Capítulo: 32✔️

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6:30 am

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6:30 am. (29 de diciembre).
Se nota que tiene un sueño profundo, ya que incluso si me acuesto sobre ella para evitarlo, siempre logra moverse un poco, pero no se despierta.

La veo profundamente dormida, con los labios ligeramente entreabiertos, las manos a cada lado de su cuerpo y los pies cruzados con los míos.

Algunos mechones rebeldes de su cabello se cuelan en su rostro, haciéndole cosquillas. Rápidamente los aparto, y al hacerlo, ella frunce los labios como si quisiera que la besara.

Río por lo bajo y extiendo mis labios para besarla. Luego ella relame los suyos, complacida, como si estuviera soñando, y sonríe.

Esta chica está muy loca.

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7:30 am.
Comienza a moverse como si estuviera a punto de despertarse, lleva las manos a su vientre y frunce el ceño, mientras sus ojos se abren lentamente, y al mismo tiempo, una sonrisa se dibuja en su rostro.

—Buenos días —susurro, volviéndome a recostar sobre ella, en busca de un abrazo matutino que nos caliente.

—Buenos días —su voz es preciosa en las mañanas—. ¿Qué estabas haciendo? —curiosea.

—Observarte.

—¿Hace cuánto?

—Hace horas —inhalo su aroma.

—¿En qué pensabas? —conociéndola, estoy seguro de que está saboreando sus labios en este momento.

—En ti, en lo mucho que te quiero y te extrañé todo ese tiempo que no estuvimos juntos —hago una pausa entre confesiones—, en las ganas que tengo de estar dentro de ti.

Siento como la piel de su cuello se eriza, formando pequeños y delicados escalofríos que recorren su nuca. Pronto, el rubor comienza a extenderse por sus mejillas, evidenciando la calidez que la embarga.

¡Ay, Emma Estelle Johnson, te conozco tan bien!

—¿No dices nada? —la provoco, rozando ligeramente mi nariz contra esa parte de su cuello que se ha puesto chinita.

—Mmm, Mia... —me recuerda, extasiada.

—Dormida —respondo de inmediato y levanto mi cabeza para conectar nuestras miradas. Tiene los labios rojizos de tanto saborearlos y morderlos.

—¿Puedo? —pregunto una vez mis dedos ya se han desplazado por su vientre hasta el lazo de su short de su tonto pijama.

Ella asiente, con los ojos brillando con complicidad hacia los míos.

Disfruto deshaciendo lentamente el lazo, mientras ella recoge ligeramente las piernas, lo que me permite quitarlos por completo con mayor destreza.

Nada más deshacerme de ellos me encuentro con unas bragas de unicornios.

(1) Roma: Al derecho y al revés, es amor © [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora