19. Are you satisfied?

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Codicia, la codicia abarca millones de cuestiones y actitudes que un ser humano puede tener a lo largo de su vida. Pero, ¿Como lograr no confundir la codicia y la ambición?
Mi cabeza formuló mil preguntas desde que tuve la última conversación con Amadis, y creo que solo una persona podía ayudarme.
Toque varias veces hasta que Piper, con ropa de entre casa me abrió la puerta confundida.

-¿Pearl?

- Perdón por venir sin avisar, necesito hablar con alguien.

-Claro, pasa. Disculpa el desorden.

Piper vivía en un piso chico, mucho más que el mío, y tenía su particular estilo: desorden y pintura. Muchas pinturas colgadas, tantas que casi no alcanzaban las paredes para que sean exhibidas.

-¿Que te trae por mí elegante hogar? - sacó una botella de alcohol, algo que no identificaba, quizás whisky - ¿Quieres? - negué - Aburrida.

- Necesito hacerte una pregunta, a pesar de todo somos amigas, ¿No? Y quiero que seas honesta conmigo.

- Claro - contestó extrañada - me estás asustando.

-¿Crees que soy codiciosa?

Su reacción fue justo la que esperaba; confusión. Creo que hice la pregunta de manera muy directa,  de forma que no solo la tomé por sorpresa sino que seguramente está preguntándose qué quiero decir con eso.

- Ya sabes - repetí antes de que pudiera decir algo - porque sigo mis intereses propios y aún así nunca logro satisfacer mis deseos. ¿Crees que soy codiciosa?

- Claro que lo cree, porque lo eres.

¿Quién dijo eso?
Una voz masculina retumbó en mis oídos y claramente no era la de Piper. Observe el resto de la habitación y me encontré con un sujeto rubio sentado en uno de los sofás, me miraba con una sonrisa.

- Lo cree pero justamente ahora mismo va a responder...

- No lo creo, bueno, esa definición no va con Pearl Jenkins, ¿Por qué estás tan curiosa de pronto? Creo que necesitas un trago - contestó Piper.

- Y te dice eso porque realmente te aprecia como para decirte lo contrario. Tienes muy buenas amigas, Pearl, pero justamente por eso nadie te diría lo que quieres oír.

- Cállate.

-¿Qué?

De repente la voz de Piper me despertó de mis ilusiones, mire nuevamente al sofá y gracias al cielo ese repugnante sujeto ya no se encontraba ahí.

-¿Te encuentras bien? - el rostro preocupado de la morena buscaba mis ojos casi desesperadamente.

- Si, eso creo. Me parece que fue una mala idea venir - me lamenté, estaba haciendo el ridículo.

- Está bien, creo que necesitas hablar con alguien y yo no soy precisamente la mejor compañía del mundo pero puedo brindarte mi oído. Ahora dime, ¿Esto de la codicia se debe a que sientes culpa porque te fuiste a Estados Unidos hace muchos años atrás?

Bien, genial, sabía la razón y por lo tanto quizás no lo piense ahora pero si lo pensó en algún momento.

- Si, en parte es por eso, sabes no creo que sea algo que haya pensado durante años atrás, pero volver aquí ahora es raro. Dejé amistades, trabajo, y a mi familia porque sentía que era muy poco en la precaria sala de actuación que brindaba el colegio. ¿Y qué?

-Fui la primera en recomendarte que sigas tus sueños - susurró atónita - yo también lo hubiera echo si tenía esa posibilidad.

Chasquee la lengua, claro, sabía que iba a decir algo como eso.

- Pero... Realmente me gustaría preguntarte, ¿Te encuentras satisfecha con todo lo que hiciste, Pearl? Porque veo en tus ojos todo menos la pasión, y los ojos nunca mienten.

- Díselo, Pearl, admite que la pasión se te fue cuando empezaste a buscar más oportunidades de las que necesitabas - nuevamente esa voz.

- Creo que no - respondí - no, la verdad no.

Piper asintió - Entonces acepta un poco de ese trago, creo que vas a necesitarlo, y tranquila, no voy a juzgarte.

Mi problema es que nunca soy feliz
Ese es mi problema, y recae sobre lo rápido que tendré éxito
¿Estoy satisfecha con una vida mediocre?

Las flechas de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora