Capítulo: 10

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—¿Ya me vas a decir a dónde vamos?— me pregunta al oído pegándose a mi cuerpo.
De por si ya sus manos aferrándose a mí me ponen a mil y ahora se acerca más a mí, solo tengo ganas de besarla, de atrapar entre mis dientes ese regordete labio inferior que tiene.

Trato de ignorar mis pensamientos lascivos y me detengo en un semáforo en rojo, ladeo la cabeza en su dirección.
—Si vuelves a abrir esa boquita para preguntar a dónde vamos te la voy a cerrar— amenazo.
—¿Y cómo me la vas a cerrar?— pregunta mirándome por el espejo retrovisor y no puedo evitar sonreír.
—Con un beso— le respondo con una sonrisa pícara y se pone roja.
Me encanta cuando se sonroja, es preciosa.
—Ah— me contesta y mira hacia otro lado.

El semáforo se vuelve a poner en verde, me aseguro de que esté bien agarrada y me adentro en la carretera camino a mi lugar favorito.
Unos minutos después hemos llegado, la miro por el espejo retrovisor y haberla traído vale totalmente la pena con tal de ver su reacción.
—Hemos llegado— digo mientras me quito el casco y ella se baja.

Mira hacia todos lados, se ve muy interesada, a ninguna de las chicas con las que he salido las he traído aquí. No creo que les pueda interesar mi vida, ni a mí la de ellas, la verdad, pero Emma es diferente.
—¿Estamos aquí solos?— me pregunta con la vista fija en las gradas.
—Sí, cuando tu perro se me ha metido en medio venía hacia aquí, a practicar, tengo una carrera dentro de dos días— digo mientras me bajo de la moto.
—¿Quieres practicar conmigo o te quedas de espectadora?— pregunto y me acerco a ella.
—No— dice rápido.

<<Vamos, sé que le encanta estar en mi moto, nada más hay que verle la cara por el espejo retrovisor mientras manejo para darse cuenta de eso>>.
—Vamos, anímate, te va a gustar— camino de nuevo hacia la moto y tomo el casco para ponérmelo.
Le extiendo el otro casco a modo de invitación y lo toma.
<<¡Esa es mi rubia peligrosa!>>.

—Sabía que ibas a querer. Acércate mas a mí, esta vez si te vas a tener que agarrar más duro— le advierto y tomo sus manos para que me envuelva la cintura con ellas.
Una vez ella ya está lista y yo también lo estoy, me adentro en la pista.
Voy a una velocidad alta por lo que hay mucha brisa azotándome la cara, pero no importa, eso le dará más adrenalina y la adrenalina es vida.

Miro un momento por el espejo retrovisor, su cara es todo un poema, se la está pasando de maravilla.
Unos minutos después, hemos llegado a la parte final de la pista y volvemos al inicio.
He hecho muchísima carreras, entrenamientos, en esta pista pero nunca había sido tan emocionante como hoy con Emma.

Me quito el casco y me bajo, luego la ayudo a ella.
—¿Te ha gustado?— le pregunto con una sonrisa victoriosa porque sé que sí.
—Me ha encantado— grita, se abalanza sobre mí y me abraza, se lo devuelvo.
Rápidamente me suelta, y no puedo evitarlo, me atrae como un imán, se abalanza sobre mí nuevamente y me besa.

Mi garganta emite un gemido gutural por el tibio contacto de sus labios sobre los míos, después de una semana que ha parecido una eternidad.
Mis manos agarran su cintura y las de ella me toman el pelo y tiran de él.
Mis manos abrazan cada curva de su cuerpo hasta detenerse en su trasero y apretarlo, suelta un leve gemido en mis labios.

Le muerdo ese regordete labio inferior que tiene, rompo el beso y mis labios comienzan a devorar la sensible piel de su mandíbula hasta su cuello, se estremece deliciosamente, echa su cabeza a un lado para darle a mis labios acceso a su cuello.
Gime al sentir mis dientes en su clavícula, le empiezan a temblar las piernas.
La cargo y rápidamente enrosca sus piernas en mi cintura.

La pongo en el césped y me incorporo entre sus piernas sin dejar de acariciarlas.
—Jonathan— gime mi nombre y tira de mi pelo para que la mire.
—Soy virgen— dice entre jadeos.
<<¡Mi rubia peligrosa es Virgen!, es decir, que ese guaperas de Carlos no le ha tocado ni un solo pelo>>.

(1) Roma: Al derecho y al revés, es amor © [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora