Capítulo 29. 🦋

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Valerie

No me di cuenta a qué hora llegó Mark y la verdad es que tampoco me importaba lo que hiciera con su asquerosa vida. Me tenía sin cuidado si desaparecía y ya no regresaba. Para mí hubiera sido mejor eso que tener que soportarlo cada día. Rezaba todas las noches para que este infierno terminara pronto y yo pudiera ser libre al fin y decidir mi vida cómo siempre me hubiera gustado, no cómo mi padre decidió por mí.

Aquella mañana despertó antes que yo y salió de la cama muy temprano. Me di una ducha antes de desayunar y bajé para tomar un té e irme al orfanato para darle las buenas noticias a Evina y Grizela. Estaba segura de que se iban a poner felices por todo lo bueno que venía para ellas y los niños.

—Elsie, buenos días —la saludé entrando a la cocina. Elsie preparaba el desayuno.

—Buenos días, Valerie —me gustaba que cuando estábamos solas me llamaba por mi nombre, pero cuando Mark andaba por ahí se portaba educada y me decía señora. Elsie siempre fue atenta conmigo y me trataba bien.

—¿El señor ya se fue? —levantó la mirada hacia mí.

—Salió muy temprano —tomé asiento. Elsie me preparó una taza con té y cogí un waffle al que le unté crema de avellanas.

—¿No dijo si iba a llegar tarde? —le pregunté y le di una mordida al waffle.

—No, no dijo nada —se disculpó con la mirada.

—Está bien. Te aviso que voy a llegar un poco tarde porque tenemos que hacer un par de cosas en el orfanato —le informé.

—Cuando habla de los niños del orfanato su mirada se ilumina —levanté la mirada hacia ella.

—¿Eso crees?

—No lo creo, lo veo. Le hace feliz pasar tiempo con ellos.

—Son tan lindos y me hacen feliz —alcé un hombro —. Creo que me identifico con ellos porque a mí mi padre también me abandonó —su semblante se suavizó —. Ya sé que no es lo mismo y que lo mío no es igual, pero me siento así —Elsie se acercó y cogió mi mano, dejando un suave apretón.

—Ya no está sola, lo sabe —le sonreí como agradecimiento —. Yo estoy y estaré para usted.

—Mil gracias, Elsie. Eres un sol —sonrió.

—Le voy a preparar unos macarrones franceses —abrí los ojos de par en par —. Le gustan, mucho, ¿cierto? —asentí repetidamente.

—¡Me encantan! —chillé.

No podía entender cómo es que esta mujer y Carson me conocían mejor que mi esposo. Obviamente, la relación con Mark nunca fue normal. Mi padre me comprometió con él muy joven. No tenía ni dieciocho años cuando ya estaba comprometida con un hombre que me llevaba doce años de diferencia. ¿Mi padre nunca entendió lo enfermo que era eso? Tampoco le preocupó, estaba más concentrado en arruinar mi vida que en cuidar de mí.

Terminé de desayunar y subí a cepillarme los dientes. Cogí mi bolso y guardé uno de los micrófonos que me dio Carson. Salí de la casa y Carson ya me esperaba con la puerta trasera del auto abierta para mí. Subí y dejé el bolso a un lado. Carson se encargó de cerrar la puerta y me sonrió antes de alejarse y subir por adelante.

—¿Cómo estás? —preguntó. Nuestras miradas se encontraron a través del espejo retrovisor.

—Bien, ¿y tú? ¿Cómo amaneciste?

—Pensando en ti —sentí las mejillas rojas —. Y estoy bien, gracias por preguntar —giró a la derecha —. Me llamó mi padre —lo miré atenta —. Quiere que esta semana se haga el trabajo —supe de inmediato a qué se refería.

Mala Costumbre 🦋 (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora