CAPÍTULO 29

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"Boom"

Kiara

El viento mañanero mueve mi cabello y me provoca una inhalada que me renueva por dentro. Los bellos árboles de la Central Park bailan por encima de mí.

Mi mano se ayuda del lápiz para terminar de trazar el conjunto de las tres modelos que estoy dibujando. Hoy me he inspirado en la moda francesa para crear los vestidos de tonos blancos y rosados.

La gente está bastante animada paseando a sus mascotas o con sus respectivas parejas. Mi atención recae en un hombre que está sosteniendo a su hija rubia y de unos bonitos ojos azules.

La niña le está tocando todo el rostro a su padre, causándole una sonrisa que contagia a su madre.

Me despego de esa vista cuando un pequeño dolor se propaga por mi pecho y me obligo a centrarme en mi trabajo.

Visualizo las bonitas gardenias de color morado que Julia me ha dado hace una hora. Siempre me han encantado este tipo de flores ya que representan la alegría y la sensibilidad.

Su propio físico habla por ellas y el simple hecho es admirable. Una idea fugaz se cruza por mi mente y decido pasar página para dibujar lo que mi mente acaba de imaginar.

Uso tonos morados, grises y blancos para dar alusión a un brillante plateado, mientras recreo un bonito vestido inspirado en una mariposa.

Trazo escuchando el sonido de los pájaros cantar y el sonido de los niños jugar de un lado a otro. Alzo mi vista por un momento y me sorprendo encontrándome con un niño que tiene el rostro manchado de suciedad y la ropa destrozada.

El pequeño está observando con atención al puesto de helados y sujeta con fuerza a un pequeño golden retriever con una oreja en mal estado.

Dejo mi cuaderno en el banco y me levanto hacia su lugar tratando de ser lo más reconfortante posible.

—Hola cariño —digo lentamente agachándome delante suya—. ¿Cómo te llamas?

Él se hecha hacia atrás unos pocos pasos y vuelve a sujetar con más fuerza a su cachorro.

—No temas, no te haré daño —le sonrío desde el fondo de mi corazón—. ¿Qué le pasa a tu perrito?

Él duda pero finalmente me responde.

—Le mordió otro perro.

—Pobre... ¿Y no lo has llevado al veterinario?

—Mamá no tiene suficiente dinero —menciona entristecido—. Ni si quiera podemos permitirnos comida.

Aprieto los labios con lástima y me acerco para acariciar su cabello de color marrón. Él sigue posando la mirada detrás de mí y me levanto ofreciéndole mi mano.

—¿Quieres un helado?

Sube su mirada hacia la mía y puedo detectar ese pequeño brillo que decora sus ojos. Asiente con la cabeza y me toma de la mano.

Me muevo junto a él y dejo que elija los sabores que él quiera. Se lo preparan y lo veo balancearse de la felicidad.

Le pago al heladero y me da el helado que yo le doy al niño. El perrito está igual de hambriento e intenta comer también del helado.

Pero de repente, el niño deja al perro en el suelo sujeto por una correa y me abraza las piernas. Está llorando de la felicidad y no deja de agradecerme mientras que mis lágrimas amenazan por salir.

Devious Secrets  +18 (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora