Capítulo: 36✔️

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Estoy tan emocionado por llevármela de ahí y besarla, que los 45 minutos de camino parecen desvanecerse al sentir el frío aire de diciembre

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Estoy tan emocionado por llevármela de ahí y besarla, que los 45 minutos de camino parecen desvanecerse al sentir el frío aire de diciembre.

Pronto le envío un mensaje, avisándole que ya estoy abajo, esperándola. De inmediato, la veo asomada en la ventana, con el pelo cayéndole a los lados, concentrada en abrirla con una hebilla de cabello. Su expresión es preciosa, frunce el ceño ligeramente mientras se concentra en la tarea, y la suave luz de la luna resalta la suavidad de sus rasgos. Siento una conocida descarga de adrenalina recorrer todo mi cuerpo al verla bajar por la escalera improvisada con sábanas que ella misma ha hecho para escapar juntos.

Cuando ha bajado menos de la mitad, la agarro con determinación y la coloco en el piso, mordiéndome los labios, resistiéndome a la tentación con tal de que no nos vean besándonos. Rápidamente corremos hacia la moto. Ella me pasa su mochila y se acomoda detrás de mí, sus manos envolviendo mi cintura por debajo del abrigo que traigo puesto.

Minutos más tarde, en la carretera, todo se ve despejado, perfecto para besarnos hasta perder el aliento. Así que, me giro en la moto, de manera que estoy frente a ella y la tomo del cuello para atraerla hacia mí y acariciarla con mi lengua. La intensidad de nuestro beso hace que tenga que agarrarse de mis hombros para encontrar estabilidad entre la emoción del momento y la devoción de nuestros labios. Mientras tanto, mi mano libre, incapaz de quedarse tranquila, se desplaza desde su cintura hasta su espalda baja, haciendo que choque con mi pecho para finalizar con un mordisco.

—Lo logramos —susurra, en cuanto mis labios se lo permiten, con una mezcla de alivio y emoción que se refleja en su voz y en lo poco que puedo ver de sus ojos.

—Ahora somos solo tú y yo —susurro, mientras nuestras frentes, heladas por el frío, se unen en un gesto íntimo—. Te prometo que no te vas a arrepentir de ello —digo con sinceridad, buscando sus ojos para que vea mi verdad reflejada en ellos, mientras el viento juega con nuestros cabellos. Juntamos nuestros labios, y el mundo a nuestro alrededor parece desvanecerse—. Ahora te llevaré a nuestro hogar —esas palabras saliendo de mis labios terminan por hacerme sentir todo un cuarentón enamorado.

—Nuestro hogar. Año Nuevo, vida nueva —repite ella con lentitud, mientras me giro para continuar con nuestro camino.

 Año Nuevo, vida nueva —repite ella con lentitud, mientras me giro para continuar con nuestro camino

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(1) Roma: Al derecho y al revés, es amor © [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora