CAPÍTULO 11

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Armadura de hierro

Kiara

Voy tras él, pero es demasiado tarde cuando las puertas del ascensor se cierran en mi cara por lo que tomo las escaleras. Tardo mucho más que él ya que el cuerpo amenaza con fallarme en cualquier momento del dolor, pero a pesar de eso, no paro en ningún momento.

Me gané este trabajo, solo pido trabajar en este proyecto, no pido más.

Me dan igual los puestos por ahora.

Solo quiero hacer lo que amo.

Llego a la última planta sin aire pero aun así camino rápido hacia la puerta de su oficina que está completamente cerrada. Intento abrirla pero los guardias me impiden el paso y yo siento que voy a explotar.

—Dejadme entrar —les ordeno seria.

—No podemos, señorita —dicen.

—¡La abrirán! —grito—. ¡Tengo que hablar con él ahora mismo!

—Váyase o la tendremos que llevar a la fuerza —dice uno con tono alto.

—No me iré de aquí —aviso—. ¡Escúcheme bien, señor Novikov! ¡Entraré por la fuerza, le guste o no!

Los guardias me toman e intentan alejarme de la puerta, pero en el mismo momento que uno me toca, aplico una maniobra que no se espera, torciendo su brazo y reacciona gritando, doblándose en el suelo a la vez que me giro para ensartar un puñetazo al otro guardia que estaba a punto de tomarme por atrás y alejarme.

Aprovecho el momento y entro en la oficina como una leona en celo. Mi jefe se gira hacia mí sorprendido pero no me da tiempo de hablar cuando unos brazos me toman dejándome totalmente inmóvil, que supongo que son sus hombres, y yo grito y pataleo contra él hasta que un arma aparece en mi punto de visión.

—¡Cállate de una puta vez o te juro que no saldrás viva de aquí! —espeta rabioso.

Fulmino al otro guardia con una mirada asesina mientras dejo de reprochar cuando la imagen de mi madre viene a mi mente.

Y la de aquellos hombres.

Intento no flaquear ni mostrar debilidad alzando mi mentón no del todo segura ya que mi cuerpo me delata, pero de repente, otra pistola hace acto de presencia, esta vez en su frente.

—Baja el arma de inmediato —musita mi jefe y la forma en como lo ha hecho hace estremecer mi piel con un escalofrío invadiendo toda mi columna vertebral—. ¡Baja el maldito arma!

El hombre lo hace y traga grueso en el acto. Mi jefe mantiene un rostro asesino, uno que jamás le he visto, pero a mí no me asusta.

No creo que algún día él sea capaz de hacerlo.

—Quita tus sucias manos de ella ahora mismo o te vuelo la cabeza —amenaza al segundo hombre apuntándolo y este de inmediato me deja en el suelo.

No sé respirar y mis piernas flaquean. Siento terror de lo que podría haberme ocurrido, no por mí, sino por mi madre.

El hecho de haberla dejado sola... En este mundo con sus peores monstruos... No me lo perdonaría.

Jamás.

Trago grueso y él me atrae a su espalda aún cabreado.

—Ya sabes qué hacer con él —le dice al mismo guardia señalando al otro que me apuntaba anteriormente.

Asiente y se lo lleva cerrando las puertas detrás de ellos mientras que mi jefe llama y suelta palabras en ruso enfadado a la persona tras el móvil. Yo, sin embargo, me siento en los sofás e intento no perderme en las pesadillas del pasado.

Ellos eran tan jodidamente parecidos.

Corta la llamada para fijar su atención en mí.

—¿¡En qué mierda estabas pensando!? —grita y yo sujeto mi cabeza agobiada con los gritos incesantes de mi cerebro y él—. ¡Te advertí que te asesinarían si no tenías cuidado pero tú haces caso omiso a mis advertencias! ¡Tu terquedad te matará!

Intento calmarme para que mi cuerpo no empiece a temblar solo con las imágenes que pasan por mis ojos cerrados con fuerza.

—¿Sabes lo que pasaría si tu prometido se entera de esto? —susurra y siento su voz entrecortarse.

—Me da igual, me da igual lo...

—¡A mí no me da igual, Kiara! —grita—. ¡Te aseguro que con ese hijo de puta no saldrías bien de esto, y si yo interfiero, estarás metida en una guerra donde tú y todos tus seres queridos estarán en peligro!

Me levanto rabiosa e intento aguantar las lágrimas que no le muestro a nadie y lo enfrento.

—¿Por qué te niegas, dime? —susurro sin aliento—. No te pido un cargo alto, ni ser socia de la empresa, solo te pedí que me dejaras hacer mi trabajo, mi pasión.

Niega con la cabeza acomodando su cabello, dándome la espalda y un atisbo de decepción me inunda el pecho.

—No te pido más, solo...solo una cosa —susurro bajando la mirada al suelo pero no mi mentón—. Déjame trabajar en ese proyecto, por favor...

—¡Mierda, Kiara! —gira por completo esta vez—. No puedo, ¿por qué no lo entiendes?

—¿¡Y por qué no!? —pregunto estresada.

—¡Porque estoy tratando de protegerte, maldita sea!

Su respuesta me deja aturdida, sin aire, completamente quieta en mi sitio con miles de preguntas formulándose por mi mente.

—Prefiero hacerte creer que yo pienso que no eres capaz de lograrlo antes que lanzarte a la jaula de los leones —dice acercándose y yo evito su mirada pero me toma del mentón para mirar sus ojos llenos de preocupación—. Si se llegan a empeñar contigo, no sabes de lo que serían capaces de hacerte.

—No necesito tu protección, yo puedo protegerme sola.

—Joder, Kiara —espeta tomándome la cara con las dos manos—. ¡Esto va más allá de lo que conoces! ¡Casi te pegan un tiro! ¡Vi el pánico en tus ojos!

Lo que él no sabe es que yo ya he conocido cosas peores.

—Tus hombres, te recuerdo —digo alejándome de él—. Y no tengo miedo de la muerte, ella debería temerme a mí.

Suelta una risa irónica volviendo a negar con la cabeza incrédulo.

—Actué sin pensar, tienes razón —digo—. Soy consciente de mi error, y tendré más cuidado para la próxima.

Doy media vuelta encaminándome para la salida.

—Kiara...

Ignoro sus reclamos y salgo de su oficina con un nudo en la garganta que amenaza con perforarme el cuello. Voy hasta mi oficina en donde cierro la puerta y caigo en ella.

No lloro, solo pienso.

Son muchas las cosas de las que tengo que recapacitar.

Pero a pesar de todo, me levanto del suelo.

Me levanto sin escuchar aquella vocecita que me susurra que esta vez he perdido y me encamino hacia mi escritorio para recoger lo necesario y meterlo en mi bolso.

Es hora de poner en marcha mi plan.

Nadie dijo que sería fácil. Pero si de algo estoy completamente segura, es que no es imposible, al menos no para mí.

Les demostraré a todos ellos que nunca deben subestimar a una mujer. No quise más, ni quise jugar este juego y ser la villana de la historia, pero ellos me obligan a serlo y prometo que no seré misericordiosa al obtener lo que quiero.

No pienso rendirme.

Porque yo nunca pierdo.

Ese proyecto será mío. 

Devious Secrets  +18 (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora