- Para intentar acabar con Lilibeth y evitar que te haga parte de ella, no queda más remedio que pagarle con la misma moneda.
-¿A qué te refieres?
- Bueno, te dije que esto podría volverse complicado. Tenemos que encontrar a alguien que haya pactado con Lilibeth, tomar una muestra de su sangre y convertirlo en su debilidad.
- No entiendo - lo miré confundida - pensé que todas las personas que habían pactado con ella ahora eran una parte suya, como yo... Sería imposible.
Intentó buscar las palabras adecuadas para responder - Hay dos tipos de pactos: el de palabra y el de sangre. Ambos implican una unión inquebrantable entre las dos personas, aunque el de sangre tiene más potencia. Nosotros hicimos el pacto de palabra, Lilibeth y tú hicieron el de sangre, ¿Comprendes?
Asentí no muy convencida.
- Entonces tendríamos que buscar a alguien que haya hecho un pacto de palabra con Lilibeth, porque aunque no sea de sangre, comprende una unión con ella.
- Genial, lo entendiste. Eres rápida.
- ¿Y que lograriamos si conseguimos ese frasco de sangre?
- Es una amenaza letal para ella, es lo mismo que estoy pasando yo en estos momentos - me miró - si ella te toma a ti, se lleva una parte de mi.
Lo miré con mala cara expresando que claramente no me interesaba lo que suceda con él porque de una forma u otra él me guió hasta esto.
- No le encuentro el sentido - renegue - si conseguimos eso, ella aún tiene mi sangre, es muy arriesgado Amadis.
- De eso me encargaré yo - contestó con voz tajante - no te preocupes, solo necesito que cumplas con tu parte.
Esperé que agregue algo más, pero como no lo hizo, moví mis manos.
- Que sería...
- Convencer a la persona que pactó con Lilibeth para que te ayude.
¿Por qué lo haría? ¿Por qué habiendo pactado con Lilibeth me ayudaría a destruirla?
- Espera un minuto, entonces si quieres que hable con esa persona es porque sabes quién es.
- Al principio, percibí algo en él que me dió mala espina, luego lo descarté porque pensé que solamente estaba paranoico con Lilibeth, pero la última vez que lo ví... Entendí todo, y luego ví ese factor común que tienen todos los pactantes de ella. No me quedó duda.
-¿Lo conozco? - pregunté con duda.
- Si, y no hay nadie mejor que tú para convencerlo.
.
- Estás loco, no, me niego, no voy a hacer eso. No todos están locos como tú y como yo. Puedes estar equivocado y yo quedaré como una completa idiota.
Se tomó el puente de la nariz con impotencia - Estoy seguro de esto, ¿No vas a confiar en mí?
Me acerque a él y lo tomé del cuello de la camisa, esta escena parecía repetirse.
- Confié en tí una vez y ahora estoy a punto de perder mi identidad por culpa de una de tus variantes, ¿Lo olvidas?
Lo solté con bronca, él nervioso se acomodó la ropa.
- Está bien, tienes toda la razón, tienes miles de razones para no confiar en mí. Pero por una vez estoy intentando arreglar las cosas para que tengas un final feliz, así que confía en mí, ve a ver a ese idiota y haz que confiese que pactó con Lilbeth.
Me mordí el labio, estaba enojada y frustrada pero sabía que no tenía otro camino.
- ¿Y que pasa si él se niega a ayudarme?
- Tendremos que buscar otra alternativa que a él no le guste. Una no tan pacífica.
- No creo que sea lo correcto - negué, era muy estúpida.
- Es tu carrera, tu vida y tu familia o convertirte en la esclava de una demente. Muchos cometieron ese error, ¿Vas a hacerlo tú también?
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Las flechas de Cupido
Ficção AdolescentePearl sabe mucho de películas, de escenas de besos y de cómo enamorar a toda una sala de cine a través de la pantalla, lastimosamente siempre ha sido una desgraciada en el amor, y su punto de quiebre es cuando encuentra a su prometido, Ed, engañand...