta llegar a casa con la cabeza martillándome una y otra vez. Me arrebato la corbata que solo me roba mi oxígeno mientras me abren la puerta después de rodear la fuente, cuando llegamos a la mansión elegante con un estilo clásico.

Me dirijo directamente a mi gran habitación, y en el momento que estoy en el interior de esta, percibo el sonido de la ducha.

Me quito toda la ropa quedándome en bóxer antes de dirigirme al baño y encontrármela en la ducha lavando su cabello de color rubio. Alcanzo un sobre del cajón del lavabo y me pongo lo que contiene mientras ella observa mi acción y me sonríe juguetonamente. Me acerco hasta quedar a centímetros de ella, y la tomo del mentón alzando su mirada para que me observe mejor. Intento deleitarme con sus ojos de color azul como el mediterráneo, sin éxito alguno.

Devious Secrets  +18 (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora