32. Are we too young for this?

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- Gracias por dejarme de lado en la entrevista del lunes, fuiste muy profesional.

Suspiré escuchando la voz molesta de Donald al otro lado de la línea, no podía explicarle que mi consejero amoroso aka alguien que quizás solo exista en mi mente me recomendó no presentarme a una entrevista de la que me iba a arrepentir.

- Lo lamento, al menos dime qué ni la entrevista ni la propuesta laboral fueron favorables para nosotros.

Sonreí al sentir un silencio - Bueno, estoy seguro que no ibas a aceptar porque si bien algunas grabaciones eran en Australia la mayoría será  al norte de Estados Unidos, cosa que implicaría un viaje constante.

En fin, gracias Amadis.

- Entonces no perdimos nada, no sé a que viene tu reproche.

- Al menos podrías haberte presentado, aunque sea con mala cara, pero habrías estado ahí. Cómo sea, volvamos al presente, dentro de tres semanas tengo una entrevista importante con la agencia de Hamilton Hodell, tienen una propuesta.

¿Hamilton Hodell? Era una agencia excelente que había reclutado a varios de los mejores actores del momento.

-¿Y qué quieren?

- No lo sé, solo me citaron. Quieren hablar sobre tí.

Mis labios temblaron y solté una risa - Entonces tienes razón, mientras más alejada estoy de la actuación más propuestas llegan.

- ¿Quién sabe? Quizás alguna te convenza de volver, yo extraño trabajar contigo, es genial no tener tanto trabajo atrasado pero extraño la adrenalina de planificar en menos de cuatro horas tres entrevistas y dos sesiones de fotos.

Quizás si, o quizás no, aún no lo sabía. Esperaba que la oportunidad se presente. Me despedí de Donald y corté el teléfono, no tenía más que pensar, ni preocuparme, al fin y al cabo Amadis tenía razón y se lo agradecía.

- De nada.

Rodé los ojos, me sorprendía lo naturalizado que tenía que ese hombre de casi 1,80 aparezca como si nada en lugares de mi casa.

- ¿Sabes algo? ¿Cuando es tu cumpleaños?

- No tengo cumpleaños, Pearl, soy inmortal.

- Como sea, voy a inventarte un cumpleaños para de este modo regalarte un collar con cascabel parq gatos así me entero cuando estás cerca.

- Digas lo que digas, al final tuve razón ¿Verdad? - preguntó en tono bastante arrogante.

- Y te lo agradezco, pero deja de controlar mi vida. Se supone que solamente manejas mi versión amorosa, quiero ser yo quien tome mis propias decisiones.

- Claro, como eres tan experta en la toma de decisiones.

- No voy a soportar un minuto más tu tono arrogante, de verdad. Desaparece que no te necesito en estos momentos.

- Tranquila fiera, solo vine a visitarte porque yo si te traje un obsequio.

Sacó "mágicamente" de detrás de si un libro blanco.

-¿Un libro?

Me gustaba leer, me encantaba, siempre lo hacía en mis momentos libres. Me sorprendió el detalle de Amadis, leí el título: Por el camino de Swann de Marcel Proust.

-¿Lo conoces?

Negué, ni siquiera de nombre.

- Entonces te aseguro que vas a disfrutarlo. Recuérdame cuando lo leas.

-¿Por qué tendría que recordarte? - mire hacia el frente y el ya no estaba delante mío, de vuelta esa manía de desaparecerse repentinamente.

Jugué con la tapa del libro, ahora sí tenía intriga, revise la cantidad de páginas: era extenso, pero a juzgar que cada palabra que Amadis me decía  era una pista, abrí las primeras páginas y empecé a leer.
«Mucho tiempo llevo acostándome temprano»





Las flechas de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora